Gabriela Cerruti dijo que las piedras en Plaza de Mayo las puso “la derecha” y expresó, de ese modo, algo que puede pensar un porcentaje enorme del kirchnerismo. Cerruti se manifiesta así porque tiene la misma miserabilidad moral que la mayoría de sus compañeros, pero, además, es un poco más idiota que casi todos ellos. Algo que no falla: en movimientos como el kirchnerismo, los más idiotas, como Gabriela, dicen lo que los demás piensan (y disimulan).
Sólo basta ver la cara que ponen cuando dicen “la derecha”, queriendo presumir de su espíritu de secta, que nos hace perder un poco la fe en la humanidad. ¿Cómo llega al gobierno semejante reservorio de inmorales? ¿Nacieron así de inmorales o se contagiaron entre ellos de estar tanto tiempo juntos?
Fueron responsables de un manejo criminal de la pandemia y le dicen a la gente, que sufrió por culpa de ellos, que son “la derecha”. Los argentinos morían por los manejos que esta gente hacía con las vacunas. En Olivos hacían fiestas y reuniones patéticas con señoritas mientras los argentinos perdían la salud y sus trabajos por la estupidez de un gobierno que hizo una cuarentena eterna de la cual no sabían cómo salir. Cuando había pocas vacunas, se las robaban para dárselas a miembros de la secta K. Pero si un ciudadano pone una piedra para homenajear a un ser querido le dicen que pertenece a “la derecha”. Son la decadencia moral y deberían pagar por el daño que causaron. En cambio, se burlan y desprecian a las víctimas de su accionar.
Cerruti hizo su manifestación canalla e imbécil delante de la ministra de Igualdad en España, Irene Montero, que pertenece al partido político Podemos (algo así como los primos hermanos de los K). Comparten el sectarismo y la indigencia intelectual. Montero es feminista y llegó al ministerio por impulso de Pablo Iglesias, su marido y el vicepresidente y líder del partido en aquel momento.
En la “izquierda caviar”, las mujeres militantes deben tener un “macho” cerca para llegar a los cargos y proclamar el feminismo. Es un feminismo que tiene una falla de origen y ofende a la verdaderas feministas. Se asemeja a los líderes de fuerzas feudales de provincias que ponen a sus respectivas mujeres en listas legislativas. Eso mismo hacía Néstor Kirchner con Cristina. Hay que ubicar a esta gente en el lugar que les corresponde: son lo más rancio y reaccionario que existe, y están todo el tiempo viviendo en la impostura a fuerza de poner cara de zombis y repetir “la derecha” ante cualquier impulso que los pueda poner en evidencia.
La Argentina está en una espiral de desastre que no encuentra límite. Esta semana se supo que hay 2.800 muertos que cobran planes sociales y que más de 250.000 beneficiarios de planes pagaban bienes personales, lo que indica que es gente que tiene bienes por cifras significativas. El robo es la característica fundante del Estado Peronista. Los movimientos sociales cortan las avenidas, usan la extorsión para administrar planes y el resultado es este.
Lejos de parar ese disparate, el Gobierno les otorga una cifra millonaria de la obra pública. El ciudadano que paga impuestos mantiene con su trabajo a estafadores que copan el Estado para delinquir. Recordemos cuando Victoria Donda le ofreció a su empleada doméstica pagarle con un plan social. Eso es el peronismo. Esa es la idea de justicia social que tiene el peronismo. En otras palabras, es un cáncer que ha hecho metástasis. Para salvar al paciente, sólo existen terapias muy violentas.
Es muy patético ver a Máximo Kirchner y a su madre intentando diferenciarse del Gobierno para conservar poder. Es el recurso histórico del peronismo y no hay que permitírselo más. Este es el Gobierno de CFK y hay que recordarlo todos los días. Son como un viejo actor en decadencia que repite las frases de cuando era famoso. También hay que recordarles todos los días que CFK será, seguramente, condenada por corrupción en breve. Eso es lo que ha quedado del peronismo: puro patetismo. No hay que dejarles, ni por una vez, que vuelvan a usar los trucos que llevaron al país a esta calamidad.
Todas las semanas aparecen hechos nuevos que suman a la cuenta siniestra de la lista cosas con la que deberá lidiar el próximo gobierno. La gran duda es si se podrán hacer todas las reformas necesarias para revertir la decadencia. No hay más margen para tirar para adelante los temas. Será muy difícil porque los privilegiados que vean amenazados sus privilegios usarán todas las malas artes para parar las reformas. No debe ser excusa.
La oposición debe recordar la frase de Séneca: “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles; son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”.