La Argentina está en manos de la delincuencia. Los maleantes son los que deciden quien tiene derecho a vivir y quien, no. Es una guerra entre la delincuencia y ciudadanos. Hoy estamos horrorizados por la muerte de Mariano Barbieri.
El asesinato sucede cuando todavía estábamos en shock por el de la niña Morena Domínguez, que perdió la vida por una mochila y un móvil mientras iba al colegio. También en el último mes asesinaron al médico Juan Carlos Cruz y al profesor Nelson Peralta. No tengo dudas de que en breve deberemos seguir lamentando la muerte de gente buena y que seguiremos viendo el triste panorama de familias destrozadas por la pérdida de sus seres queridos.
Es una guerra y los ciudadanos están solos. Los delincuentes tienen armas e impunidad. Los ciudadanos honestos sólo tienen miedo y nadie los defiende.
La impunidad de los delincuentes es elocuente y tiene múltiples aristas. No tengo dudas de que, si un policía hubiera estado cerca de donde asesinaron a Mariano y hubiera disparado al delincuente y salvado a Mariano, estaríamos escuchando a un inagotable coro de políticos, periodistas y supuestos “especialistas” condenando el accionar del policía.
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Todo el poder de las organizaciones nefastas alimentadas de dinero público estarían reprobando a ese imaginario policía. Jueces nefastos lo condenarían y jefes policiales cobardes lo entregarían.
Eso habría pasado si un policía hubiese salvado a Mariano. El policía hubiese perdido su carrera y se le hubiese arruinado la vida. Mariano está muerto y su asesino, en libertad. Los delincuentes saben cómo son las cosas y esa es la piedra basal de su impunidad.
Esta semana varios usuarios de redes sociales contaron que les habían robado el móvil y que el localizador les había informado que los aparatos estaban en una galería en la cual hay negocios donde se venden móviles usados y repuestos. Eso lo saben los ciudadanos y lo publican en redes sociales. La justicia no actúa y la policía tampoco. Eso lo saben los delincuentes y por eso se sienten impunes.
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Después de la muerte de Mariano, la zona del crimen se llenó de policías y muchos vecinos dijeron que esa zona se había vuelto muy peligrosa desde hacía algún tiempo. Algunos incluso confesaron que habían abandonado la costumbre de caminar o hacer deportes en el sitio donde sucedió el crimen por el peligro existente. Todos lo sabían, pero la policía no actuaba. Tampoco la justicia.
Argentina está llena de zonas liberadas donde los delincuentes son los dueños y los ciudadanos deben cambiar sus hábitos por miedo.
En el lugar donde murió Morena, los vecinos contaron que en una época habían contado con la presencia de gendarmería, pero que hacía tiempo que no estaba más. Lo sabían todos. Nadie cuida a los niños que salen de su casa de noche para ir al colegio. Los delincuentes saben todas esas cosas y por eso cuentan con ese sentimiento de total impunidad.
El poder protege a los delincuentes y deja desguarnecidos a los ciudadanos.
Ezequiel Guazzora es un subnormal peronista que trabajó en la administración pública durante los gobiernos peronistas. Recibió pauta oficial por la basura periodística que hacía y tiene fotos con todos los dirigentes peronistas que uno se pueda imaginar, incluyendo al Presidente y a la Vice. También hay fotos de él en actos gubernamentales y es, claramente, alguien con acceso a personas vinculadas al poder peronista.
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Había una denuncia por violación contra él y un pedido de detención. Nadie sabía que las detenciones se iban a hacer el día de la elección. Iban a detener a Guazzora y a su cómplice en el momento que fueran a votar. La cómplice era la madre de la chica violada, que entregó a su hija a Guazzora a cambio de dinero. A la cómplice la detuvieron cuando fue a votar. Guazzora, que era candidato, no fue a votar (la policía lo esperó todo el día en el lugar donde debía votar) y hoy está prófugo.
Guazzora no fue a votar porque alguien le avisó que lo iban a detener. El poder mafioso cuidando a uno de los suyos. La cercanía al poder da impunidad y los delincuentes lo saben. Hay un poder mafioso que cree que hay que proteger a los miembros de la mafia aunque cometan actos aberrantes. Una vez más, la impunidad.
En Argentina existe un poder mafioso y político que necesita de los delincuentes. También hay una militancia judicial que creció durante el kirchnerismo que prostituyó las ideas vinculadas a la seguridad de los ciudadanos, al amparo de teorías disparatadas de tipos como Zaffaroni y dejando a la gente indefensa frente a los delincuentes.
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El kirchnerimo ha sido nefasto en todas la áreas, pero en estos temas es donde más daño ha hecho. La romantización y la justificación de la delincuencia es una marca registrada del kirchnerismo. Es por eso que siempre gana las elecciones en las cárceles. Los delincuentes saben con qué fuerza política les va mejor y por eso votan al peronismo. El kirchnerismo ha sido el caldo de cultivo ideal para que la delincuencia crezca y se reproduzca.
Argentina va a cambiar cuando los ciudadanos estén tranquilos y los delincuentes estén preocupados. Hoy en día, esto es al revés, por eso es un país donde cuesta imaginar el futuro. En estas elecciones se define si sigue la impunidad para los delincuentes o si se cambian las ideas nefastas. Está muy claro y está en manos de la ciudadanía decidir sobre estos temas.
