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La grieta se termina derrotando electoral y políticamente al peronismo
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La grieta se termina derrotando electoral y políticamente al peronismo

“Luche y vuelve”, dicen los militantes kirchneristas hablando de CFK que (desgraciadamente) nunca se fue. Es curioso el eje que usan, ya que tiene varios problemas de interpretación. Sólo un grupo político de esas características, cuyo común denominador de pertenencia es la indigencia intelectual (ampliamente demostrado a diario), puede llamar a luchar para que vuelva CFK, que es Vicepresidente del país.

El otro problema con el que nos topamos es que la frase alude a los años ’70 y era la frase utilizada por el peronismo para pedir la vuelta de Perón. Convengamos que lo que siguió a esa frase y a esa vuelta fue una espiral de violencia que empezó el mismo día que Perón llegó a las inmediaciones de Ezeiza, donde las distintas facciones peronistas se tirotearon.

La tara que tiene la Cámpora con los 70 llega a niveles de estupidez asombrosos. Usar una frase que remite a la violencia para pedir que vuelva una señora que es parte fundamental de un gobierno en decadencia es malintencionado o idiota (o ambas cosas).

Sería interesante preguntarles a quiénes imaginan como los nuevos Firmenich y López Rega en esta nueva edición de homenaje a los nefastos años 70.

Sin dudas, los kirchneristas son seres curiosos. Roban a cuatro manos y se inspiran en unos tiempos donde el deporte favorito de los peronistas era tirotearse. Reivindican a organizaciones como Montoneros (de donde proviene el “Luche y vuelve”), cuya actualidad es la de su ex líder, Mario Firmenich, personaje nefasto que hoy en día vive en Nicaragua y trabaja para el dictador criminal Daniel Ortega. Eso es lo que reivindican y romantizan los K.

Firmenich es coherente porque, si hubiera llegado al poder en la década del ’70, habría instalado un régimen como el de Nicaragua en Argentina. Todas las aristocracias del crimen son amigos y socios de los K. ¡Tarea ciclópea la de hacer un país con estos minusválidos mentales!

En el juego K de ser oficialismo y oposición simultáneamente, hoy toca decir que Cristina tiene que volver para salvar al “verdadero peronismo”. CFK tiene mucha más responsabilidad que Alberto en este desastre. No olvidemos que ella fue la autora intelectual de este gobierno.

Por lo demás, sería fenomenal que compitieran ambos (también Massa) en las próximas elecciones para que la derrota estrepitosa cayera sobre todos ellos y los dejara fuera de la política. Si hay un futuro es ganándoles a todos de manera humillante.

El discurso de la proscripción de CFK es otra obra maestra de la bobería. CFK no está proscripta porque puede presentarse a elecciones. Está condenada la Vicepresidente, pero aún puede apelar, con lo cual los tiempos juegan a su favor en ese sentido. La militancia K grita que quiere que vuelva CFK a pesar de que es parte del actual gobierno y proclaman que está proscripta cuando puede, sin problemas, presentarse a elecciones. Nos toman por idiotas.

Sería muy bueno que CFK se presentara, ya que se han publicado los fundamentos del fallo que la condenó y la campaña electoral sería un extraordinario foro para discutir sobre eso.

Entre los fundamentos, hay muchas frases impactantes como esta: “Ha sido dirimente, en esa lógica, la comprobación de un interés manifiesto sobre el plan criminal de la por entonces Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, evidenciado a través de su participación en los beneficios económicos producto del delito obtenidos por múltiples vínculos contractuales y comerciales con Lázaro Antonio Báez en forma concomitante a la ejecución de esta maniobra”.

Lo lógico, después de lo rotundo de estas consideraciones, sería que CFK renuncie, por dignidad. Sabemos que la dignidad no es una característica fundante entre los kirchneristas, pero cualquier cosa por fuera de una renuncia es profundamente indigna. En lugar de eso, reivindican tonterías con sonoridad de los ’70. “¿Los peronistas? Son una maravilla y tienen todo el pasado por delante”, decía Jorge Luis Borges dejándolos en evidencia.

No hay que permitir que el oficialismo nos entretenga con el juego de sus peleas internas: son todo lo mismo y son todos culpables de esta decadencia. Y hay que cuidarse mucho de los opositores que crean que el camino se construye junto a algunos de estos burdos cultores de un pasado nefasto. La grieta se termina derrotando electoral y políticamente al oficialismo. Nunca antes.

Argentina necesita realismo e ideas de futuro.

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