El cambio de rumbo en la política económica se va a perfeccionar a partir del nuevo ciclo constitucional en 2023, ya sea que revalide o no este Gobierno. En Argentina los programas económicos suelen ser ‘one shot’; y el momento para hacer cambios de fondo es en el inicio de cada gestión. Volantazos posteriores carecen de legitimidad porque se dan en un marco de mayor debilidad política.
Una cuestión indispensable para el reseteo venidero es entender que la salida del laberinto económico no va a ser un lecho de rosas. El próximo Gobierno deberá pagar costos para atacar el problema inflacionario, que hoy está en el centro del desequilibrio macro.
En lo personal creo indispensable un programa de estabilización. Eso podría implicar, por caso, resignar puntos de crecimiento económico para contener la aceleración de precios. Todo no se puede. Habrá que priorizar.
Por último la referencia institucional. La amplitud de los vaivenes en cada ciclo político le resta apropiación a un marco programático que pueda lograr estabilidad a lo lago del tiempo. Parece indispensable discutir reglas para la política fiscal, monetaria y cambiaria, que puedan aprobarse con carácter legislativo y respetarse en el tiempo. Eso no implicaría suprimir márgenes de acción para cada administración, pero sí limitar barquinazos.
Venimos de crisis en crisis hace una década, independientemente del color político. Llegó el momento de estabilizar para resetear.
(*) Sergio Chouza es director de la Consultora Sarandí
