Por Willy Kohan
Mirando cómo debuta en las próximas semanas el nuevo gobierno del presidente Javier Milei, hay un escenario que en términos generales es compartido como el más probable por buena parte de banqueros, inversores y empresarios. Veamos:
1) Habría un dólar único para todas las importaciones y todas las exportaciones entre $ 800 y $ 1.000 pesos. Se mantiene el cepo y habrá un dólar financiero libre vía desdoblamiento cambiario o arbitraje de bonos como ahora con el CCL y el Mep.
2) Se negocia con los bancos que parte de la deuda del Banco Central por Leliqs, se reestructure en forma gradual con un bono en dólares a largo plazo, SIN afectar en absoluto a los depósitos.
3) Se asegura el pago de la deuda en pesos y en dólares del Tesoro.
4) Shock fiscal para cerrar el déficit y la emisión; nuevo acuerdo con el FMI, más ortodoxo para reabrir en lo inmediato el crédito internacional; y gradualmente, a medida que se recompone la confianza y regresan capitales, ir abriendo el cepo y liberando todos los mercados. Ley de Emergencia Económica y Reforma del Estado al Congreso.
Sencillo en el papel, con pronóstico reservado en la vida real. Porque finalmente para que funcione, todo depende de que se pueda recomponer la confianza en el país y que regresen los capitales. Que los argentinos en lugar de comprar dólares empiecen a venderlos. Y allí reaparece la política como el principal interrogante para la administración Milei. Porque de los 4 puntos que a modo de apretada síntesis se presentó como el plan de arranque de Milei en el principio de esta columna, el más importante, difícil y dudoso de lograr es el último.
Bajar 5 o 7 puntos el déficit fiscal para lograr el equilibrio y terminar con la emisión y la inflación en el futuro, significa tener que atravesar un presente dramático. Hay que triplicar tarifas y transporte, cortar drásticamente la obra pública el gasto y las asistencias a provincias, organismos y empresas estatales. Bajar subsidios impositivos a empresas y factores de poder. Abrir la economía, modernizar las leyes laborales. Si la mitad de todo esto fuera posible, ni hace falta dolarizar. Explotaría el ingreso de divisas.
No está claro y se verá en la cancha, si Milei logra volumen político para avanzar en las reformas y resistir las presiones de los tirapiedras en las calles, las huelgas salvajes de los gremios más combativos, el malhumor social por el shock de inflación reprimida que vendrá con el sinceramiento del dólar, las tarifas, los combustibles y los precios en general.
Cabe formularse estas preguntas y ser cautelosos en el pronóstico, habida cuenta de la experiencia que protagonizó no hace mucho al frente del país quien hoy pretende presentarse como el tutor de Javier Milei, el ex presidente Mauricio Macri. Recibió una herencia mucho más liviana que la que le llega a Milei, y no pudo completar las reformas ni terminar con la inflación.
Hay algunos elementos que merecen atención y revelan algunos aprendizajes de la experiencia Macri. Por lo pronto parece conformarse una nueva coalición de centro derecha con Milei y el ex presidente, donde ya no están los sectores progres de la UCR y la Coalición Cívica que formaban Juntos por el Cambio y corrían a Macri por izquierda durante su mandato. Sí están disponibles para el nuevo acuerdo la mayoría de los gobernadores radicales y del PRO.
Pero la clave es si a esa nueva coalición logra sumar en el Congreso y en el Gobierno al peronismo no kirchnerista, que sería la preferencia del propio Milei. Allí estaría la diferencia central con la experiencia Macri. El ex presidente rechazó al principio de su mandato un acuerdo con el PJ, recién lo llamó a Miguel Ángel Pichetto meses antes de intentar la fallida reelección.
Son alentadoras las noticias sobre acercamiento entre Milei y lo que representa Juan Schiaretti, por ejemplo. Para sumar poder político, hay que ser generoso y repartir al menos algo del poder. Así lo administraba Carlos Menem, otro de los antecesores admirados por el Presidente electo.
Porque ahora que están de moda los halcones, una cosa es ser guapo en la televisión y otra cosa es tener paralizados los aviones por semanas en el país, con los gremios combativos ocupando las pistas para impedir los vuelos. Vale lo mismo con los paros salvajes de los docentes, ferroviarios, metro delegados, estatales; o la extorsión de los líderes piqueteros cortando las calles con mujeres y niños utilizados como escudos para evitar ser desalojados.
Muchos de los amigos del campeón que hoy rodean a Milei, no está claro que estén dispuestos a poner el cuerpo en las malas. Ni en el Congreso, ni en los medios defendiendo al Presidente, ni mucho menos en la calle. Le pasó a Mauricio Macri.
¿Cuál será el relato en los medios de comunicación? Cuando Milei intente achicar el Estado que pierde plata y no da servicios, ¿se informará sobre “despidos masivos y familias que se quedan en la calle” o se tratará de explicar que no es justo que la inflación que pagamos todos siga financiando privilegios de minorías? ¿La unificación cambiaria y el sinceramiento de la inflación reprimida que inexorablemente llegará; se presentará en la radio y la TV como un fogonazo al bolsillo, un tarifazo y un ajuste salvaje sobre la clase media? ¿A quién le vamos a echar la culpa del drama en los próximos meses? ¿A las reformas que intente Milei o al modelo inflacionario que estalló por la gestión Fernández-Fernández-Massa?
Son todas preguntas relevantes, porque la recomposición del poder político para bajar drásticamente el déficit y disparar el regreso de capitales depende de no caer en las trampas que frustraron la modernización económica que intentó Macri entre 2015 y 2019.
Es cierto que parece haber una sociedad hoy mucho más harta que en 2015 del modelo del estatismo trucho de estos años. El fenómeno Milei en la calle y en las urnas así lo certifica. Derribando alentadoramente muchos tabúes que minorías interesadas instalaron por años en los medios y que están alejadas de la voluntad de las mayorías. Se sabe, además, que los King Makers de Milei están dispuestos a profundizar la batalla cultural en los medios y sobre todo en las redes. Lo que tampoco hizo la administración Macri.
Son días de especulaciones y pronósticos. Hay señales alentadoras. El rumbo económico es el correcto. Lo mismo que la política exterior. Enunciados. Precalentamiento, rounds de estudio. El partido y las peleas, recién comienzan.