Hace sólo doce días, se conoció el valor de la canasta básica. Parecen años luz esos doce días. Cada vez quedan más viejos en menos tiempo los números de la economía. Doce días. Corrida mediante, todo está peor que cuando ya estaba peor. Si el dólar corre, los precios vuelan.
Cálculos al paso, economistas suman hasta 6% de inflación sólo en la semana de la corrida y los precios ya venían calientes. Los aumentos de mayo no predicen calma, ni bajo el supuesto de un dólar con tranquilizantes que, como vemos hoy mismo, no es el caso.
La canasta básica subió más que la inflación: esto necesitó una familia para no ser pobre
Es importante volver a aquella canasta básica del mes de marzo, conocida luego del temible 7,7% de inflación. Ese mes marcó una inflación interanual de 104,7%. Pero quédense ahí. ¿Qué pasa si les digo 120,1%? Eso es lo que aumentó en el mismo período la canasta básica alimentaria. No es una predicción para fin de año. Ya estamos ahí.
Cuando se mira ese número se entiende por qué todo es peor. En alimentos básicos, el 7,7% fue un 9% mensual. A la canasta básica total no le va mucho mejor. Subió 8% en marzo y acumulaba 113,2% en el año, a sabiendas de que no incluye gastos como el alquiler. Y esto es la prehistoria de abril. Si la foto con delay de las mediciones asusta, la realidad tiene otros medidores más drásticos.
Se habla mucho del «Plan Llegar» del Gobierno que es básicamente «llegar al fin del mandato». El «Plan Llegar» de la gente, en cambio, es «llegar a fin de mes» y eso se hace cada vez más difícil.
El «Plan Llegar» del Gobierno viene siendo en los hechos una infinita sucesión de parches que prolonga la agonía y ni disimula ya que la mayoría está de mal en peor. El maquillaje gastado de las explicaciones pomposas de Cristina Kirchner se resquebraja en la próxima incursión al supermercado. Gente que deja cosas en la caja porque no le alcanza, racionamiento de productos ante el intento de abastecerse ganándole al próximo aumento y caras de mucha preocupación. Hay productos que directamente desaparecen de las góndolas a la espera de nuevos precios.
Cristina volvió a apuntar contra el FMI y defendió su forma de pago al organismo
El que desapareció de la góndola hace mucho tiempo es el dólar oficial. ¿Quién consigue un dólar al precio oficial? Es un grifo del que sólo salen gotitas y van a los importadores a los que el gobierno se los quiera dar, o se usan según disponga Economía para intervenir en el mercado y seguir pisando un precio de la divisa en el que nadie cree.
Para Cristina, admitir la devaluación que ya existe, como pide el Fondo, derivaría en un desastre electoral peor al que ya esperan. Domingo Cavallo le puso un nombre que mete más miedo (el de “Rodrigazo”) y señaló la paradoja de querer evitar las consecuencias de la devaluación, pero de haber hecho todo para llegar a estas circunstancias.
Mientras tanto en Ciudad Gótica, las viejas recetas se agotan cada vez más rápido. El nuevo cepo para los dólares financieros fue recibido por un dólar libre recalentado y aunque el gobierno saliera a darle pelea, ¿cuánto le queda de poder de fuego en reservas que marcan el tanque en rojo desde hace meses?
Sólo queda en el horizonte la ayuda del FMI que no quiere que los dólares se vayan a la pulseada con el blue o mejorar el dólar soja para destrabar la liquidación. En el medio la economía languidece y ni siquiera hace falta que se conozca la nueva foto vieja de la inflación la semana que viene, para saber que la sábana corta ya no es ni un pañuelito. La impresión es que ni ellos saben qué harán.