La Argentina se desliza entre la decadencia y el patetismo. Siempre supimos que este año el peronismo nos iba a regalar postales sombrías, cosa que sucede cuando el poder entra en una acelerada descomposición. Debo decir que hasta yo, que siempre pienso lo peor cuando de peronistas se trata, me veo sorprendido por el nivel de desorientación y putrefacción política en la que están inmersos.
Que hayan tiroteado un supermercado vinculado a la familia de Messi puso en evidencia el desastre que es Rosario: una ciudad tomada y manejada por el crimen organizado. Un lugar donde los comerciantes tienen que pagar a la mafia para no sufrir atentados. La respuesta del Gobierno ante un hecho muy simbólico marca la pauta de que la Argentina estaría mucho mejor si no hubiera gobierno.
El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, dijo que los narcos “han ganado”. También manifestó que “llevan 20 años instalados en esa ciudad”. De los últimos 20 años, el peronismo gobernó 16, y durante esos años Aníbal fue ministro de Seguridad, de Interior y Jefe de Gabinete. El nivel de desastre es tan enorme que estas gentuzas funcionan como relatores de la situación cuando han sido los causantes.
El otro Fernández (el que se sienta en el sillón de Rivadavia) dijo que “evidentemente algo más habrá que hacer; el problema de la violencia y el crimen organizado es muy serio”. Lo único que puede decir son obviedades. Después de expresar lo que ya todos sabemos, siguió con su agenda por demás atareada y relevante. Por ejemplo, fue al CCK para inaugurar un acto llamado “Nosotras movemos el mundo” (?) con la ministra de Mujeres, Género y Diversidad, Ayelen Mazzina. El novio de Fabiola vive en su mundo donde sólo habita la idiotez.
Mientras, el kircherismo militante instala mediante voceros la idea de que esto se soluciona si vuelve CFK, que integra este gobierno y que fue la que lo creó. Por supuesto, los militantes y muchos de los miembros de la farándula K salen a repetirlo. “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana”, dijo Einstein y pareció describir a los militantes K. Obviamente, CFK no se pronunció sobre el desastre rosarino. De ella, solo sabemos que cobra un sueldo por no hacer nada y que hace mohines cuando habla su títere.
Nunca se instala el crimen organizado en los lugares donde hay buenos gobiernos y donde los políticos no son corruptos. Los criminales necesitan de la política, de la justicia y de las fuerzas de seguridad para que su negocio florezca. Necesitan de políticos débiles y de políticos corruptos, y la provincia de Santa Fe ha tenido ambas clases.
Tantos años de peronismo en el país han creado un terreno fértil para la criminalidad. En otras palabras, el peronismo es el mejor aliado para quien quiera desarrollar un proyecto turbio. Además, la notable influencia de políticos peronistas criados bajo esa cultura turbia es enorme. Por eso corrompen y se dejan corromper. Por eso intoxican a la justicia y a las fuerzas de seguridad, y son un jugador imprescindible en las redes del delito. Eso se ve en la política, en sindicatos, en jueces y en cualquier ámbito donde se pueda incidir sobre negocios oscuros. Sepan que a ellos no les importa gobernar. Usan el gobierno para hacer negocios.
La actitud del Presidente, de Aníbal Fernández y de CFK frente al desastre rosarino muestra un accionar típico del peronismo. Miran para otro lado ante los problemas porque sólo les interesa conservar el poder con el fin de preservar los negocios. Que la gente muera y se empobrezca no es algo que los altere. La prueba de eso sucedió en la Asamblea Legislativa, donde el títere Fernández atacó a la Corte Suprema con el único fin de hacer política interna y tratar de agradar a CFK. No les importa el estado de derecho ni el bienestar de los argentinos. Una asamblea legislativa presidida por un presidente que insultaba a otro poder y por una vice condenada por la justicia. Siempre se puede caer más bajo.
Para arreglar esto habrá que tener un plan muy consistente de intervención federal de provincias, de depuración de áreas del Estado, de cierre de empresas del Estado. Hay que tener el mapa completo con los lugares desde donde se conspira para parar las reformas. Rosario no es el único lugar de la Argentina manejado por la mafia. No se puede gobernar con los enemigos de la democracia y con los defensores de la corrupción conspirando. Cuando eso sucede, se benefician las mafias. De eso habla el desastre de Rosario.