Por Mariel Fornoni (*)
Desde hace mucho tiempo que no llegamos con tanta incertidumbre a una elección como lo hacemos este 13 de agosto. Será en medio de un clima tenso y fragmentado, acompañado por procesos de desinformación y desinterés hacia la política de gran parte de la ciudadanía.
Una cosa que parece clara es que hay olor a fin de ciclo. Los liderazgos que dominaron los últimos quince o veinte años no tienen votos suficientes para ser candidatos electos, pero tampoco gozan del dedo de gran elector para asegurarse que a quien elijan salga victorioso en las urnas. Es por eso que los apoyos parecen ser suaves y elípticos.
Las encuestas solían ser una herramienta que en las elecciones servían como brújula en una navegación. Hoy, siete de cada diez personas no quieren saber nada con responder encuestas políticas bajo ninguna metodología que se utilice, con lo cual, si buscáramos más casos seguirían representando a un mismo segmento y dejarían de lado al universo que por algún motivo no quiere hacerlo. Eso explica por qué las encuestas tienen mucha dificultad para predecir resultados electorales. Siguiendo la analogía de la brújula, nada puede reemplazarla totalmente, pero hay determinados contextos en los cuales no funciona. Hoy el contexto para realizar encuestas pasa por esta misma dificultad.
Otra cosa que parece clara es que, a partir de aquí, surgirán nuevos liderazgos que ya hemos visto en las elecciones anticipadas provinciales, como observamos con gobernadores electos como Martín Llaryora (Córdoba), Hugo Passalaqcua (Misiones), Claudio Poggi (San Luis), Marcelo Orrego (San Juan), Ignacio Torres (Chubut) o el liderazgo de Maximiliano Pullaro en las PASO de Santa Fe. De todas maneras, gane quien gane en las próximas elecciones PASO presidenciales, primero deberá trabajar y conformar un discurso de unidad en su propio espacio político, para luego pensar en las propuestas y campaña de cara a la elección general de octubre. Deberá confeccionar las bases y medidas necesarias para mejorar la situación económica y social, generando expectativas y esperanzas futuras a todos los argentinos.
No existe el desarrollo económico si no va acompañado de desarrollo social y, gane quien gane, debe recuperar la confianza demostrando que buscará el crecimiento y el desarrollo a nivel país, y no un crecimiento atravesado por los intereses de un sector o espacio político.
“La esperanza es como la sal, no alimenta pero da sabor al pan”, dice José Saramago en su “Ensayo sobre la Lucidez”, una fábula escrita en 2004 sobre la actitud de quienes gobiernan una ciudad cualquiera y que después de las elecciones se asombran de la cantidad de votos en blanco. Es muy interesante porque el autor no solo se centra en la falta de autocrítica de la dirigencia política, sino que también pone el acento en el rol de la sociedad toda. Ojalá esta elección nos haga repensar el rol que cada uno tiene en esta democracia y repensemos el valor de nuestro voto.
(*) Mariel Fornoni es Doctora en Economía y Empresariales y socia directora de Management and Fit.