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Inversores globales: el interés por Argentina y la paradoja del blanqueo
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Inversores globales: el interés por Argentina y la paradoja del blanqueo

Por Gustavo Schutt (*)

Hace pocos meses participé del Exit Planning Summit, que se desarrolló en Marco Island, Florida, y pude confirmar definitivamente que Argentina está en la vidriera del mundo en cuanto a inversiones. El interés que despierta el nuevo rumbo económico del país, sumado al reconocido potencial en cuanto a emprendedurismo y calidad de nuestros recursos humanos, hacen que las expectativas sean altas.

Este interés coincide sin dudas con la búsqueda de muchas empresas argentinas que intentan conseguir financiación o directamente poder hacer una venta a inversores globales de gran porte. Esta coincidencia podría facilitar entonces la concreción de operaciones que en el pasado reciente no habrían sido posibles por la desconfianza que generaba el medio local.

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En este punto, es necesario profundizar en un rasgo que presenta la economía argentina y que podría llegar a representar un escollo: el alto grado de informalidad. Esta característica, que surgió de la necesidad de protegerse muchas veces ante la voracidad fiscal de un Estado ineficiente e invasivo, se convierte en una desventaja a la hora de vender.

¿Puede una empresa informal llegar a ser adquirida por un inversor global? Lo cierto es que se enfrenta a algunas dificultades. En primer lugar, las empresas informales a menudo carecen de la documentación legal y los estándares de cumplimiento necesarios. Esto puede ser un gran obstáculo en negociaciones con corporaciones globales que siguen rigurosos protocolos legales.

Por otra parte, sin registros financieros formales es difícil establecer un valor justo para la empresa. Además, el due diligence (auditoría) puede descubrir irregularidades que disminuyen el interés o el valor de la oferta.

En la mayoría de los casos, tener una parte del negocio informal hace que sea inviable para empresas que son abiertas y que cotizan en alguna de las Bolsas internacionales. Es típicamente un “deal breaker”.

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La informalidad genera desconfianza y, en algunos casos, haberla tenido incluso en el pasado deja a la empresa “manchada”. Las grandes empresas buscan asociarse con otras que no solo reflejen una imagen de profesionalismo y confiabilidad sino que lo posean.

Por esa razón, si como dueños queremos contar con la posibilidad de este tipo de socios estratégicos, debemos cuidar la “formalidad” en nuestros negocios y asegurarnos de que la empresa cumpla con todas las regulaciones antes de considerar una venta. Es importante organizar las finanzas, manteniendo registros financieros claros y auditables, lo cual no solo aumentará el valor de la empresa sino también la confianza de los compradores potenciales.

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En este punto, una de las consultas que he recibido últimamente es acerca del blanqueo. ¿Puede ser una instancia útil para salvar las falencias que arrastre el negocio en este aspecto? La respuesta tiene dos aristas. Por un lado, la posibilidad de regularizar situaciones de este tipo debería funcionar como una herramienta para sumar valor y atractivo a las empresas, ya que una vez efectuado el blanqueo se supone que no hay contingencias (al menos de ese tipo). Y en muchos casos así sucede.

Aunque también puede ser un arma de doble filo, ya que algunos fondos de inversión consideran que el mero hecho de haber pasado por un blanqueo siembra dudas sobre la transparencia del negocio. De esta manera, paradójicamente, el blanqueo termina representando una mancha indeleble que estos inversores no ven con buenos ojos.

Sin embargo, estamos en un momento propicio, donde el interés externo aflora y las oportunidades se multiplican, lo cual siempre juega a favor y puede inclinar la balanza. Habrá que ver, caso por caso, qué posibilidades hay de que una empresa resulte atractiva para un eventual comprador, pero sin dudas es tiempo de estar atentos y con los ojos bien abiertos para aprovechar las oportunidades que surjan o ir en busca de las mismas.

(*) Consultor especializado en Exit Planning y autor de “La reinvención del dueño”

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