“El sábado 24 de junio fue un día clave en Argentina. Lionel Messi, la superestrella del fútbol cumplía 36 años. Pero también fue el día en que empezó la temporada de competencia electoral en el país. Mientras los políticos precalientan para competir en las elecciones, enfrentan un panorama desalentador. La inflación interanual de 114% es la tercera más alta del mundo. El porcentaje de personas que no puede acceder a alimentos y servicios básicos ha crecido del 30% en 2018 al 43% en la actualidad. No sorprende que la principal preocupación de los votantes es la economía y que eso los está empujando a favorecer a políticos que ofrecen ajustes radicales a los males económicos del país”.
Así comienza la nota de la prestigiosa revista The Economist, en la que se refiere al panorama electoral argentino en medio de la crisis.
¿Quiénes son esos argentinos dispuestos a ajustes radicales y cuántos son? Esos argentinos que están dispuestos a cambios más profundos, hoy tienen un menú de tres candidatos que ofrecen distintas dosis de cambio mientras otros dos ofrecen la continuidad del status quo.
El analista en consumo Guillermo Olivetto comparó a la Argentina con “The Truman Show” por ofrecer una vida ficticia de consumo enloquecido hasta ese día en que el personaje central intenta escapar del decorado para tomarse un barco a la realidad. ¿Será el día de la elección? ¿Cuánta realidad están dispuestos a aceptar los que lleguen a la costa? Podría ser la pregunta y de la respuesta depende la dosis de cambio que se animarán a elegir.
Lejos de la unidad: las candidaturas generaron cruces en el oficialismo
En la principal fuerza de la oposición, Juntos por el Cambio, se reedita de alguna manera la vieja interna que se dio durante el gobierno de Macri: shock o gradualismo. Aunque hoy podría describirse mejor planteando qué dosis de cambio quieren los votantes. Un cambio más moderado, como el que ofrece Larreta o Un cambio más a fondo como el que ofrece Bullrich.
Aunque el jefe de Gobierno también habla de cambios de fondo su manera de ponerlo en práctica apunta a amplios consensos que por lo general son más difíciles de alcanzar. En el caso de Bullrich, apuesta a la legitimidad popular y al orden para imponer su rumbo, aunque eso implique confrontación. Larreta ofrece menos sobresaltos, pero a riesgo de ceder en nombre del consenso. Y Bullrich dice “basta de pactos” porque no funcionaron. Larreta sueña con que el votante se modere al llegar a las urnas y baje un cambio, y Bullrich sueña con que se rompa el temor porque los argentinos no dan más.
Si Horacio es dosis homeopática de cambio, y Patricia dosis de shock, Javier Milei ofrece electroshock con cambios radicales entre los que se destacan la dolarización y la eliminación del Banco Central.
Una pregunta entonces es qué dosis de cambio tomará el votante que tome el barco a la realidad. La otra pregunta, es a quién elegirá el votante que quiera mantener las cosas como están. La situación económica es tan mala que los votantes se vuelven menos conservadores. Sienten indignación y hartazgo. Pero siempre hay espacio para el miedo o la lealtad. El que vota siempre peronismo, el que es fiel a Cristina o el que depende del asistencialismo del Estado configuran este voto que hoy tendrá dos ofertas principales: Sergio Massa dentro del peronismo y Juan Schiaretti en el peronismo outsider. Cristina, principal sponsor del multimarca que es hoy Union por la Patria, envolvió su nuevo producto en un packaging de derechos humanos. Tiene que hacerlo tragable para los que dicen “Massa no es de los nuestros”.
Hay quienes leyeron el montaje de manera muy filosa. Graciela Camaño, quien alguna vez estuvo muy cerca de Massa, posteó en Twitter: “Con un avión de la muerte explicando la interna… qué tristeza mi país”. Pero Cristina no está para sensibilidades. Ella está apostando.
“Vos sos medio ‘fullero’, che, porque cada cosa que te digo ‘te apuesto esto’ o ‘te apuesto lo otro’, ‘te apuesto un costillar’… Y bueno, hay gente que le gusta apostar. Está bien apostar, porque para ganar también hay que apostar”, le dijo a Massa.
El peronismo ya no se pone colorado porque solo le quedó la timba en medio del infortunio. En su versión de la interna, la vicepresidenta se mofó de la intención del presidente de “democratizar el peronismo”. Cómo no va a elegir la gente lo que elige la jefa. Cómo va a tener el tupé otro dirigente de querer competir. Hoy Victoria Tolosa Paz la acusó de destratarla.
Tolosa Paz le contestó a Cristina: «Nunca hice política por carguitos»
Y también la ministra de Desarrollo Social fue quien consideró que no es verdad que haya PASO, porque Juan Grabois sí se presenta.
Ahí la pregunta vuelve como un boomerang a Daniel Scioli, que vio algo y no le gustó, parafraseando a Reutemann o que cometió el error de creerle a Alberto Fernández. Hay estómagos con tolerancia récord a la humillación.
Lo novedoso del discurso de ayer es que Cristina reconoció que es parte del gobierno. Ella misma se refirió a “nuestro Gobierno”.
Carlos Pagni volvió a tomar como referencia el índice de confianza de la Universidad Di Tella, que siempre coincide con el resultado electoral de los oficialismos. Si la elección fuera hoy y ese paradigma volviera a cumplirse, estaríamos hablando de apenas un porcentaje de 22% de votos. Sería una catástrofe para el oficialismo. A la maquinita tragamonedas del casino de Cristina solo le quedan pesos devaluados.