Por Carlos Fara (*)
Las crisis profundas siempre van de la mano con un entregarse a lo desconocido en busca de la salvación. Lo que encarne como sanación, creencia y/o mito, canaliza la mayoría de las energías sociales en la desesperación y el desasosiego. La entrega muchas veces es absoluta, dispensa errores y se ve seducida por teorías conspirativas. La historia universal es pródiga en ejemplos, de los mejores y de los peores.
Milei es un fenómeno resultante del fracaso de las dos coaliciones que estaban destinadas a repartirse un futuro que ya no existirá. Es el factor novedoso en la historia que rompe un ciclo de 80 años que, con sus más y con sus menos, circulaba alrededor de un esquema clásico de la política. En el momento en que es elegido presidente significa que la mayoría decidió correr un riesgo por fuera del statu quo, y ese dato ya es un indicador de cambio cultural en sí mismo. La aparición del PRO ya lo había advertido hace 20 años.
El nuevo fenómeno no es ideológico en sus apoyos, más allá de lo que exprese el líder. Es una adscripción sobre todo pragmática, en búsqueda de una solución final a una crisis que luce terminal, pero que los grandes títulos del nuevo relato no generan mayor pregnancia.
Volvió Bilardo: un curso acelerado de pragmatismo político para Javier (y Karina) Milei
Solo para tomar como ejemplo, la dolarización y las privatizaciones no parecen ni convenientes, ni deseadas.
Para afirmar que se haya producido una escala de valores diferente es imprescindible esperar a que pase el tiempo y se vean o no los resultados del nuevo modelo. Es muy difícil imaginar un apoyo estructural si el modelo no parece sustentable a lo largo del tiempo.
Si baja la inflación, pero el desarrollo resultante no condice con el imaginario social, la adscripción de largo plazo será puesta en duda. Ya le pasó a Menem en el segundo mandato.
Por lo tanto, una foto de corto plazo relativamente favorable dado el contexto, no debe disparar afirmaciones temerarias sobre el futuro. Como dijo Zhou Enlai sobre el Mayo francés de 1968, dos años después, “es demasiado pronto para saber”.
(*) Carlos Fara es consultor político, titular de Carlos Fara & Asociados y presidente de la IAPC