Por Robert F. Kennedy Jr. (*)
Hoy me declaré candidato independiente a la presidencia de los Estados Unidos de América. Y más que eso, uní mi voz a la de toda la gente que está harta y a toda la gente que tiene esperanzas, para hacer una nueva Declaración de Independencia para toda nuestra nación.
Hoy declaré mi independencia de las corporaciones que han secuestrado a nuestro gobierno para exprimirnos y obtener ganancias. Declaré mi independencia de Wall Street, las grandes tecnológicas, las grandes farmacéuticas, las grandes empresas agrícolas, los contratistas militares y sus cabilderos, que ahora superan en número a los miembros del Congreso 20 a 1. Declaré mi independencia de los medios mercenarios que siempre nos instan a odiar a nuestros vecinos y temer a nuestros amigos. Declaré mi independencia de las elites cínicas que traicionan nuestras esperanzas y amplifican nuestras divisiones.
Y finalmente, declaré mi independencia de los dos partidos políticos y de los intereses corruptos que los dominan, y de todo el sistema amañado de rencor y rabia, corrupción y mentiras, que ha convertido a los funcionarios del gobierno en servidores contratados de sus jefes corporativos. Si no se controlan, mercantilizarán nuestro aire, agua, alimentos, trabajo y niños, y convertirán el sueño americano en desesperación y polvo.
Declaré mi independencia de estos poderes corruptores porque son incompatibles con los derechos inalienables que invocaba nuestra Declaración de Independencia original en 1776: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
¿Cómo podemos proteger la vida cuando las corporaciones con fines de lucro se han apoderado de las agencias públicas que se supone deben protegernos? ¿Cómo podemos disfrutar de la libertad cuando un Estado vigilante busca ocultar la verdad y sofocar la disidencia para preservar su poder? ¿Y cómo podemos buscar la felicidad cuando las familias de nuestra nación están aprisionadas por las deudas, el hambre y empleos que nunca pagarán las cuentas?
Y por eso hoy declaré mi independencia de la tiranía de la corrupción que nos roba una vida asequible, la fe en nuestro futuro y el respeto mutuo. Y para hacer eso, tuve que declarar mi independencia del Partido Demócrata y de todos los partidos.
No he tomado esta decisión a la ligera. Es doloroso para mí dejar ir el partido de mis tíos, mi padre, mi abuelo y mis dos bisabuelos: John «Honey Fitz» Fitzgerald, el primer alcalde católico irlandés de Boston, y Patrick Kennedy, un residente de Boston, quienes juntos lanzaron la dinastía política de mi familia.
Pero mi sacrificio no es nada comparado con el riesgo que corrieron nuestros padres fundadores cuando firmaron la Declaración de Independencia hace 247 años allí mismo. Sabían que si su revolución fracasaba, todos y cada uno de ellos serían ahorcados. Eligieron poner todo en juego.
Cuando John Adams dejó su pluma después de firmar la Declaración, se volvió hacia los presentes y dijo: «Hundirse o nadar, vivir o morir, sobrevivir o perecer, a partir de este día, estoy con mi país». Hago esa misma promesa hoy, para poder presentarme ante ustedes como debe hacerlo todo líder, libre de lealtades partidistas y de negociaciones clandestinas, un servidor sólo de mi conciencia, de mi Creador y de ustedes.
Hoy estamos pasando una nueva página en la política estadounidense. Ha habido candidatos independientes antes. Pero esta vez es diferente. Esta vez, el Independiente va a ganar.
Los dos partidos principales están presentando candidatos que la mayoría de los estadounidenses ni siquiera quieren presentar. Una sorprendente cifra de tres cuartas partes de los estadounidenses cree que el presidente Biden es demasiado mayor para gobernar con eficacia. El presidente Trump enfrenta múltiples juicios civiles y penales. Ambos tienen índices de favorabilidad profundamente negativos.
A eso ha llegado la política bipartidista y por eso necesitamos romper el dominio absoluto de los dos partidos. Y es por eso que necesitamos soltar el martillo del poder corrupto sobre Washington D.C. Vamos a hacer que esta nación sea nuestra nuevamente.
(*) Robert F. Kennedy Jr. es abogado, sobrino de John F. Kennedy y se postula a la presidencia de EEUU como candidato independiente.
Publicado en cooperación con Newsweek
