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El plan desestabilizador de la CGT y el deber de defender la democracia desde el 11 de diciembre
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El plan desestabilizador de la CGT y el deber de defender la democracia desde el 11 de diciembre

El kirchnerismo tiene un solo plan: llegar como sea al fin del gobierno y desestabilizar al próximo desde el día uno. Ese es el gran tema con el que tendrá que lidiar el próximo gobierno.

Por supuesto, para ese objetivo el kirchnerismo tendrá como aliados a su personal doméstico de costumbre: la izquierda, los sindicatos, los medios pagados con el dinero de la corrupción y los gobernadores feudales del PJ. El gran tema es ese.

El kirchnerismo no tiene dinero para hacer populismo y lo único que conserva son cajas y lugares de poder para desarrollarse como un sindicato del crimen, su verdadera identidad histórica. 

El próximo gobierno debe encarar una cantidad extraordinaria de reformas. Sin reformas, no hay futuro, a no ser que alguien crea que es posible pensar en un futuro con los aterradores datos que acaba de publicar el informe de la UCA sobre la infancia: 6 de cada 10 niños de la Argentina son pobres. El peronismo lo hizo. Sin profundas reformas será imposible revertir ese horizonte tétrico. Y, cuando empiece el programa de reformas, el sindicato del crimen activará el aparato desestabilizador.

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Hay que aprender de la experiencia. Esta semana hubo piquetes en la Av. 9 de Julio que trastornaron el trabajo y la vida de los ciudadanos. Bajo la excusa de los reclamos, las organizaciones piqueteras han privatizado el espacio público. Creen que es de ellos lo que es de todos. Muchos de los que concurren a esos acampes lo hacen por presión o por miedo de perder los planes que cobran, planes intermediados por miles de dirigentes que hacen política (y dinero) por esa intermediación.

Nada hay de espontáneo en esas manifestaciones. En otras palabras, se trata de dirigentes que hacen política aprovechándose de los pobres. La historia (nefasta) de la Argentina.

Esa impunidad para cortar avenidas impidiendo la circulación, entre otros, a medios de transporte, fuerzas de seguridad, ambulancias, es inaceptable en la inmensa mayoría de ciudades en el mundo. Es un episodio que hay que mirar para ver el futuro y saber lo que no hay que hacer.

El Gobierno de la Ciudad fue completamente pasivo por años ante esa privatización del espacio público. No actuó en el terreno práctico ni se expidió desde el discurso público. Había muchas cosas para hacer: desde proyectos de protocolos antipiquetes, como se hizo en el gobierno de Macri, hasta casos como la provincia de Jujuy, en la que se prohibirán constitucionalmente los cortes de ruta, reglamentando el derecho a la protesta. Lo que no se puede hacer es no tener política frente esos acampes que vulneran derechos.

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Los ciudadanos nunca reciben explicaciones cuando se encuentran con un corte abrupto. Cuando no se enfrenta una política de alteración del orden se deja el terreno libre para que lo anormal se normalice. Eso hace que cada vez sea más difícil cambiar esa anormalidad. Eso debe analizarse, dado que se reproducirá por mil en el próximo gobierno luego de que al kirchnerismo le vaya pésimo en las elecciones, pero siga manejando dinero de la corrupción, medios comprados con dinero oscuro y amplias zonas del Estado y de instituciones cooptadas por militantes de algunas de las facciones internas del kirchnerismo.

Son tremendamente inútiles para gobernar, pero son muy buenos como organización desestabilizadora y eficientes en las prácticas criminales. Inventarán miles de casos como el de Maldonado, usarán medios de comunicación corruptos para ensuciar a los que les toquen privilegios, tirarán muchas toneladas de piedras contra las instituciones y usarán sus alfiles en la Justicia para parar reformas. 

 

El desafío del próximo gobierno será ganar las elecciones y ganar también la batalla política y cultural. 

Algunas manifestaciones de estos días confirman dos hipótesis: ya no hablan del desastre del cuarto gobierno kirchnerista y sólo están calentando motores.

La CGT (que no le hizo ni un sólo paro a este gobierno que destrozó la economía de los trabajadores) ya se puso en modo extorsionador contra las necesarias reformas que deberá hacer el próximo gobierno y hablaron de que no permitirán que se toquen derechos. En idioma CGT, están advirtiendo que no permitirán que les corten ningún privilegio.

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En el colmo de la falta de vocación democrática, han sacado un comunicado diciendo que no se reunirán con algunos candidatos a presidente (Patricia Bullrich, Milei y Espert). Cualquiera que esté planteando medidas que les quiten manejos a los sindicalistas eternos o reformas laborales que estimulen la creación de empleos, tendrá a la CGT enfrente, tal como ocurrió en el pasado con los gobiernos no peronistas que quisieron reformar el sistema vetusto y corrupto que ellos tanto defienden.

Juan Grabois (el amigo de Bergoglio) dijo: “La vamos a pelear y en un año y medio se van en helicóptero”. Por su lado, Andrés Larroque (una especie de mascota de compañía de Máximo Kirchner y de CFK) afirmó que “el mercado está en guerra con la humanidad. Y en Argentina quienes defienden la presencia del Estado para conducir el capitalismo es el peronismo. A una guerra de esas características tenemos una sola forma de responder, y es en la calle”.

 

CFK es vicepresidente y se limitará a hablarle solamente a su secta desde la pantalla de medios pagados con dinero de la corrupción para ser recibida y reporteada por un grupo de felpudos humanos. Del desastre de este gobierno que nació de un impulso suyo no hablará y ningún felpudo le preguntará.

 

Este tipo de manifestaciones antidemocráticas dejan en claro que hay que ganarles de forma contundente, pero que no alcanzará si el triunfo no se complementa con medidas que lleven a la derrota total a los desestabilizadores. 

 

Sin reformas no hay futuro y, aprendiendo del pasado, habrá que defender la democracia desde el primer día. Con los demócratas se conversa. A los que instalan el caos para desestabilizar a gobiernos legítimos se los derrota. Hay que empezar a trabajar ya en el diagnóstico. De aquí a fin de año instalarán la idea de que el próximo gobierno no tendrá derecho a gobernar.

 

Será misión de los demócratas defender la democracia. 

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