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El renacer del vino rosado: una moda que llega para hacer justicia
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El renacer del vino rosado: una moda que llega para hacer justicia

Por Joe Fernández

La modernidad es un tsunami que arrasa con todo obstáculo que se le oponga. Celulares cada vez mas inteligentes, zapatillas que casi corren solas, aplicaciones que nos indican cuándo tomar agua y así la lista podría ser interminable. El mundo del vino no escapa a esta suerte de modernización de las cosas y nos propone el desafiante y divertido juego de deconstruirnos también en lo que se trata de esta noble bebida.

Hace algunos años, pedir un vino rosado a viva voz podría ser plausible de burla o de cierta mirada con desdén. Gracias a la triple conjunción de una evolución exponencial de la calidad de vinos, a la apertura mental del consumidor y sumado a un trabajo invisible y magistral de las bodegas de cambiar el color de sus vinos rosados de rosa flúo a un color piel de cebolla pálido y elegante, rememorando los excelentes vinos del sur de Francia, y la implementación de botellas que se parecen cada vez mas a perfumes, hicieron que el vino rosado recobrara un impulso voraz que no parece tener techo.

Encontramos rosados provenientes de uvas de Malbec, de Syrah, de Cabernet Franc e incluso de Tannat. Los precios también se han disparado como la calidad de los vinos y hoy podemos encontrar vinos rosados casi acariciando los cinco dígitos. Son vinos que han ido ganando en sutileza y en elegancia, y hoy muchas veces son número principal en catas y degustaciones.

Animarse a los rosados es adentrarse en un mundo de sabores perfumados, aromáticos y delicados, ideales para hacer boca, para esa picada inicial de quesos, fiambres y frutos secos, en donde la acidez de los vinos rosados, barrerá como defensor del Ferro de Griguol a todo resto de materia grasa que intente quedarse en el paladar del consumidor.

El rosado suma a toda hora. Al mediodía, al atardecer, a la noche e incluso cuando ya el derrotero de blancos untuosos y tintos potentes nos piden algo refrescante para llevar a la boca.

Joe Fernández

El mundo del vino es democrático e infinito y ha evolucionado mucho más que muchos de nosotros; es por eso que hoy se valora más la sutileza y la caricia al paladar que una bomba de taninos astringentes. Allá lejos quedó enterrada esa idea arcaica de que blancos y rosados eran para la cartera de la dama y los tintos para el bolsillo del caballero.

Parece una paradoja del destino, pero hoy, levantar la bandera de los vinos rosados, es cosa de machos. Hoy, en donde los rebeldes se visten con pantalón de vestir y zapatos y el establishment con remeras rockeras de bandas que jamás escucharon, reivindicar a los rosados es entender que muchas veces para hacerse escuchar es mejor un secreto dicho al oído que defender una postura a los gritos.

Hoy la modernización logra que podamos caer orgullosos a un asado con un rosado o tomar una copa de espumante mientras nuestra compañera disfruta de un atrevido cabernet franc. Ideal para una primera cita, en donde sus taninos suaves y su baja intensidad alcohólica hará que la charla fluya pero los dientes no se tiñan y que el único vestigio bordo en tu boca sea por haber chocado de frente contra los labios de tu acompañante mientras te murmuraba al oído que nunca había probado un rosado tan rico y sutil.

 

DIEZ ROSADOS PARA ESTE VERANO 2023

• Saint Felicien Rose Catena Zapata
• Crios Rose Susana Balbo
• Sylvestra Pinot Noir Rose Bressia
• Hey Rose Matias Riccitelli
• Believe in Rose Nieto Senetiner
• L’ Argentine de Malartic Diamandes
• Festivo Rose Monteviejo
• Amalaya Rosado de Corte
• Rose Goes Pink Lagarde
• Blush Humberto Canale

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