Por Gustavo Sylvestre
La reciente designación del Obispo Jorge García Cuerva como nuevo Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, y en el futuro, una vez que el Papa lo designe, Cardenal Primado de la Argentina, marca por primera vez en estos diez años de papado, la directa injerencia del Santo Padre en marcar su línea apostólica para nuestro país.
Si bien el ahora retirado Mario Poli también había sido designado por Francisco, su rol fue más bien opaco, y en los últimos tiempos, distante del Vaticano. Con esta designación, el Papa se asegura de que su mensaje llegue a la Argentina y de que la voz del Nuevo Arzobispo resuene más fuerte, en una búsqueda tal vez de posicionar a la Iglesia en un rol más activo, en una Argentina que empieza a preocupar a propios y extraños.
El nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva (Foto: NA)
En el reciente reportaje que le hiciera en Santa Marta, el Santo Padre se mostró preocupado y hasta alarmado por la realidad política de nuestro país. Lanzó la advertencia sobre el peligro de «los adolfitos», aquellos supuestos salvadores de la Patria que sin formación y estructura, prometen resolver todos los problemas, y después terminan conviertiéndose en experimentos nefastos para un país.
Cuando le pregunté sobre cuál era el antídoto para frenar las derechas y ultraderechas tan violentas, me respondió: «La Justicia Social, no hay otro. Si vos querés discutir con un político, un pensador de ultraderecha, hablá de Justicia Social, hablá en horizontal, de los pobres… Y te dicen, Padre, usted es comunista… Mirá, mi carta de identidad es Mateo 25, y al que dijo eso vos le decís comunista…?! ¿Quiénes van a entrar al cielo? Tuve hambre, me diste de comer, tuve sed, me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste, estaba preso y me viniste a visitar. Esa es la regla de conducta. ¿Comunista? Comunista. Pero hemos caído a veces en la tentación de reducir el Evangelio a un modo de vivir burgués«.
Y cuando la repregunto sobre el papel de los curas villeros, el Santo Padre responde: «Es verdad que hubo al inicio una cierta ideologización en algunos de ellos. Los que están ahora que se ven por vocación, son grandes, y el Obispo que los guía es un hombre de la Iglesia, un corazón grande. No son villeros por ideología, no. Son villeros porque son pastores que viven en la villa. Primero pastores, las ideas van atrás». En estas dos respuestas, podemos encontrar el por qué eligió al Obispo García Cuerva.
Reflexiones en el Vaticano: un diálogo mano a mano con el Papa Francisco
El nuevo arzobispo porteño fue ordenado sacerdote en 1997, por el Obispo Jorge Casaretto. Para su lema episcopal eligió una frase de Tobías: “No apartes tu rostro del pobre».
Su simbología es popular; el símbolo episcopal tiene una cruz con una chapa-techo típico de las villas, y su cruz pectoral de madera tiene un detalle casi imperceptible, un pedacito de chapa de la casilla donde vivió en la Cava, y en el escapulario, un poco de tierra de la canchita de fútbol de la misma villa de San Isidro. Como para no olvidar el inicio de su apostolado y su compromiso.
Como Francisco, el flamante Arzobispo porteño también mantiene un vínculo pastoral con aquellos privados de libertad, y es habitual su acción pastoral en las cárceles.
En 2017 el propio Papa lo llamó «el Obispo Villero”, junto a Gustavo Carrara, el actual Obispo auxiliar de Buenos Aires.
Sin lugar a dudas, el Papa Francisco, con esta designación, está enviando una señal fuerte a la Iglesia Argentina, pero también a la Política de nuestro país, en un momento donde la pobreza va en aumento, donde parte de la Iglesia parece haber olvidado su cercanía con los que más sufren y cuando la Argentina está inmersa en un proceso electoral que ubica a las opciones más despiadadas de la derecha, con posibilidades de llegar a la Presidencia de la República.
En la entrevista de Santa Marta, el Papa Francisco dejó otro mensaje contundente, y refiriéndose a la Parábola del Buen Samaritano, me dijo: «No miremos tanto para arriba, no escupamos para arriba, que te va a caer en la cara. Ayudá al que está tendido -estamos llenos de gente tendida- con la mano. Y con esto quiero decir algo importante: nosotros a veces tenemos el vicio de mirar a la gente por sobre el hombro. Hay una sola actitud donde es lícito que una persona mire a otra de arriba abajo. Cuando te agachás para ayudarlo a levantarse, de otra manera no es lícita«.
El Papa revolucionario: los diez años de Francisco que cambiaron la Iglesia
El Papa Francisco estaba preanunciando la línea pastoral que desea para la Iglesia Argentina. Y la empieza a perfilar fuerte, con la designación del nuevo Arzobispo porteño. Tal vez preparando a la Iglesia para un período de nuestra Argentina que se puede tornar incierto, en caso de triunfar algunas de las alocadas propuestas de derecha que hoy circulan alegremente, y sin sustento, en la campaña electoral de nuestro país.
