Por Mariel Fornoni (*)
El ganador finalmente surgirá el 19 de noviembre entre el cisne negro de las elecciones generales, Sergio Massa y Javier Milei, quien fue el gran ganador de las PASO. Sobran interrogantes, pero deberán conmover a una sociedad exhausta después de un largo año de campañas y donde la resolución de los problemas sigue en lista de espera.
En las elecciones de los 40 años de democracia, la sociedad se hizo escuchar casualmente por la reiteración de lo que ha sido la norma en los años democráticos, la victoria del peronismo. Pero en esta oportunidad, y con una participación menor a las elecciones ejecutivas de los últimos años, el ganador finalmente surgirá el 19 de noviembre entre el cisne negro de las elecciones generales, Sergio Massa, que obtuvo el 36.4%, y Javier Milei, quien fue el gran ganador de las PASO, con el 30.1%.
De los resultados nacionales se pueden esbozar ciertas conclusiones y muchísimas preguntas para el camino que sigue.
Antes de la elección seis de cada diez argentinos expresaba que era necesario un cambio total frente a la opción de continuidad, siete de cada diez asienten que la inflación es su principal preocupación y ocho de cada diez creen que el gobierno es incapaz de solucionar el problema.
¿En qué condiciones era lógico pensar que al actual Ministro de Economía podía ganar esta elección? ¿El cuarenta por ciento de la gente que está sumida en la pobreza cree que un cambio podría llevarlo a estar aún peor? ¿Es el aparto partidario, es cultural, es miedo?
Sergio Massa, en su discurso en el búnker, se presentó de manera individual con su familia, queriendo mostrarse como el salvador del peronismo y de la Argentina. Dejó atrás complicaciones como el escándalo de Insaurralde y una crisis económica que está actualmente en sus manos. Estos resultados evidencian que la movilización del aparato más las medidas recientes de alivio y asistencia a sectores más vulnerables, como la eliminación de Impuesto a las Ganancias y la ejemplificación de lo que pudiera acontecer con los precios del transporte sin subsidios, tuvieron un impacto electoral.
¿Seguirán movilizándose los gobernadores e intendentes ahora que ya cumplieron su objetivo? ¿Tendrán el mismo impacto electoral las largas colas para hacerse de un poco de combustible en el país de Vaca Muerta? ¿Las imágenes de países invadidos por el desabastecimiento y la pobreza torcerán el rumbo frente al ballotage?
Javier Milei reaccionó rápidamente sobre lo que había pasado en la elección y viró el eje de su discurso en pos de sumar aliados. ¿Ya no será más la elección contra la casta sino contra el kirchnerismo? ¿Necesita los votos de Juntos por el Cambio para recuperarse, ya que sumarlos trae el riesgo de desperfilarse de sus votantes más duros?
¿La alianza con Mauricio Macri y Patricia Bullrich le aportará la fortaleza de equipos de gobierno preparados que sumen gestión? ¿Podrían tener impacto en el armado, las peleas y desacuerdos dentro de Juntos por el Cambio? ¿La presencia de Macri podría cambiar su perfil? ¿Predominará el gato o el león?
Este último tramo es breve pero será intenso y no valen los porcentajes de un lado para otro porque en esta instancia es barajar y dar de nuevo, y veremos cómo se desarrollan los interrogantes planteados ut supra. Deberán conmover a una sociedad exhausta después de haber vivido un largo año de campañas y donde la resolución de sus problemas sigue en lista de espera.
Las elecciones se pierden, no se ganan. ¿Quién cometerá más errores? ¿Quién será capaz de generar más expectativa y confianza? Difícil saberlo. Votemos.
(*) Directora de Management & Fit