Se apagaron las luces del show. En la realidad no hay reflectores ni selfies, hay más bien olvido, abandono y capas, muchas capas de decepción. ¿Se puede subestimar tanto a la gente para creer que otro número del mismo circo tapará su diaria miseria?
En el fondo Cristina Kirchner no puede disimular la nostalgia. Pero quién vive de nostalgia cuando no es sólo el futuro abstracto sino el presente concreto el que se ha quedado descalzo, con hambre y con frío.
El resentimiento también es una especie de nostalgia, ya que, por definición, alguien se queda envenado con cosas de otra época.
“La gente sabe que lo peor que puede hacer es quedarse con pesos”
¿Cuánto gastarán en el próximo acto en la Plaza de Mayo para festejar un pasado que fue mejor y el dolor de ya no ser? ¿Cómo hacen para que no les parezca obsceno ese aparataje en medio de tanta pobreza? Son ellos mismos los que están en el poder mostrando que no pueden. Que sin plata para repartir no entienden qué es gobierno. Gobernar es culpar. Gobernar es gastar. Y llega el avión nuevo de Alberto el viernes que viene.
Volverán a ser okupas de una fiesta patria, porque el 25 de Mayo no debería ser faccioso. Que dejen para otro día los ciudadanos normales las visitas al Cabildo. Y que al pueblo ni si le ocurra decir que quiere saber de qué se trata.
A Cristina la leen como los oráculos, aunque algo va quedando claro del operativo clamor. No es ya por la candidatura que ni loca asume la señora sabiendo que pierde. El operativo clamor es por el trono de esa Corte de los Milagros en la que se ha transformado el kirchnerismo donde hoy se contentan con ofrecer más límite en la tarjeta de quienes ya no tienen qué gastar.
No pasaron ni cinco minutos del Alo Presidenta de Cristina por C5N y volvió la pelea entre los socios. Sergio Massa se cree con derecho a la sucesión por atributos de la papa caliente que agarró. El presidente se cree con derecho a ser elector aunque le hayan quitado la lapicera de las listas en el PJ para dársela a Gildo Insfrán. En el fondo Cristina lo admira a Gildo en su ostentosa eternidad.
El ministro de Economía no se privó de avisar al terminar la semana pasada que el Frente Renovador analizará si sigue o no en el Frente de Todos.
Y el presidente se atrevió s cuestionarle a Cristina sus imprudencias éticas por otorgarle contratos a Lázaro Báez. Con amigos así quién quiere enemigos. Pero nunca fueron amigos. Y estos desafíos al liderazgo de la señora, en otro tiempo no hubieran ocurrido.
Ahora la vicepresidenta avanza a su acto estelar mientras disfruta del suspenso que suscita. ¿Será Wado? ¿Desdobla Axel? ¿Cómo hará Sergio para ser candidato con dos dígitos de inflación? ¿Habrá PASO?
La realidad es mucho más mezquina de lo que Cristina deja ver. Con los ojos puestos en ella como gran titiritera, busca disimular que tal vez no le quedará otra que cerrar con Sergio Massa. Es el que mejor marca si quiere atraer algunas migajas del electorado del centro y el que mejor jugaría en un ballotage contra Milei que es su socio implícito para corroer a Juntos por el Cambio. Además, si no elige a Massa, ¿cuáles pueden ser las consecuencias del despecho de quien ya habla como candidato y pide pista para jugar solo? ¿Se iría de Economia dejando un tembladeral? Lo de Cristina y Massa es más una pulseada que la espera por una bendición. Pactos son pactos.
Pero quién iba a decir que fue el propio presidente, vaciado por todos y todas, el que dejó otra posible jugada al descubierto.
Dijo Alberto Fernández en una nota a DiarioAr que él no cree en la estrategia de los tercios. “¿De qué me sirve garantizar mi tercio y entrar en la segunda vuelta si en esa instancia no sumo votos?”, se preguntó. Quizás pensaba en sí mismo por aquellas épocas en que Cristina lo vendió con moño en un frasco de Alberto Moderado.
Si Cristina apuesta al tercio como palanca, debería abrir el juego a alguien que pueda atraer votos más allá del núcleo duro. Si sólo juega a conservar el tercio, quizás apenas pretende ser la jefa de la oposición. Y para eso necesita un incondicional.
Todo ocurre cuando el país vuelve a quedar al borde de un default si no consigue los dólares para pagarle al Fondo el mes que viene y cuando acaba de saberse que el año pasado la mitad de los trabajadores en blanco recibieron sueldos brutos inferiores a 140 mil pesos, es decir por debajo de la línea de pobreza.
La estrategia electoral es un tablero de ajedrez banal, cuando la realidad es un valle de lágrimas.