Lo que revela tanto la situación del intento criminal con Cristina cómo lo que sucede en Brasil con el triunfo de Lula, es que la nueva Ultraderecha neoliberal considera a la Democracia como un juego sometido a una lógica de guerra, un nuevo tipo de estado de excepción donde no se respetan ni los «semblantes» claves de la democracia.
Se suma a esto que también se logra que se impliquen a diversos sectores de la población como actores claves de esta operación. En el neoliberalismo la democracia juega con las cartas marcadas y sin reconocer sus pactos simbólicos constitutivos.
De hecho, hoy por hoy, una de las protecciones de Lula procede de Biden y de Europa, que, aunque sea legítimo valerse de la misma, a su vez demuestra la fragilidad de la situación.
Se le impone al movimiento nacional y popular y a las izquierdas en general realizar una justa caracterización de esta situación histórica.