En trece días se definirán las primarias más trascendentales desde que las PASO están vigentes. Hasta el peronismo tiene competencia interna, aunque Juan Grabois haga de colectora del voto más radicalizado para sumar a la lista de Sergio Massa.
Pero en la oposición, que viene de vencer en cinco provincias que gobernaba el peronismo, -teniendo en cuenta esa tendencia-, se juega algo más fuerte. Con el escenario de hoy, el que gane las PASO, entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, será quien más chance tenga de ser presidente.
Por eso en la oposición conviven momentos de crudos encontronazos y momentos de distensión. Empieza a emerger cauta la conciencia de que debe prevalecer la unión y no las peleas, aunque eso no sea fácil teniendo en cuenta lo que está en juego.
Quien busca ser un garante de ese equilibrio es el ex presidente Mauricio Macri. La unión del día después. Y lo que todos se dicen para poner paños fríos, es que el verdadero enemigo es el kirchnerismo, y que es el único que gana si la interna escala. Para la oposición, el desafío pasa por dosificar el conflicto. O, dicho de otro modo, no escalar el conflicto al nivel de poner en riesgo el espacio. Pero no es fácil. Ayer, al celebrar la ajustada victoria en Chubut hubo un momento en que Bullrich frenó los cánticos a su favor, estando Larreta presente, y llamó a la unión.
El sábado en La Rural no se habían saludado. Y aunque Patricia fue más aplaudida por las tribunas, Horacio obtuvo varios guiños del Presidente de la Sociedad Rural. Varias veces lo llamó por su nombre, como muestra de cercanía con el espacio opositor y con el dirigente hoy a cargo del Gobierno porteño.
El equipo de Larreta dice que están creciendo en las encuestas y confían en un supuesto voto silencioso que se decide por el centro del espectro ideológico. En el equipo de la exministra de Seguridad, aseguran que ellos siguen manteniendo una amplia diferencia a su favor en las encuestas recibidas en las últimas 48 horas.
Con las encuestas bajo cuestionamiento, más que nunca en ambos lados saben que la verdadera encuesta serán las PASO. Entre los indecisos y los que no vayan a votar, hay votos bajo el iceberg, esos que no logran ser detectados por las mediciones.
El momento de la verdad es el momento del cuarto oscuro y esa tensión por el cara a cara con el votante, suma presión. Ahí terminarán las narrativas útiles en la campaña.
Para el cierre de la campaña faltan sólo diez días, pero esos diez días son un mundo, considerando que todo se amplifica en la recta final. Es el tiempo en que la gente vuelve a reconectar con la política para tomar una decisión. Cada acierto o cada error se ven en un microscopio en esta fase, la fase microscópica de la campaña.
En el oficialismo, se les volvió más complicada de lo que creían la duplicidad de tener un ministro candidato. Llegan con la lengua afuera a pagar el vencimiento con el Fondo, adquiriendo nueva deuda porque el organismo no hizo los desembolsos que el ministro tantas veces había dado por seguro. El que dice “Show me the money”, antes de poner otro dólar es el organismo.
Massa había hecho otra apuesta: que como al Fondo no le conviene que Argentina caiga, iban a dejar pasar los incumplimientos y hasta sumar unos dos mil millones extra con los que pensaba sostener el tipo de cambio. Nunca ocurrió. Ahora, encima, la suba del dólar blue y sus propias medidas ya generaron una nueva ola de remarcaciones que presionan sobre los precios.
Días pasados Massa afirmó que cuando sea Presidente bajará la inflación: por qué no lo hace ahora, es el razonamiento inmediato luego de escucharlo. ¿Cómo creerle al candidato que hará lo que no hace el ministro? Él mismo se pone en evidencia. ¿Tendrá que ver esto con los motivos por los cuales suspendieron la caravana a La Matanza? Que a un candidato por el kirchnerismo se le complique entrar en La Matanza dice muchas cosas.
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Y mientras Cristina Kirchner sigue la campaña casi a escondidas, en el Senado no tiene paz. Intentará sesionar como sea para extender el mandato de su jueza preferida, la camarista Ana Maria Figueroa. Y sumar el nombramiento de 75 jueces afines que podrían cambiar el balance de fuerzas en el Consejo de la Magistratura. Sólo tiene esta semana. Porque la jueza cumple años el 9 de agosto: es la fecha que la manda directo a la jubilación. Y si gana la oposición será muy difícil que logre lo que no logró hasta ahora.
La vicepresidenta está dispuesta a usar hasta la última gota de poder. Vergonzosamente, si logra sesionar, la tercera vez que el Senado sesione en todo este año será por la misma razón: la impunidad de Cristina.