Por Artemio López (*)
Las elecciones de este año tienen una propiedad singular: no se está jugando acá un cambio de gobierno, sino una disputa por un cambio de régimen. De hecho, son dos modelos de acumulación y distribución completamente antagónicos.
Uno, ya lo mostró durante los cuatro años de gobierno el ingeniero Mauricio Macri, un modelo regresivo en términos distributivos. Tomó 52 puntos de participación de los trabajadores y lo devolvió en 46; una caída de 6 puntos que es inédita en democracia. Eso, valorizado por FLACSO, está en torno a los US$ 70.000 millones de transferencia de los trabajadores hacia la cúpula.
Por otro lado, la profundización del ciclo de fuga y valorización financiera y el regreso del endeudamiento como palanca fundamental del control socioeconómico del Fondo Monetario, del cual habíamos sido liberados en el año 2005.
Como tercer elemento a considerar es el alineamiento automático con las políticas exteriores de Norteamérica. Me parece que eso es fundamental, dado además el momento en que se está disputando claramente a nivel internacional la permanencia o no de la hegemonía estadounidense, no solamente a través de su conflicto con China, sino también la emergencia de Rusia, India y otras nuevas potencias. Para una economía de mediano porte como la argentina, obviamente un alineamiento internacional con la política exterior norteamericana sería muy complejo.
Unión por la Patria propone, en sentido contrario, un modelo de acumulación en base a la producción y exportación local y, al mismo tiempo, una mejora de los niveles de consumo doméstico. El consumo doméstico supone casi el 70% del crecimiento económico y eso ha sido mostrado una y otra vez a partir del año 2003, cuando Néstor Kirchner interrumpe un ciclo de casi un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal, y luego se profundiza esta ruptura durante los gobiernos de Cristina Fernández. Yo creo que retomar ese sendero adaptado a la nueva realidad es otra característica central de la oferta de Unión por la Patria.
Por otro lado, como planteó el ministro y candidato a presidente Sergio Massa, un objetivo central de Unión por la Patria va a ser tratar de romper con la tutoría del Fondo Monetario Internacional no desconociendo la existencia de un vínculo -a mi juicio delictivo, que es el que estableció Mauricio Macri en el año 2018- pero aceptando que eso existe; aunque tratando lo más rápidamente posible (porque la deuda que ha dejado es verdaderamente asombrosa) de resolver esa cuestión y volver a tener grados de autonomía en la decisión de política socioeconómica que la presencia del FMI impide. De hecho, el candidato Sergio Massa ha dicho que es un ancla al desarrollo con inclusión. Por eso, tanto Juan Domingo Perón como Néstor y Cristina Kirchner desplegaron políticas económicas de inclusión social sin la tutela del Fondo Monetario.
Por otro lado, es muy importante tener una política exterior multipolar como la que expresó Alberto Fernández cuando visitó Rusia en los inicios del Gobierno. En un momento tan clave de disputa a nivel internacional es absolutamente central que un país de mediano porte, de una economía mediana como la argentina, mantenga grados de autonomía con respecto a las potencias emergentes. Eso es muy importante porque, como decía Perón, la verdadera política es la política exterior. Y en eso hay también dos modelos antagónicos: el alineamiento automático con la política de Estados Unidos de Juntos por el Cambio y la multipolaridad por parte de Unión por la Patria.
Se podrían seguir enumerando diferencias muy importantes desde el desarrollo de la tecnología, la propuesta cultural, la educativa, el despliegue de mayor nivel académico y el aumento en el número de universidades, pero lo fundamental creo que está dicho: valorización financiera por un lado, producción por otro; tutela del Fondo Monetario o ruptura de la misma; alineamiento automático con la política exterior del Departamento de Estado o multipolaridad.
Lo que se está jugando en estas elecciones es estratégico, tanto como en las de abril del año 2003, cuando con la presencia de Néstor Carlos Kirchner se interrumpió casi un cuarto de siglo de hegemonía neoliberal. Estas elecciones de octubre tienen el mismo significado histórico: no retornar a lo que tanto daño hizo en Argentina, que es el modelo de acumulación y de valorización financiera que plantea el neoliberalismo y que, obviamente, en esta etapa es mucho más cruel y concentrador.
(*) Artemio López es analista político y titular de la consultora Equis.