Si algo ha caracterizado a Estados Unidos a lo largo de la historia ha sido su fortaleza política y ser el faro de la libertad en el mundo. Por supuesto, este pensamiento no implica dejar de reconocer errores o malos momentos, pero la importancia de este país como vector conductor del mundo libre y de la seguridad de occidente es un hecho incontrastable.
¿Cómo pudo la política norteamericana caer tan bajo? Esta es la pregunta que nos hacemos muchos los que siempre hemos seguido con interés la política de ese país. Dos grandes partidos que han sabido mostrar siempre estructuras políticas sólidas dan inicio a la campaña electoral mostrando inquietantes señales de decadencia.
Joe Biden no está en condiciones físicas ni intelectuales para estar en el lugar en el que está. El debate en CNN fue lapidario para él y el sentimiento que despertaba verlo era piedad. Uno trataba de entender por qué estaban sometiendo a ese hombre a ese sacrificio inútil y por qué el partido Demócrata entró en esa espiral de locura colectiva para sostener en la carrera a un anciano con dificultades evidentes para expresarse derrotado de antemano por la biología. (N.deE.: el artículo fue publicado poco antes de la renuncia de Biden a su candidatura)
Donald Trump (también de avanzada edad) llegó a la línea de largada luego de innumerables procesos judiciales y con recuerdos amargos como el inenarrable ataque al Capitolio realizado por sus seguidores. Esa fue la última imagen de su presidencia y una de las peores fotografías que ha dejado la política americana en su historia.
Triste, solitario y final: crónica de la renuncia anunciada de Joe Biden
En el debate, Trump dijo que va a dejar de ayudar a Ucrania y calificó de “vendedor” a Zelenski. Trump tiene completa consonancia con Putin en este tema. El problema es si EE.UU. puede permitirse tener una política internacional que sea funcional a un autócrata y ponerse en contra de los defensores de la libertad. Ucrania representa la libertad frente a al avance autocrático de Putin. También representa la libertad europea. Sería una catástrofe que los Estados Unidos se pusieran del lado del que somete por sobre los sometidos.
La diferencia a favor de Trump al inicio de la campaña solo se puede analizar desde un lugar: un hombre que habla de corrido frente a otro que no lo hace. “Strong and wrong beats weak and right” dijo una vez Clinton para explicar situaciones como esta. El que es fuerte y está mal supera al débil y correcto. Parece increíble que la principal potencia mundial tenga que elegir bajo estas condiciones.
La democracia en el mundo está en problemas. Se consolidan liderazgos autoritarios y nacionalistas. Rusia es la definición misma de ese tipo de liderazgos. El mundo necesita a los Estados Unidos del lado de la libertad y del liderazgo democrático. Nada bueno puede pasar con Biden imposibilitado de cualquier tipo de liderazgo y con Trump aliado de Putin.
La situación es dramática por donde se la mire. Los dos grandes partidos no han sabido resolver herencias envenenadas. Los demócratas miraron para otro lado cuando Biden daba señales de deterioro desde hace mucho tiempo. Confiaron toda su suerte al rechazo a Trump. Los republicanos tuvieron cuatro años para buscar un líder alternativo y también miraron para otro lado. El Trump de hace ocho años no tenía las magulladuras actuales y, además, su gobierno fue mediocre. ¿Por qué lo haría mejor ahora siendo 8 años mayor y con manifestaciones peligrosas como su indulgencia a Putin?
La política americana debe arreglar lo que los políticos americanos arruinaron. Parece difícil, pero no hay alternativa. Buena parte del futuro mundial está en juego.
(Artículo publicado originalmente en la edición impresa de Newsweek Argentina de julio de 2024)
