Por Darío Lopérfido
No se puede poner a la opinión pública del lado de los que asesinan y violan mujeres. En los discursos de izquierda y en el mundo “woke” se ven por igual muestras de imbecilidad y discriminación hacia los judíos.
El mundo está viviendo una oleada de antisemitismo. Lo impactante del tema es que el disparador de esa oleada fue el ataque terrorista que cometió Hamás (que administra Gaza) en Israel. El terrorismo de Hamás se mostró en su esplendor en el brutal ataque contra civiles cometido en Israel. Todos vimos imágenes brutales de asesinatos, violencia sexual contra mujeres y secuestros perpetrados por terroristas que, hay que aclararlo siempre, no atacaron al ejército de Israel, sino que asesinaron, secuestraron y violaron a civiles.
Lo que debía provocar un sentimiento de solidaridad con esas víctimas, se transformó en ingentes muestras de antisemitismo en muchos lugares del mundo. En los discursos de izquierda y en el mundo “woke” se ven por igual muestras enormes de imbecilidad, discriminación, hostilidad y prejuicio hacia los judíos. El discurso políticamente correcto iguala a un Estado democrático con una organización terrorista.
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Hay algo en muchos ciudadanos de Occidente que siempre e indefectiblemente hace aflorar el antisemitismo y que hace que se pronuncien discursos frívolos que relativizan acciones criminales del terrorismo. Estamos atónitos viendo y escuchando barbaridades en las que se mezclan feministas que justifican violaciones, si la mujer violada es judía.
También existe la persecución a profesores y alumnos judíos de instituciones educativas en esos antros de la ignorancia en las que se están convirtiendo algunas universidades de Estados Unidos. Esas universidades tienen autoridades que frente a una convocatoria del Congreso estadounidense han sido incapaces de decir claramente si los llamamientos en los campus al genocidio de los judíos violan la política de conducta de la escuela.
En esta locura se omiten las críticas a regímenes que cercenan la libertad de las mujeres y de los homosexuales. En un mundo gobernado por fundamentalistas islámicos, estos colectivos no tendrían derechos. Solo con ver lo que pasa en Irán, lugar en el que se asesinan mujeres por no taparse el cabello, deberían volver más prudente al progresismo idiota. Pero la idiotez que enarbolan es tan grande como el antisemitismo que los define.
Si deseamos vivir la vida de acuerdo a nuestras creencias y valores, es necesario que Occidente se defienda de las ideas del atraso que, mediante violencia terrorista, quieren imponer una agenda violenta. También es necesario diferenciar a un sinfín de musulmanes que son víctimas de organizaciones como Hamás, otras organizaciones terroristas y de Estados enteros que practican actos de terrorismo.
En Occidente impera la libertad y Occidente ha tenido a menudo en la historia una tendencia al suicidio abrazando ideologías que van contra la libertad individual (por ejemplo, el nazismo). El gran tesoro occidental es precisamente su modo de vida.
Nunca hay que defender fundamentalismos que ponen en riesgo el mayor tesoro que es la libertad. Solo hace falta ver cómo se vive en lugares como Afganistán o Irán para que destaque la estupidez suprema de los que usan la libertad occidental en pos de defender la barbarie. Defender o justificar la barbarie de aquellos grupos desde colectivos occidentales es cuidar la soga que los ahorcará.
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Por tanto, desacreditar a la izquierda y al wokismo antisemita es defender la libertad. Se puede discutir todo, pero no se puede poner a la opinión pública del lado de aquellos que asesinan y violan mujeres. Y los que justifican la barbarie hablando del gobierno de Israel deberían saber que no se trata de la defensa de un gobierno.
Se trata, ni más ni menos, que de defender los valores que nos constituyen y, de ese mismo modo, a los ciudadanos que son sometidos por regímenes terroristas. Ellos también merecen vivir en libertad. En ese sentido, la lucha de las mujeres iraníes es muy inspiradora.
Es una idiotez y una canallada justificar al terrorismo, venga de donde venga. No existe el terrorismo bueno. El antisemitismo ha sido siempre un flagelo. Reeditarlo es de canallas.