Por Silvia Giacoppo (*)
Hemos visto en los últimos días cómo ante una economía quebrada el Gobierno intenta manotear las joyas de la abuela y apunta a la idea de nacionalizar recursos naturales como el litio. Pareciera ser que, frente la escasez de divisas extranjeras, hubiesen descubierto un tesoro por el cual nada hicieron en los años que llevan al frente del Ejecutivo.
La Ley de Electromovilidad, de la cual soy autora de uno de los proyectos, espera ser tratada en el Congreso. Aún no ha sucedido y no creo que ocurra antes de que finalice el mandato del presidente.
Ley de Electromovilidad: mejorar el trasporte, cuidar el ambiente
Esa ley es central para que la industria automotriz se vuelque a la electromovilidad y permita generar las condiciones de desarrollo de la producción de baterías y buses eléctricos en nuestro territorio.
Argentina tiene una oportunidad de desarrollar sus ventajas competitivas en la cadena del litio para las baterías, en la industria automotriz para la producción de colectivos nuevos y en la calidad de nuestros técnicos e ingenieros para reconvertir la flota de unidades diésel en nuevas unidades eléctricas a menor costo, prolongando su vida útil con emisiones cero. El desarrollo de estas capacidades requiere generar un ambiente regulatorio, impositivo y aduanero propicio para la inversión nacional y extranjera.
Jujuy viene siendo pionera en ese camino. Allí se produce carbonato de litio -de máxima pureza y calidad- sometido a un proceso industrial complejo y que no se desarrolla en muchos lugares del mundo. Ese material es aplicado a la fabricación de celdas de baterías y el proceso se completa en la planta de ensamble de baterías. Jujuy ha dado el puntapié para que la mentada «revolución del litio» lo sea a través del desarrollo de una industria local y no solo actividad extractiva.
Es la única provincia que, además de regalías, tiene de participación en las utilidades y los únicos que imponen a las compañías la obligación de dejar el 5% del litio para el desarrollo de nuevos proyectos, que aportan un valor agregado y generan crecimiento en la provincia.
Es fundamental establecer mecanismos de protección sobre la actividad, pero no a través del avance sobre las facultades de las provincias, como proponen desde el Gobierno. Los recursos son de las provincias y así debe seguir siendo. Hay que lograr un proceso de desarrollo conjunto mediante un régimen de promoción de inversiones con el objetivo de generar valor agregado y más puestos de trabajo.
La revolución del litio: el oro blanco que puede salvar a la Argentina
Hay que cambiar la matriz de producción energética. Tenemos la oportunidad de hacer algo para resolver el tema del cambio climático, donde la generación de gases de efecto invernadero en un 75% es responsabilidad de la producción de energía a partir de combustibles fósiles. Argentina está consolidándose como un actor clave a nivel mundial en este contexto de transición hacia energías limpias y la minería permitirá diversificar esa matriz productiva para no depender sólo de un sector. Debe ser un pilar de desarrollo.
Este es el camino hacia donde va el mundo. La implementación del proyecto de movilidad eléctrica, además del desarrollo productivo, traerá mejoras en la calidad del aire, reducción del ruido en las ciudades, mejoras en la salud de la población por la reducción de afecciones respiratorias (con menor mortalidad asociada) y mejor servicio público de transporte para los usuarios.
Jujuy da permanente muestra de los beneficios de su búsqueda activa de inversiones en energías renovables y la minería del litio. El cambio es posible también para nuestra querida Argentina. Cuidar al país en una forma de cuidar al planeta y, en ese punto, las energías renovables son centrales. Pero no deben transformarse en un botín ni en un salvavidas de emergencia para una gestión. Debe tener planificación y ser una política de Estado.
*Senadora nacional por Jujuy (UCR)