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Fútbol y Gran Hermano: Javier y Pedro, los dos a la final
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Fútbol y Gran Hermano: Javier y Pedro, los dos a la final

Por Carlos Souto (*)

España y Argentina han alcanzado una soberbia actuación en sus respectivos desafíos continentales. España deberá derrotar a Inglaterra para ser campeón; la Argentina, a Colombia. Si ambos se coronaran, cosa que de verdad deseo, se enfrentarían a la postre en la llamada Supercopa -o algo así- por la presea más deseada en el mundo del fútbol después de un título mundial. Serían once españoles contra once argentinos peleando con los dientes apretados para ganar. Eso es bonito, sano y natural. Claro que habrá rivalidad, pero no habrá problemas entre los pueblos.

Sin embargo, en el campo político no hicieron faltan once por bando sino tan solo uno para que ambos países mantengan una tensión diplomática nunca vista en toda una historia de hermandad.

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A punto tal, que el presidente de España, Pedro Sánchez, decidió hace muy poco retirar a su embajadora en la Argentina en forma permanente. Esto ha sucedido muchas veces a lo largo de la historia moderna y casi siempre presagió una guerra o una tensión insalvable por mucho tiempo. Pero eso no sucederá.

Javier Milei en cambio, no retiró al embajador en España, y con ello en realidad le ganó una mano importante de la partida.

Porque Milei no tuvo nada que ver en el comienzo del conflicto: la chispa que hizo llamas se llama Oscar Puente y es un ministro de Sánchez que se ocupa de la triste y bochornosa tarea de la que se ocupó el ultrakirchnerista Guillermo Moreno durante el kirchnerismo: irritar, dividir y crispar.

Amenaza bien e insulta mejor el señor Puente, que llama en modo público “saco de mierda” a un joven periodista crítico del régimen y, “BOOM”, acusa de ingerir sustancias al presidente argentino antes de que nada pasara a mayores. Lo hizo a sabiendas de que Milei viajaba, y sabía a qué iba.

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Entonces, nuestro presidente viajó a España fuera de todo protocolo y recibió un premio además de un retrato gigante de él mismo con una actitud reflejada, que lo emocionó hasta las lágrimas.

Y para rematarla fue la figura central en un acto de VOX, el único partido de derecha de España, una vez que el tradicional Partido Popular se ha tornado, rápidamente traducido al argentino en “coreacentrista”, esa gran figura creativa que dibujó la grieta que supimos conseguir.

Javier comparte con VOX muchos valores políticos y el lugar se colmó de gente que lo escuchó y coreó su nombre. Javier versión rockstar. Por supuesto que le lanzó dardos a Sánchez, en especial uno envenenado: llamó “corrupta” a su mujer.

Entonces, en su desesperación, Pedro, que tiene tantos frentes abiertos, vio una oportunidad de imponer un relato paralelo distractivo, a través del formato Gran Hermano. En España, desde el año 2000 vio 25 veces Gran Hermano (es récord). Pero se equivocó.

Pedro pensó que había encontrado un loco fácil de domar. Después de todo, Pedro es guapo y alto y eso; y Javier no.

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Pero Javier tiene dos cosas que Sánchez no tiene. Primero, una hoja limpia; y segundo, una actitud difícil de confrontar. Es un hecho; no solo lo han probado ya quienes le han buscado las pulgas, sino que ha habido también hasta daños colaterales.

Entonces, Pedro cometió el error ante a las cámaras omnipresentes, y desafió a Milei retirando la embajadora en forma abrupta y definitiva. Era un gambito claro. Javier se dio cuenta y no tocó su proyecto diplomático en desarrollo por ese motivo.

Javier no entró en el formato de “quedan dos en la casa” que le planteó Pedro; pasó de largo y lo dejó en la ruta haciendo dedo. Le faltó hacerle el pito catalán.

Lo cierto es que Javier aprovechó el ataque y la fuerza del rival para avivar el fuego con el viento a favor y decidió volver a España enseguida, en caliente, con una exposición diferente que la anterior. Atacó otro segmento social, y atacó a Sánchez visitando la Comunidad de Madrid y en particular a su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, a quien, al igual que con la Meloni, saludó con manos, besos y abrazos.

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A esto hay que agregarle que lo recibió una multitud y que Javier recibió una medalla como mandatario ilustre de visita en Madrid. Y además, como si todo esto y el revuelo que generó fueran poco, el tipo salió al balcón a saludar a muchísimos ciudadanos concentrados en la mítica Puerta del Sol de Madrid, justo en frente del Palacio de Gobierno.

Ahí pudimos ver otro capítulo de un romance que nació con la política y morirá con ella, el amor entre los políticos y los balcones.

Javier le dio un dolor de estómago mayúsculo a Sánchez y ni la hora, por otra parte. El español tiene un frente político imposible de sostener y ahora mismo sus acuerdos con los ex ETA (terroristas vascos) a través de su partido Bildu y con los separatistas catalanes han sido hechos a la desesperada y no pueden salir bien.

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Sumado a que, a esta altura, la mujer de Pedro ya recorre los tribunales por asuntos muy turbios. Ya está allí, sentada en el banquillo, y eso es un indicador de que en España podría no pasar lo mismo que en la Argentina, de que podrían evitarlo. O tal vez no: la resiliencia del régimen también la conocemos a fondo aquí en el sur.

Sin embargo, el final de la pelea entre Javier y Pedro es previsible en este caso. El error no forzado de Pedro, aunque táctico, revela la necesidad de elementos distractivos para tapar un escabroso panorama más inestable que nitroglicerina en sulqui. Por eso, el resultado más probable es que gane Javier, que en modo global está en plena subida, mientras que a Sánchez se le acaba el combustible para abastecer tantos frentes a la vez.

En fin, como sea, que ganen España y la Argentina sus desafíos más difíciles, que es lo más importante. Pero para mí -ojo, para mí-, un día de estos Pedro abandona la casa.

(*) Carlos Souto es un reconocido consultor político surgido en la Argentina. De origen español, es considerado uno de los principales referentes de la comunicación política en Latinoamérica, y se ha consolidado en la última década también en el mercado de Oriente Próximo.

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