Por Lucas Romero (*)
La importancia de las elecciones PASO de este domingo es que -como todas las que hemos tenido en la Argentina desde que existe este instrumento- nos ofrecen un primer marco de referencia orientador del proceso electoral. Ya no van a ser ni las expectativas, ni la intuición, ni las encuestas, las que construyan en la cabeza de los votantes cuáles son las características de la escena electoral, sino que será el resultado de las PASO, o sea, podremos saber cuánto valen cada uno de los candidatos en términos de votos, y ese marco de referencia nos puede empezar a anticipar el resultado final del proceso electoral.
Si miramos los antecedentes, desde que tenemos PASO en la Argentina los candidatos terminan un poco jugando en contra de sus propias expectativas: es decir, si los candidatos están por encima de sus expectativas, salen impulsados hacia la elección general, motivados y favorecidos por un clima de opinión favorable respecto de sus posibilidades. Si, en cambio, los candidatos están por debajo de sus expectativas, terminan fuertemente castigados y salen condicionados para dar esa pelea hacia la elección general.
¿Cuál es la situación de cada uno? El oficialismo necesita, por sobre todas las cosas, demostrar que está competitivo en un contexto económico y social adverso, delicado. Eso significa la posibilidad de mostrar que puede aún competir en este contexto y tener chances de ganar la elección. Juntos por el Cambio necesita, en virtud de las expectativas construidas previamente, demostrar que es el espacio con mayor probabilidad de triunfo en esta elección; es decir, juntar la mayor cantidad de votos como espacio el domingo 13 de agosto.
Y Milei necesita demostrar que sus expectativas no se han desinflado del todo, luego de un cierre de listas complejo, con acusaciones sobre ventas de candidatura y dificultades en el armado de su propuesta política. Necesita demostrar que, finalmente, toda la expectativa que se generó alrededor de su candidatura es real; con lo cual debería mostrar un número que ratifique que es un candidato competitivo en esta elección.
Pero lo más importante de este proceso no es tanto quién será presidente, es decir, quién se alzará con el triunfo hacia el final del proceso, sino si el proceso nos va a devolver una configuración del sistema político propicia para tomar decisiones. Porque si uno analiza cómo la Argentina llegó a esta situación, posiblemente corrobore que fue producto de malas decisiones, pero también hay que destacar que seguramente concluya que fue producto de no haber tomado determinadas decisiones.
La Argentina llega a esta situación porque la política hace tiempo que viene esquivando las decisiones que se tienen que tomar, porque son decisiones costosas y se ha preferido sistemáticamente evitar asumir esos costos.
Y eso ha dibujado un proceso de deterioro lento y persistente que nos ha depositado aquí con una economía cargada de desequilibrios y que no logra ofrecer condiciones de funcionamiento propicias para que la iniciativa privada y la acción de los individuos pueda desarrollarse normalmente en un ecosistema económico saludable.
Así que también sería importante ver si las PASO nos permiten anticipar si la política se va a ordenar definitivamente, como piden los economistas; si el sistema se va a desbloquear; y si se podrán tomar las decisiones que hay que tomar para salir adelante y construir un sendero de crecimiento sostenido en el tiempo. Porque, en última instancia, eso es lo que estamos necesitando, más allá de las características que pueda tener el presidente que ocupe la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre.
(*) Lucas Romero es Politólogo y director Synopsis Consultores