Es muy sencillo y muy terrible: se terminó la plata. Ni sábana corta es ya. Sacudís el chanchito y no suena ni una monedita. Pero ya se sabe que el populismo sin plata se convierte en una locademia de desesperados y en un melodrama barato de traiciones.
En estas horas la traición fue cara. Traicionaron a los jubilados, una vez más, pero de la peor manera. Hace unos días se jactaban de otra moratoria jubilatoria. Vaya a saber con qué se pagará después de las últimas noticias.
Venía siendo todo un circo penoso, pero ahora el género es de terror porque meten mano a los bonos en dólares del Estado para pesificarlos a la fuerza y se destacan los del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de Anses, es decir el fondo del sistema previsional que, en teoría, busca el crecimiento de la economía y evitar la especulación financiera. Justo. En estas horas se derrumbaba el valor de esos bonos porque el mercado estima un costo altísimo y los inversores no terminan de entender. Sólo leen lo que ya leían. Que Argentina está en problemas. Problemas que ya no tapa la humareda.
Deberían cambiarle el nombre porque lo de “sustentabilidad” es una cargada. Están dejando al sistema aún más insustentable. El populismo sin plata es un Pacman que se come a sí mismo. Pero que también sale a comer el futuro de tus hijos y el futuro de tus viejos. Porque sólo saben gastar. Para ellos gobernar es gastar. Y no hace falta explicar que gestionan mal. Para eso alcanza con mirar el índice de inflación, la insoportable inseguridad, el colapso energético de estos días y el empobrecimiento sistemático al que han condenado a la población.
La señora Kirchner que dice que la persiguen, no por ser corrupta, sino por igualar a la sociedad y ofrecer movilidad social ascendente, debería fijarse bien, porque lo único que vienen logrando en igualdad es que los argentinos sean todos iguales de pobres. Y lo del ascenso social lo dirá por ella, que cobra dos jubilaciones millonarias. o por su hijo. que ascendió a heredero. En Argentina 2 de cada 3 chicos son pobres. Sólo con ese dato la vicepresidenta debería pensar dos veces antes de jactarse. Pero el relato es gratis para ella. No para el país, claro.
También dijo que había que desbaratar el sistema financiero que lava el dinero narco, pero ni en sus presidencias ni en la actual -de la que fue ideóloga- hizo nada para lograrlo. Ya recordamos aquí el record en importación de efedrina en su primer mandato y que, de hecho, se opusieron a una ley de extinción de dominio para capturar los activos financieros que procedan de actividades criminales.
Lo más grave, sin embargo, es que mientras detenta la vicepresidencia y el virtual poder en el Gobierno, aunque se esconda tras el telón de Sergio Massa, sale a denunciar que no estamos en un sistema constitucional y democrático. Si fuera así, ¿cómo ganó las elecciones?
Los motivos por los que ella impugna el sistema son justamente lo que lo hace resistir a los embates incesantes de su espacio por derribar las instituciones: la división de poderes y una prensa que critique e investigue. Y fue la Justicia la que dijo que el lawfare es una coartada porque la señora no puede explicar los millones que le permitieron comprar a Báez territorios que equivalen a 20 veces la Capital Federal.
Como afirmó en este programa el humorista político Alejandro Borenzstein, “dan un espectáculo patético cuando la gente la está pasando muy mal”.
Son momentos muy delicados porque la situación se agrava: al pico de fiebre lo marcó la inflación, y nadie confía en quienes gobiernan. Ni entre ellos se tienen confianza. Ni los mercados les creen. El Fondo cuida su propio pellejo cuando le da oportunidades a Argentina. Lo que pasó en estas horas muestra que están desesperados y que son capaces de todo. Pero las malas decisiones también tienen un límite y ahí decide la crisis. Y esa frontera es la que despierta la preocupación por el horizonte inmediato. ¿Puede haber una hiperinflación? ¿Van a devaluar el dólar oficial? ¿Van a romper con el Fondo? ¿Van a defaultear la deuda en pesos? ¿Van a hacer un Plan Bonex? ¿Van a sostener el Gobierno? Malos tiempos para improvisar cuando el tren se te viene encima.
