Por Carlos Fara (*)
Después de una derrota electoral consecuencia natural de una mala gestión una fuerza política suele entrar en crisis. Es saludable, ya que implica revisar conceptos, metodologías, liderazgos, su relación con la sociedad y la necesaria autocrítica. Cuando ese proceso por alguna razón no sucede acabadamente, se está más cerca de volver a repetir errores que de desarrollar un reseteo virtuoso.
Un buen ejemplo de lo que no debe hacerse es lo que le sucedió a Cambiemos / Juntos por el Cambio. Luego del fracaso de la gestión de Macri –según la opinión pública- dicha fuerza necesitaba 1) una autocrítica interna y pública, 2) una revisión de su metodología de funcionamiento, 3) un refresh de su oferta propositiva, 4) un nuevo relato y 5) una renovación de su liderazgo. En parte por la pandemia y en parte por el triunfo en 2021, poco y nada hubo de esas tareas. Resultado: mostró su peor cara en la presidencial, y la coalición estalló.
Si bien es cierto que cada fuerza política tiene su propia dinámica de funcionamiento y método de procesar las derrotas, no extrapolable a otras, algo de dichas tareas deben ser contempladas.
La confederación peronista sufrió 3 derrotas pre 2023: 1983, 1999 y 2015. En las tres ocasiones produjo –orgánica o inorgánicamente- un proceso que lo devolvió al poder. Post ’83 con la Renovación, post ’99 con la flexibilidad suficiente para tener una interna abierta de facto que finalmente entronizó al kirchnerismo, y en 2019 con la hábil fórmula de Alberto secundado por Cristina. Siempre mostró el pragmatismo suficiente y la adaptabilidad que exigía cada momento para navegar las aguas turbulentas de la historia.
Sin embargo, esta vez es distinto. El peronismo de ocasión no fue desplazado del poder por una potente coalición no peronista, sino por una nueva fuerza que le disputó votos en su base social histórica, siendo que el antagonista esperado –Juntos- eclosionó. Ergo, todos los aprendizajes de las recuperaciones previas es menos probable que apliquen a esta circunstancia histórica.
Por empezar, si bien Unión por la Patria se impuso en la primera vuelta de 2023 y eso lo llevó a ser la primera minoría en ambas cámaras, quedó con la liga de gobernadores más débil desde 1983. Visto con un poco de optimismo, suman 10 distritos, aunque desbalancea a favor la poderosa Buenos Aires.
Por ahora, ninguno de esos mandatarios tiene proyección nacional, excepto Kicillof, con pronóstico reservado.
Segundo, CFK está en su punto de mayor desgaste estructural desde 2007 a la fecha. Más allá de su alicaída imagen en la opinión pública, por primera vez su propio público adicto ya no cree que vuelva a competir electoralmente, produciéndose un vacío muy difícil de llenar. Luego, su principal brazo político está demasiado cuestionado internamente como para ordenar a la tropa de cara a 2025.
Tercero, dado el fenómeno Milei, ya no puede confiar en jugar al contrataque apostando exclusivamente a que le explote la situación al actual presidente y entonces aparezca una mayoría social que les pida que vuelvan al poder.
Cuarto, el triunfo del libertario no solo significó un plebiscito sobre los 4 años de Alberto, sino que también transmite que la propia base social se cansó de la fórmula “más Estado, más derechos”. Requiere una profunda renovación propositiva que va a ser difícil que surja en el próximo año y medio.
Los errores del Gobierno favorecen a la casta desestabilizadora
Quinto, de la mano del punto anterior, está claro que el sujeto histórico –el pueblo, la clase trabajadora, etcétera- ha mutado hacia otra configuración, y eso requiere una nueva oferta, un nuevo storytelling, nuevas caras y nuevas metodologías.
Sexto, para que todo eso se genere hace falta un nuevo liderazgo alternativo al de Cristina que, como dijimos, no aparece en el horizonte. Massa ha quedado desgastado en el fragor de la batalla.
Toda la conflictividad, inactividad y desorientación que está experimentando esa confederación peronista en estos últimos meses es el resultado de un proceso que se avizora largo y muy complejo.
(*) Consultor político, titular de Carlos Fara & Asociados y presidente de la IAPC
(Columna publicada originalmente en El Estadista)