Se suele decir que la política es el arte de hacer posible. Para el gobierno argentino, pareciera que la política es hacernos la vida imposible. Lo lograron: el país no funciona. Cuando las variables se agravan, las empeoran. No buscan soluciones sino conflicto. A la ineficiencia que dificulta cosas muy sencillas de la vida cotidiana como podría ser subirse al colectivo con una tarjeta SUBE, le suman un enardecimiento de la conflictividad cada vez más peligroso en el que el Estado se borra. Como ya se había borrado de la lucha contra el delito, abandonando a las víctimas y soltando delincuentes. El enrarecimiento que se ha agravado en las últimas semanas incluye, como si todo esto fuera poco, el episodio del avión con iraníes, que, según los datos disponibles, recibió cobertura oficial de alto nivel, a pesar de vínculos activos con el terrorismo y posible espionaje. En eso no está aún todo dicho y la cuestión es muy delicada.
En estas horas se produjo la primera muerte de una persona en el contexto de creciente conflictividad social. ¿Somos conscientes? La ausencia del estado empieza en no resolver la provisión básica de gasoil, dejar que las distorsiones del precio deriven en mercados negros sin hacer absolutamente nada, desoir durante meses la odisea de miles de transportistas para los que llevar una carga se convirtió en una agónica búsqueda de combustible y, finalmente, con la crisis estallada en las rutas por la escasez de norte a sur, y al borde del desabastecimiento de productos, convertir al país en tierra sin ley, en la que la sociedad se vuelve contra sí misma de manera brutal. Guillermo Jara, no quiso parar en un piquete y al menos tres vehículos salieron literalmente a cazarlo en Daireaux, provincia de Buenos Aires, para darle muerte con un piedrazo que le impactó en la sien, a 150 kilómetros por hora. Para el fiscal fue equivalente a un misil. Una cadena insoportable de ausencias del estado que parece haber decidido abandonar a la sociedad que produce son los antecedentes de este crimen. Pero lo que preocupa es que la situación es cada vez más tensa y lo único que se profundiza es la falta de soluciones. Como si el plan fuera el caos y bajo ningún punto de vista el orden. Si es que lo pensaron, les está saliendo a la perfección. Sino se llama simplemente, gobierno desastroso que destruye todo lo que encuentra a su paso.
Sólo hace unos días escuchamos del flamante ministro de la producción, Daniel Scioli, que no iba a haber súper cepo, y de la portavoz Gabriela Cerruti que no había festival de importaciones sino una economía creciendo. Pero claramente son todos personajes de utilería.
Lo que verdaderamente contó, porque sus deseos son órdenes en serio, fueron las presiones de Cristina y su decisión de meter un nuevo torniquete a los importadores porque para ella son los malos de la película que especulan y se quedan con los dólares a pesar de que las empresas que más importan son estatales y controladas por ella. De las 16 principales empresas importadoras, las que más consumen dólares son estatales y las maneja el kirchnerismo. ¿Realmente el problema de Cristina son los importadores o sólo quiere quedarse con los dólares para sus asuntos que son importar energía a precios carísimos que vuelan por el aire, producto de la guerra de su amigo Putin? Porque claramente el cepo, sólo profundizó la desconfianza, abre interrogantes graves sobre desabastecimiento de productos, y lo único que creció es el valor del dólar blue, al que obviamente corrieron todos porque sobran pesos, que pierden valor por segundo y nadie está tan loco como para no intentar protegerse en una economía empeñada en autodestruirse. Ahí tiene señora, lo logró. Dicen que ella busca pasar el invierno sin que falte energía. El resto que aguante. ¿Aguanta?
Mejor no perder el contexto. Cristina Kirchner, usa de escudo al país para intentar salvarse de sus causas. Es su único plan, como lo dijo en Radio Rivadavia el filósofo y sociólogo Juan José Sebreli.
AUDIO: “El único plan de Cristina es no ir presa”
Como se le complicó la estrategia judicial de zafar de las causas esquivando los juicios, y el tiempo se acaba, lo que necesita es asegurarse tiempo en el poder, con fueros. Para eso se necesita dinero. Mucho. Las cajas tienen fecha de vencimiento y hay que consumirlas hasta la última gota mientras dure el poder, pero también asegurarse nuevas provisiones cuando se vuelva al llano. En ese sentido, Cristina, primero, desmanteló por completo al presidente, asegura que las divisas no falten en los circuitos que maneja, se queda a futuro con la caja de los planes sociales, y el resto que se la banquen. Mientras el Presidente de la Nación no deja de producir memes políticos, ella tomó la lapicera de verdad. Porque a ella y no al presidente parecen haberle obedecido en el Banco Central con las medidas recientes, que en palabras del ex presidente de ese organismo, Martin Redrado, van en sentido totalmente contrario de lo que se necesita.
AUDIO: “Las medidas van en sentido contrario”
En este contexto, el horizonte inmediato es un gran signo de preguntas. No sólo por un temido parate en la industria o la faltante de muchas cosas, desde el café a componentes básicos, sino porque ineludiblemente el aumento del dólar se derrama como lluvia ácida en lo que supuestamente habían decidido combatir que es la inflación. Y lo están produciendo ellos. ¿Se acuerdan cuando el presidente dijo que le declaraba la guerra a la inflación?
Qué vergüenza. Da mucha vergüenza escuchar al presidente de la Nación, que además de no haber ganado ninguna guerra, ni siquiera termina de asumir el rol para el que fue votado. En los próximos días, no puede tener certeza ni siquiera de que los compañeros de la CGT lo secunden en un acto de homenaje a Juan Domingo Perón. Pero a esas señales de descomposición, las ponen en segundo plano cosas más urgentes. Como veníamos diciendo, el Gobierno, con Cristina en el tablero, se está asegurando los fondos para la importación de combustible a expensas del resto de la economía, pero corre el riesgo de que el dólar se le siga disparando. La deuda en pesos emitida por el ministro de Economía con enorme dificultad en el único mercado de crédito que Argentina tiene disponible que es en pesos, augura la profundización de la crisis porque vienen vencimientos aún más pesados. ¿Hasta qué precio del dólar blue puede soportar la crisis sin tener consecuencias políticas en un país donde la fiebre no la marcan los termómetros sino la cotización de la moneda norteamericana?
La pregunta es la correcta. No tenemos la respuesta. ¿Cristina la tiene?