Argentina es realmente una fábrica de sorpresas. Cuando uno mira los periódicos, lo que menos puede esperar encontrar es que haya alguna noticia vinculada a Mario Firmenich, y que encima Firmenich aparezca respondiéndole a la vicepresidente, Victoria Villarruel, quien había dicho que toda esta gente (como él) debería estar presa.
Lo más patético de todo es que el criminal Firmenich les explica a unos presuntos alumnos a ls que les da una clase que hay que analizar si en el contexto actual hay condiciones para armar un movimiento como fue Montoneros.
Que Firmenich pueda a esta altura del partido estar hablando y diciendo esas cosas se debe en parte a esa postura tan nociva que tuvo el kirchnerismo: durante años se dedicaron a exaltar a todos los movimientos terroristas de la década del ’70.
Yo recuerdo que hasta hicieron películas. Una de ellas, por ejemplo, contaba la vida de Norma Arrostito. Norma Arrostito en su vida no había hecho nada más interesante que asesinar a Aramburu, y allí la mostraban como una niña buena. Y todos los de La Cámpora y sus grupos afines decían que los dirigentes de los ’70 fueron maravillosos.
Los de los ’70 constituyeron una generación espantosa. Los ’70 fueron años horribles. No hay que olvidar que esta gente, como Firmenich, ejerció el terrorismo durante la democracia (Montoneros mató mucha gente antes de la dictadura). Tras el golpe se fueron y después algunos volvieron para morir por la orden de Firmenich, que mandaba gente a enfrentar a la dictadura pero, cuando esta gente llegaba a la Argentina, caía muerta.
Firmenich es una de las peores personas que existen y todavía viven de aquella generación. Vaca Narvaja integra también ese lote, pero el caso de Firmenich es especial.
Firmenich entregó gente de su organización para salvarse él. Firmenich intentó hacer un acuerdo político con el peronista Massera cuando estaba el centro piloto de París. Hubo una diplomática que se llamaba Elena Holmberg y fue desaparecida porque enfrentó esa situación y le preguntó a la esposa de Massera si un collar que tenía puesto se lo había regalado Firmenich.
Firmenich y Massera estaban tratando de arreglar para hacer un movimiento, que era lo que siempre había querido Massera: tener un movimiento peronistir de allí, presentarse a elecciones cuando retornara la democracia en el país.
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Lo que dijo la vicepresidenta Villarruel me parece bien, porque creo que parte de la enfermedad argentina subyace en que estos tipos no hayan cumplido una condena. No sé si ahora la Justicia pueda reabrir una acusación formal, pero sí creo que habría que eliminar el indulto que le otorgó Menem.
Y también habría que hacer una tarea pedagógica: el que mandó a juicio a las cúpulas montoneras, junto a las cúpulas de las Fuerzas Armadas, con dos decretos de números contíguos, fue Alfonsín. Y él que liberó, tanto a los militares como a los montoneros, fue Menem, el ídolo de los militantes de La Libertad Avanza. Y luego Kirchner, que lo que quería era reivindicar ese sententismo absurdo para fortalecer su proyecto político y para volver a levantar todo lo que había pasado en los ’70, anuló el indulto a los militares, pero mantuvo el indulto a Firmenich y a las cúpulas montoneras.
O sea que, en realidad, tenemos la menesunda peronista todo el tiempo en el medio. Este tipo no cumplió 30 años de cárcel, que es lo que más o menos cumplen los terroristas. No fue juzgado gracias al indulto de Menem y a que más tarde Kirchner lo ratificó.
Hoy Firmenich apoya a un régimen -que es el tipo de régimen por el cual él luchaba- como la criminal dictadura nicaraguense, a la cual asesora. La Nicaragua de Daniel Ortega, vale recordar, que era apoyada por los gobiernos kirchneristas, porque «eran del palo». Al igual que Maduro. En t los negocodos los casos, tiene que ver con negocios.
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Por eso, yo no sé si es posible juzgarlos hoy, como dice la vicepresidente. Pero lo que hay que hacer es desarmar todas esas barbaridades que instalaron los kirchneristas durante tantos años. Estos tipos, que eran terroristas, criminales, asesinos, que entregaron a gente joven y además pretendían aliarse con algunos de los militares de las juntas, no se la pueden llevar gratis.
Hoy Firmenich vuelve a hablar, y sabe a quién le habla. Todos los que tenemos cierta edad sabemos que cuando volvió la democracia nadie quería a los Montoneros. Los militares habían hecho un desastre e iban a ser juzgados. Pero absolutamente nadie reivindicaba a los Montoneros. Eran unos marginales.
¿Qué pasó entonces? El kirchnerismo los romantizó. Por eso, Firmenich sabe que le está hablando a cierto grupo al que le parecería bien que volviera una organización como Montoneros. Eso es lo más grave. Le habla a sujetos que podrían tomar su bandera y pasar a la acción.
Esa romatinzación generó una escucha para este tipo de movimientos. Y ese pensamiento montonero, que incluye la posibilidad de alzarse contra la Constitución, actualmente se puede corporizar tirando piedras en el Congreso o en la Patagonia, donde de pronto aparecen grupos mapuches que creen que son dueños de la tierra, cuando sabemos que no son mapuches. Y sabemos quiénes están atrás.
Usando la misma metodología (y con nombres que venían de los Montoneros), reciclan ese tipo de actos. Antes ponían bombas en la Ciudad de Buenos Aires; ahora se meten en la Patagonia con el camuflaje de los pueblos nativos.
De todos modos, me parece buenísmo que estemos hablando de esto, porque es una batalla que hay que dar.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia).