Me desconcierta mucho el Gobierno de Javier Milei. A veces pareciera que fueran dos gobiernos distintos.
Por un lado, me maravillan ciertas cosas, como las iniciativas que viene anunciado el ministro Sturzenegger, que es ir al punto justo en el que se produce la estafa a los ciudadanos argentinos por parte de sectores corporativos. Está desanudando una verdadera madeja. Y esto lo viene preparando hace mucho tiempo.
Por ejemplo, lo que ha hecho con SADAIC: le sacó la potestad de meter un inspector en una fiesta de cumpleaños; que le cobren a los hoteles porque tienen televisores; o que le cobren a una peluquería porque mientras te corta el pelo tiene la radio puesta.
Eso era lisa y llanamente un robo a la gente, y esto va a favorecer a la industria turística, a los hoteles, a un montón de actividades. ¿Por qué era un robo? Porque no se trataba de la preservación de los derechos de autor, que es cuando alguien canta o utiliza una canción de un autor, y entonces se le paga al autor por esos derechos. No, esto era un robo al voleo, una caja que iba a SADAIC, y de la que, además, cobraban unos pocos asociados a SADAIC, que eran como la élite, por así decirlo.
Lo de SADAIC era una cosa increíble, y con eso martirizaban a las industrias como la hotelería o a gente que hacía un casamiento y ponía música. Era una estafa en toda la línea. Que lo estén desarmando es completamente adorable.
También lo es que estén solucionando el tema de la aprobación de las importaciones. Cuando Massa era ministro, y puso a Tombolini y toda esa gente, hubo numerosas denuncias sobre cómo le cobraban a cada persona que necesitaba hacer una importación.
¿Cuándo se vuelve evidente la corrupción? Cuando hay una regulación que no tiene sentido. Y el Estado argentino está lleno de regulaciones que, cuando uno ve para qué sirven, para lo único que sirven es para meterle la mano en el bolsillo al ciudadano y favorecer a algún político o a grupos como SADAIC, un grupo de músicos viejos que se quedaban con esa plata; o grupos de gente que te dicen «yo te cobro por hacer este trámite porque, si no me pagás a mí, el trámite no sale».
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Todo el Estado argentino está lleno de esto, y a mí me enamora cuando veo que de a poquito están desarmando todos esos curros.
Pero, por otra parte, a veces este Gobierno se mete en el lado oscuro y sostiene cosas que no tienen nada que ver con las otras cosas del Gobierno, con esas que hace bien. Realmente parece un Gobierno distinto.
El otro día Mariano Cúneo Libarona dijo que Lijo estaba como candidato del Gobierno porque Lorenzetti lo había dicho y lo había propuesto -cosa que todos sabíamos. Pero es llamativo el desenfado del ministro en decir semejante barbaridad, porque entonces ahora ya no solo estamos en desacuerdo con Lijo.
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Ariel Lijo es un juez corrupto, porque es un juez que protege a la casta política y ha dormido infinidad de causas de corrupción. Casi ninguna de las causas de corrupción que ha tenido la ha elevado a juicio. Han sido poquísimas, porque el favor que él les hace a los políticos es planchar, poner el freno y dejar muerta una causa, que no pase nada.
Ya no nos gustaba por todo eso, pero ahora nos gusta menos cuando nos enteramos de que va a ser un juez de Lorenzetti. ¿Cómo es posible que en la Corte haya un juez que tenga dos jueces (a él mismo y a Lijo)?. Es inviable por donde se lo mire.
Ahora, ¿por qué el Gobierno sigue en el lado oscuro, teniendo en cuenta que en otras cosas como en las regulaciones está en el lado de la luz, en el lado de la fuerza? No lo sabemos.
Del mismo modo, es inexplicable lo que han hecho con el senador Paoltroni, que es uno de los pocos legisladores que habla bien, en el marco de todo ese cotolengo de legisladores que ha metido en las listas La Libertad Avanza. Paoltroni explica lo que pasa en su provincia, Formosa, y le explica a la gente lo que es Infsrán. Y lo echaron de la bancada por una cuestión de obediencia debida.
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¿Puede un Gobierno exigirle a un senador que vote a un juez que él considera que es un inmoral y un corrupto? No, no puede. Y no puede echar de manera autoritaria a un senador que es fuerza propia en un partido como La Libertad Avanza, que tiene poquísima fuerza propia.
El oficialismo no puede decir que Paoltroni tiene que cumplir las directivas, porque las directivas se cumplen cuando no implica votar que siga la corrupción en la Argentina, amparada por un juez que ahora podría pasar a ser juez de la Corte. Es tremendo lo que hacen.
Este Gobierno tiene dos caras: una cara desreguladora, que defiende a los ciudadanos; y otra que expresa el apoyo a Lijo, que es una cara oscura. Esta segunda cara se asemeja a los peores gobiernos, que manipulan la Justicia y no se sabe bien para qué.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia)