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El rol de los parlamentos frente a las catástrofes: el caso de la DANA en Europa
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El rol de los parlamentos frente a las catástrofes: el caso de la DANA en Europa

Por Lic. Alexis Chaves (*)

En un mundo tan frenético como cambiante en cuanto a factores climáticos y demográficos, hoy asistimos a tristes espectáculos de la naturaleza que obligan a los parlamentarios europeos a establecer medidas concretas para prevenir, mitigar y apoyar a las comunidades cuando se ven desoladas, como como ocurrió con la última de DANA en España.

DANA es un acrónimo que significa «Depresión Aislada en Niveles Altos”. Genera tremendas inundaciones (hoy en gran parte de España) porque grandes masas de aire frío aisladas que circulan a gran altitud se quedan varios días en ese ambiente, tomando trayectorias dispares y provocando un descenso de la temperatura en las capas intermedias y bajas de la atmósfera, formando una inestabilidad que deriva en fuertes y devastadoras tormentas.

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Son cada vez más frecuentes estas catástrofes naturales en los países de la Unión Europea, y han tenido un impacto demoledor en sus poblaciones. Y no solo en las urbes: también han destruido gran parte de la potencial producción agrícola y forestal (causando enormes pérdidas económicas).

Para tratar de manera rápida las vulnerabilidades del sistema alimentario europeo y de las comunidades rurales afectadas por estas catástrofes, los parlamentarios deben tener la capacidad de proporcionar un respaldo efectivo mediante legislación, que permita a los gobiernos apoyar los programas de reconstrucción, dotándolos de recursos disponibles inmediatamente.

Para brindarles ayuda extra y mayor adaptabilidad, la Comisión Europea trabaja para sugerir medidas concretas respecto al límite de no regresión. El objetivo es fortalecer presupuestariamente las inversiones en la restauración y la financiación para una pronta recuperación.

A modo de ejemplo, hoy se trabaja con el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural para convencer a los Estados miembros de proporcionar apoyo y liquidez específicos a comerciantes, agricultores, propietarios de bosques y a las pymes afectadas por las catástrofes naturales recientes.

Además, desde lo legislativo se cree que será necesario reforzar proyectos para incentivar las inversiones en la recuperación del potencial de cada sector, proporcionando mayores elasticidades presupuestarias que den “oxígeno” para poder levantarse desde cero, como es el caso de familias enteras.

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El Parlamento Europeo, mientras trabaja en las comisiones respectivas, sabe que resultará crucial sostener y fortalecer iniciativas para facilitar dichas inversiones y también medidas planificadas de prevención y preparación frente a futuras catástrofes. Para eso, es imperioso admitir que el cambio climático ya es una constante y que los países deben estar listos para atenuar los daños cada vez más habituales. Ahora que la DANA sorprendió a los españoles se debe entender la importancia de realizar inversiones y acciones de «prevención y preparación».

Adicionalmente, para certificar una utilización más eficaz de los recursos existentes en el contexto de los programas de desarrollo ya establecidos por los eurodiputados, los Estados tendrán que justificar la dirección de las nuevas medidas de asistencia a los más perjudicados, basándose en criterios imparciales y no discriminatorios. Y esto solo puede ser posible si se da a los países de la Comunidad Europea la posibilidad de simplificar los procedimientos burocráticos, considerando prioritariamente a la zona que está gravemente afectada, cuando se solicite bajo el criterio preestablecido de «fuerza mayor».

Se trata de salirse de la zona de confort, no perder tiempo en reglamentarismos y salvar inmediatamente la situación emergente, actuando rápida y eficazmente. Ayer decían que todo era “por el calentamiento global”; hoy la culpa es de “la DANA”. Quién sabe mañana a cuántos desafíos más nos encontraremos expuestos en cuanto al clima, el crecimiento demográfico, la contaminación en todos sus aspectos y la obra avasallante de la mano del hombre, que muchas veces no piensa en lo que vendrá.

Es tiempo de trabajar fuerte en una verdadera y duradera legislación, que permita agilidad y soluciones concretas cuando más se las necesite.

(*) Politólogo y analista parlamentario

 

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