Por Darío Lopérfido
Murió Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo, madre de un desaparecido. Eso me lleva a una reflexión de lo que uno siempre tiene que lamentar: lo que pasó en la Argentina en la época de la Dictadura, todas esas muertes y desapariciones, y todas esas cosas tremendas.
Pero esta persona, Nora Cortiñas, terminó siguiendo el mismo camino que Hebe de Bonafini, desafortunadamente. Y digo desafortunadamente porque es una pena porque deberían haber sido defensoras de los Derechos Humanos de todos, tener un criterio amplio y un espíritu no autoritario y democrático, para que mucha gente, incluso la que estuviera en las antípodas de su pensamiento, la reivindicaran como lo que eran, es decir, madres de desaparecidos y personas que habían tratado de encontrar a sus hijos durante la Dictadura y la habían enfrentado.
Pero desgraciadamente en la Argentina todo se arruina, y lo que pasó es que pareciera que toda esa gente fue invadida por un espíritu de secta y una voluntad de despreciar profundamente al que pensaba distinto.
Yo me acuerdo cuando Hebe de Bonafini, por ejemplo, festejó que se tiraran abajo las Torres Gemelas. Y Nora Cortiñas llamaba «monstruo» a Macri, que era un presidente electo y un presidente democrático. La verdad que no había motivos para llamarlo así.
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Y lo que me da pena es que esos símbolos, que pueden ser símbolos de la Argentina, porque lucharon contra la Dictadura, con el paso del tiempo hoy no tengan el apoyo de mucha gente, porque básicamente tomaron posturas que a veces fueron un poco autoritarias y, desafortunadamente, si uno ve la última foto de Nora Cortiñas, es una foto envuelta en la bandera de Palestina.
Lo mismo le pasa a Pérez Esquivel despreciando que en Israel hubo muertos. Sobre eso no dice una sola palabra de ellos y reivindica a los terroristas.
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Todo esto hace que gente que tendría que tener el reconocimiento de todos, hoy no lo tenga, porque mucha gente se siente excluida.
Es una sensación contradictoria. Por un lado, yo respeto el dolor de una madre que perdió a un hijo por una dictadura militar, pero por el otro critico ese espíritu de secta que el kirchnerismo pervirtió incorporando a toda esa gente que era respetada por toda la sociedad, y ahora quedó solo de un lado.
No es mi intención criticarla hoy, ni mucho menos. Pero sí es preciso decir que es realmente una pena que se arruinen los símbolos en la Argentina, los símbolos de defensa de los Derechos Humanos que deberían ser de todos.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia)