El dólar sigue disparado, la inflación es brutal, la pobreza crece, la inseguridad martiriza a los ciudadanos. ¿Por qué no cae el Gobierno? Alfonsín tuvo que dejar el gobierno seis meses antes por la crisis. De la Rúa tuvo que renunciar a los dos años de estar en el gobierno por los saqueos organizados.
En cualquiera de esos dos gobiernos, la mayoría de los datos económicos y sociales eran mejores que en el actual. La pobreza era menor, la inseguridad era muchísimo menos preocupante y, en el caso del gobierno de De la Rúa, no había inflación.
Si alguien soplara fuerte, este gobierno de idiotas y corruptos se desmoronaría inmediatamente. La explicación acerca de por qué este gobierno de impresentables no cae es porque aquellos que hacían que los gobiernos cayeran hoy son parte del oficialismo y, aunque estamos frente al peor gobierno de la historia, la oposición no es golpista.
Esto debe funcionar como recordatorio permanente cuando el coro de políticos, periodistas, empresarios y sindicalistas empiecen a demoler al futuro gobierno, que deberá, inevitablemente, destrozar todas la cuevas de privilegio que tienen los K y gran parte del mediocre establishment argentino.
Esta crisis es brutal y, sin embargo, los kirchneristas no paran de hacer cosas en beneficio propio y con el fin de seguir haciendo negocios. Ni siquiera disimulan cuando hay 40% de pobres y una inflación desatada. Massa viaja a menudo a mendigar a EEUU y lo hace en avión privado, gastando fortunas de dólares en cada viaje mientras el inenarrable de Alberto Fernández inaugura una terminal de aeropuerto en Ezeiza y dice: “Que salga por acá la menor cantidad de argentinos”.
El ciudadano común no puede viajar con el dinero que genera porque no le alcanza. Mientras, ellos gastan fortunas (dinero de los ciudadanos) en vuelos privados. El país en llamas y ellos siguen riéndose en la cara de la gente que está sufriendo. Le tienen que agradecer a Dios que la oposición sea respetuosa de las instituciones y no esté jugando al golpe (como harían ellos si estuvieran en la oposición).
A propósito, ¿observaron cómo los medios dejaron de llamar “superministro” a Massa? Las pauta oficial había hecho que muchos medios se pasaran de frenada y representaran a Massa como una especie de Clark Kent que, al ingresar al ministerio, se sacaría el traje y solucionaría todo en un minuto. La pauta oficial embellece a los políticos. Ahora que el dólar vuela y la inflación también han dejado de decir “superministro”.
En cualquier caso, es conmovedor como algunos medios relatan con épica cada una de las excursiones de Massa a Washington de las cuales vuelve con medio pancho y un vaso de Coca sin gas.
El inútil de Matías Tombolini quiere controlar los precios y lo único que consigue es que los precios se burlen de él y corran cada vez mas rápido. Es secretario de Comercio y se le ocurrió una nueva idea: nombrar a su esposa como asesora. Tombolini fue funcionario de Larreta y de Massa. Además, tuvo muchos conchabos públicos. Su mujer, María Stroman, recibió millonarias sumas de dinero de pauta oficial en la época de CFK presidente. Según se informó, los recibió a través de una sociedad y no se sabe bien por qué los recibió, ni qué pasó con esos fondos. Esta burocracia de impresentables vive de manera desahogada porque lo único que hace bien es manotear los fondos públicos. Pagan su buena vida con el dinero que el Estado les saca a los pobres. Son parásitos y Argentina necesita una urgente desparasitación.
Muchas veces hablo de la necesidad de dar la batalla por las ideas y muy a menudo se presentan casos donde se ve con claridad la notable distorsión de la realidad que hay cuando el kirchnerismo se victimiza. La periodista Laura Di Marco habló de la salud de Florencia Kirchner y un coro enorme de políticos y periodistas (militantes K, algunos, y colonizados mentalmente por los K, otros) salieron a cuestionarla. Hasta el FOPEA (Foro de Periodismo Argentino), organización que Laura Di Marco integraba (ya renunció), la criticó haciendo seguidismo de lo que decían los K. Este es un ejemplo claro de cómo mucha gente baila al ritmo de los K.
La libertad de expresión no admite condicionamientos. Algunos podrían decir que una cosa es decir algo de un político y otra es decirlo de su familia. El gran tema es que Florencia Kirchner (que publica fotos en su cuenta de Instagram que se mostraron en TV) no es sólo la hija de CFK. Es integrante, además, de sociedades que están investigadas (Hotesur, Los Sauces) por ser sociedades en las que se habría lavado dinero de la corrupción. Florencia Kirchner también había sido noticia por unas cuentas bancarias en las que atesoraba US$ 4,6 millones que ella declaró que eran de la sucesión de su padre (Néstor parece que ahorraba mucho).
Los terrenos de Máximo y Florencia Kirchner que no quiere nadie
Fue la propia familia de Florencia Kirchner quien la metió en asuntos públicos. ¿Por qué una adolescente integraba una sociedad con fines dudosos? ¿Por qué los US$ 4,6 millones los tenía ella y no CFK? Esas decisiones las tomó la familia Kirchner y son las que convirtieron a Florencia Kirchner en un sujeto de interés periodístico. Esto es así en Argentina y en cualquier lugar del mundo. CFK debería haber protegido a su hija menor para que no apareciera vinculada a la corrupción de su marido (y a la propia) para garantizar, de ese modo, su privacidad. Es increíble tener que explicar cosas tan obvias. Ahora están amenazando de muerte a la periodista. Los que se hacen los independientes y bailan con la música de los K son, también, responsables de este desastre.
El peronismo es una eterna simulación. Alberto Fernández acaba de anunciar que no se presentará a la reelección. Lo hizo con un video donde quiere que creamos que es la decisión de un estadista. Nos toma el pelo. Así como a Alberto Fernández le dieron la orden de que se presentara como candidato a presidente en 2019, ahora le dan la orden de que no se presente.
En cualquier caso, habiendo sido el presidente de la inflación desatada, de la pobreza récord, del robo de las vacunas y de las fiestas en cuarentena, entre otras cosas, tiene suerte de no presentarse: no lo votaría ni Dylan.