Por Gustavo Córdoba (*)
La Argentina fue nuevamente a las urnas en el segundo ballotage de la historia democrática. La victoria de Milei fue tanto de gran magnitud como sorpresiva, reordenando por completo el ecosistema político argentino y generando una enorme cantidad de expectativas en una mayoría de la población.
Javier Milei parece adelantarse a esas expectativas al lanzar en el mismo discurso de su proclamación, una nueva marca gubernamental de presidente electo y un speech institucional y quizás moderado, que sin embargo no ahorró el uso de algunas expresiones divisorias como “argentinos de bien”. La gestión de expectativas no es un tema sencillo para los políticos después de ganar una elección. La mayoría aprende a los tumbazos que no cumplir con las expectativas trae costos muy altos, especialmente cuando las mismas son ambiciosas y de gran escala.
En su discurso, Milei prometió un reordenamiento económico, terminar con los privilegios de la “casta política” y llevar a la Argentina al primer mundo. Promesas grandilocuentes que generan una enorme cantidad de expectativas que no será fácil administrar.
Las circunstancias de la llegada al poder de Milei también son una incógnita. Sería de necios negarle al libertario los méritos que lo llevaron al poder, como sería aún más de necios negar el rol central que Mauricio Macri tuvo en esa victoria. Es precisamente el rol del expresidente una de las principales incógnitas que el nuevo gobierno develará. Los alcances, funciones y acuerdos de ese rol estarán dentro de las expectativas que deberán ser blanqueadas.
Garantías de gobernabilidad y acuerdos parlamentarios serán seguramente dos de las principales funciones que el Pro deberá cumplir en la nueva coalición. Lo segundo especialmente estará en todas las calculadoras en las próximas semanas. Las reformas planteadas (y reivindicadas en las últimas horas) por Milei necesitan, eventualmente, de apoyo en el congreso y LLA asumirá en minoría absoluta en ambas cámaras. Reunir mayorías no será una tarea fácil.
Hace algunos meses atrás, medimos que una gran mayoría de personas en la Argentina, estaban de acuerdo con la idea de “políticas de shock”.
Cerca de un 70% tenía consenso en atacar el gradualismo. El dilema consiste en que casi una misma cantidad de personas estaban en desacuerdo con los impactos de las políticas de shock si las mismas los afectan a ellos en sueldos, jubilaciones, prestaciones sociales, tarifas servicios públicos, el costo de la electricidad, el gas, etc.
Este dilema representa para el gobierno electo, un especial llamado de atención. ¿Hubo un voto que le otorgó un cheque en blanco al presidente electo, o hubo un voto castigo al gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa? En la respuesta a esta pregunta está la clave a los desafíos que tendrá que enfrentar Javier Milei.
Del lado de la oposición la situación no es para nada más clara. Como dice Mario Riorda, el peronismo entra en boxes y es difícil imaginar cómo saldrá de ese proceso. Se percibe una crisis importante de liderazgos y representatividad que no será nada fácil de saldar. Ser oposición a un gobierno tan radical como el de Milei será un buen componente para mantener el orden en las filas, pero no será suficiente para ofrecer reconstrucción.
Similares dilemas tendrán que atravesar en la UCR, que tiene ahora una nueva potencia territorial y liderazgos renovados, pero tendrá que acomodarse en un rol opositor frente a un gobierno que es extremadamente repulsivo a sus ideas e identidad. ¿Harán las paces con Macri y Milei, “tabula rasa” y darán continuidad a Juntos x el Cambio? Lo vemos muy difícil, pero tampoco vemos unidad en la UCR nacional.
Los gobiernos provinciales, por otro lado, deberán ajustar sus capacidades de pragmatismo para negociar con un gobierno nacional con el que tienen pocos puentes tendidos. Otra cuestión para usar la calculadora: ¿Cuántos diputados y senadores responden efectivamente a sus gobiernos provinciales?
La política argentina entra así en una nueva etapa de incertidumbre, esta vez de la mano de un gobierno libertario electo por una gran mayoría social. El experimento a cielo abierto ha comenzado.
(*) Analista político y director de la consultora Zuban-Córdoba y Asociados