Desde mi punto de vista este robot, esta inteligencia artificial que actuará como una especie de asesor, consultor en un juicio en Estados Unidos, fundamentalmente lo que hace es juntar mucha información, recabar todos los antecedentes, toda la jurisprudencia que hay y responder preguntas respecto a procedimientos, tratar de guiar a «su defendido», a su cliente, en el proceso judicial.
De alguna manera podemos decir que es un avance obviamente muy sustancial respecto a la profesión. Sin embargo, tenemos que entender que no reemplaza el sentido común, el criterio, la lógica de un abogado como tampoco la conciencia, la ética, la empatía, la capacidad de generar soluciones innovadoras.
Desde ya creo que es una herramienta al servicio del profesional, que en todo caso lo que va a hacer es acelerar un montón de procesos que podrían darse de manera automática, que requieren tiempo para desarrollarse, pero bajo ningún punto de vista sustituye a la persona. De hecho es una aplicación que recurre la persona que tiene que transitar por este proceso judicial pero no es una persona física, pensemos que es como acumular todos los conocimientos que hay en una biblioteca y tenerlos ahí ante cada uno de los requerimientos, pero todo esto hecho sin un sentido humano, de criterio si no en modo de piloto automático.
A su vez, creo que algo para destacar en este caso es que desde hace tiempo está funcionando y que ya tiene unos 160.000 recursos ganados, en intervenciones en procesos muy simples, muy repetitivos y de bajísimo valor agregado.
Y desde ya lo que hace es facilitar a un montón de personas que tienen que acceder a este tipo de reclamos; fundamentalmente en este momento está abocado a lo que son multas de tránsito. Posiblemente, esto vaya avanzando, se vaya sofisticando y creo que hay que ir siguiendo estos procesos para comprender dónde está realmente el auténtico valor agregado.
Mi opinión es que no sustituye ni elimina la figura del abogado, si no que lo que hace es acelerar ciertos procesos en los cuales no necesariamente la intervención de un abogado agregaría demasiado valor. Lo que ocurre aquí es lo que podría suceder con los contadores y con muchas otras profesiones, es decir, tratar de reservar para los profesionales aquellas intervenciones en las cuales la participación realmente sea significativa y aporte un valor sustancial.
Lo que se viene es una era de cooperación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana.
De hecho, hay un criterio que se está utilizando y que es el de la inteligencia aumentada que hace poco tiempo la hizo el ajedrecista Gary Kasparov en una nota en la revista de Harvard. Él lo que dice es que existe la inteligencia aumentada que es la combinación de la inteligencia humana más la inteligencia artificial.
Con lo cual lo que yo creo que va a ir sucediendo, a medida que vayamos avanzando en este tipo de procesos, es que cada vez más la inteligencia artificial y los robots van a tomar mayor protagonismo, sobre todo en aquellas acciones, en aquellas intervenciones que tengan que ver con actividades pesadas, actividades poco higiénicas, actividades repetitivas, actividades que requieran acumulación de mucha información.
Sin embargo, cada vez más van a ser importantes las capacidades humanas que tienen que ver con la creatividad, con la innovación, con la empatía, con el sentido común, con la ética, con el criterio. Son cuestiones que hasta el momento los robots no sustituyen, con lo cual, desde mi punto de vista y reafirmando la idea de Kasparov, no es «una o la otra, es una y la otra», generando un equipo que potencia lo mejor de cada uno, que rescata aquello que es único y distintivo de cada una de las partes.
Por lo tanto, yo creo que lo primero que tenemos que hacer los humanos es no enojarnos con la tecnología. En segunda instancia, creo que tenemos que abrazarla y considerarla como una herramienta a nuestro servicio.
Tenemos que entender que esto que está llegando vino para quedarse y que tiene que ser un habilitador. Tiene que ser un acelerador, un instrumento que sirva para potenciar todo aquello que los humanos podemos hacer.
En los procesos de automatización, de digitalización, siempre se produce las seis «D» de la digitalización, y las últimas dos son la desmaterialización y la desmonetización. ¿Qué significa esto? La tecnología empieza primero siendo cara, pero después cuando se masifica termina siendo una aplicación, como en este caso es el abogado robot a través de una aplicación; y después la desmonetización, gracias a la cual por poco dinero o prácticamente gratis uno puede acceder. Esto lo vemos desde cómo leemos el diario, accedemos a cualquier aplicación bancaria, cómo usamos el Waze o cualquiera de las aplicaciones a las cuales accedemos desde nuestro teléfono, con un costo nulo o mínimo.
Así, yo creo que es un excelente ejemplo el que tenemos de este robot abogado porque, en definitiva, lo que va a hacer es cumplir con todas las etapas preseteadas que tiene un proceso y poder responder como cualquier bot ante dudas que tenga el cliente. Lo que no va a tener es la capacidad de empatizar con lo que le vaya sucediendo al cliente, no va a tener la capacidad de poner la ética al servicio o la conciencia.
Creo que estamos entrando en una era donde cada vez más nos vamos a ir sorprendiendo por estos avances, pero, a su vez, vamos a ir capitalizando estos avances para poder potenciarnos con las capacidades humanas y poder transitar hacia el logro de resultados que hoy podrían ser al menos impensables.