Por Rafael Rofman (*)
El número de nacimientos en Argentina está en declive; un fenómeno que transforma la sociedad, la economía y las políticas públicas. En 2023, nacieron 460.902 bebés, unos 315.000 menos que el año más alto de la historia (2014). La tasa global de fecundidad -que mide cuantos hijos tiene una mujer en promedio- bajó de 2,4 en 2014 a 1,4 en 2023 (último año con datos disponibles).
Este proceso no es nuevo. Argentina comenzó su transición demográfica a principios del siglo pasado y fue bajando su fecundidad desde entonces. Entre 1950 y 2010 el descenso fue lento, especialmente si lo comparamos con otros países de la región, pero en los últimos diez años se aceleró bruscamente, probablemente por cambios sociales y culturales y la adopción de nuevos métodos anticonceptivos.
Más allá de las razones, en menos de 10 años la fecundidad total bajó más de un 40% y la adolescente (es decir, las mujeres menores de 20 años) un 66%.
Este rápido cambio en la demografía de nuestro país tendrá fuertes impactos que no deberían ser ignorados. Aunque no parece razonable preocuparse por un eventual “despoblamiento” del país (las proyecciones actuales indican que la población va a oscilar entre 45 y 50 millones durante los próximos 50 años), sabemos que vamos a tener una población más envejecida, con menos niños y más adultos mayores. Esto implica algunos desafíos serios, pero también oportunidades importantes.

Rafael Rofman
El principal desafío es que nuestra población va a envejecer. Vamos a tener menos chicos y muchos más adultos mayores. La edad promedio de quienes están en el mercado de trabajo va a ser más alta y, luego de un período favorable (conocido como el “bono demográfico”, que durará aproximadamente una década), la proporción de la población en edad de trabajar irá disminuyendo.
Este es un desafío que los países más desarrollados enfrentaron con éxito en el pasado, aumentando mucho la productividad de sus trabajadores.
Sabemos que la productividad depende de cuánto capital humano (es decir, educación), cuánto capital físico (infraestructura, inversiones) y cuánta tecnología hay disponibles. Nuestro país ha tenido malos resultados en estas tres áreas en las últimas décadas y eso lo estamos pagando hoy, cuando tenemos un PBI per cápita parecido al de 2008 y apenas un 20% más alto que hace 30 años.
La buena noticia es que, gracias al descenso de la fecundidad, tenemos una oportunidad histórica para mejorar los resultados de nuestro sistema educativo. Cada año, el número de niños que ingresan a las escuelas es un poco menor al del año anterior. Por primera vez en la historia, las autoridades de educación no tienen que pensar cómo contratar más docentes y construir más escuelas para las nuevas generaciones, cada vez más numerosas, de estudiantes. Ahora puede repensar sus sistemas, ofreciendo formación adicional a maestros que no son necesarios en las aulas, achicando el número de chicos en cada clase, focalizando los recursos de infraestructura en menos escuelas y aulas o rediseñando los programas de formación docente, entre otras posibilidades. Si logramos un salto de calidad en nuestra educación, estaremos más cerca de conseguir el salto en productividad que tanto necesitamos.
Por supuesto, también hay otros desafíos. Más adultos mayores significa más jubilados, y nuestro sistema previsional ya tiene problemas para sostener el pago de beneficios en la actualidad. El desafío acá es reordenarlo para concentrar los recursos en la población que realmente los necesita. Hoy tenemos 2,8 millones de beneficiarios menores de 65 años, más de 1,1 millones que cobran dos o más beneficios y reglas que hacen que el sistema sea muy injusto en muchos casos. Poner orden hacia adelante implica hacer el sistema más sostenible y mejorar los beneficios futuros de la mayoría de la población, aun en un contexto de envejecimiento poblacional.
En definitiva, el desafío que tenemos por delante como sociedad es hacernos ricos antes de hacernos viejos, porque después será demasiado tarde. ¿Podremos lograrlo?
(*) Investigador principal de CIPPEC