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La columna de Gustavo Sylvestre: «Los presidentes son humanos y no eternos»
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La columna de Gustavo Sylvestre: «Los presidentes son humanos y no eternos»

Por Gustavo Sylvestre

La mediocridad, el miedo y el conformismo se apoderan de buena parte de la dirigencia nacional, que no reacciona a los atropellos sin precedentes del Gobierno de Milei. La oposición sigue buscando su destino, casi en silencio.

El poder político y económico de la Argentina viene naturalizando en estos cinco meses del Gobierno de Milei hechos y actos muy graves para la vida institucional del país, que hasta diciembre del año pasado, si los hubiera ejecutado cualquier funcionario del Gobierno anterior, hubieran merecido inmediatamente la reacción del arco político y mediático.

La mediocridad se ha apoderado como nunca antes de la vida política, empresarial e institucional de la Argentina. El debate político es inexistente, y la Argentina de estos tiempos pareciera tierra arrasada, o desierta, donde a nadie le importan las desviaciones permanentes del Gobierno.

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Se naturaliza que el presidente desprestigie e insulte al Congreso y sus integrantes. Algunos gobernadores de provincias, después de que el presidente indicara que los iba a pisar y asfixiar, corren a firmar acuerdos para estar cerca del poder, pero luego son despreciados y nunca auxiliados; como caso ejemplar, la Provincia de Misiones.

La actividad industrial cayó en marzo como nunca antes en los últimos 35 años, un 8,5%, y el desplome en actividades como la construcción, el acero, la industria textil y otras es de magnitud pocas veces vista; y, sin embargo, la cúpula de la UIA guarda “sepulcral” silencio. El “miedo” a hablar y a las represalias del poder, se ha apoderado de buena parte de los principales actores de la Argentina.

Los límites a Milei, que no son puestos internamente, parecieran llegar desde el exterior. La reciente visita no oficial, como la mayoría de los viajes al exterior (ocho en los primeros seis meses de Gobierno, récord para un presidente), a España disparó un conflicto diplomático pocas veces visto, que pareciera que recién comienza.

El presidente Lula repite a quien lo quiera escuchar que no recibirá a Milei, hasta tanto no se disculpe públicamente con él, tras las ofensas que recibiera. Ni siquiera leyó la carta que le envió meses atrás. China demora la prórroga del Swap de monedas de ese país, hasta que el “panorama aclare”. Con México la relación esta fría, lo mismo que con Colombia o Chile. Y hasta el propio presidente Biden se ha negado a recibirlo, molesto tal vez porque en plena campaña presidencial norteamericana, Milei corrió a los brazos de su archienemigo, Donald Trump.

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¿Cuál es el beneficio de tantos “perdones” a las imprudencias presidenciales, si ni siquiera la economía está funcionando bien? Todos los índices económicos que hasta diciembre estaban en verde, ahora están en rojo.

En la encuesta del mes de mayo, la empresa Zuban Córdoba y Asociados preguntó, entre otras cosas, con qué palabras negativas describirían al presidente Milei. Las que salieron fueron: mal educado, violento, agresivo, mentiroso, malvado, insensible…, en ese orden. La mayoría de los argentinos consultados teme perder el trabajo y sostiene que el sueldo no le alcanza para llegar a fin de mes. Sin embargo, el presidente respondió que, si eso fuera cierto, la gente se moriría…

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Frente a todo esto, sin embargo, no se avizora por el momento que haya un armado opositor que pueda contrarrestar en la acción el relato del Gobierno. La oposición justamente no encuentra un marco de organización adecuado, y las figuras que más claramente comienzan a aparecer como capaces de liderar una alternativa al gobierno libertario, son el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el diputado porteño, Leandro Santoro. Dos figuras que no pertenecen al tradicional “aparato” político de la política tradicional.

Mucho del daño actual, a nivel económico e institucional, será difícil de remontar en el tiempo, y el Gobierno debería saber que en 40 años de democracia hubo presidentes que se creyeron dioses, pero que el pueblo oportunamente les recordó que eran humanos y no eternos.

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