Silvia Ons (*)
Hoy en día asistimos a un empoderamiento del término “libertad”, ya muy usado en 2020 como rebeldía frente al confinamiento dado por la pandemia. Particularmente los jóvenes la reclamaban con fervor, olvidando que para usarla debíamos estar vivos.
Sabemos que nuestra libertad está restringida desde que nacemos. No elegimos a nuestros padres ni nuestro código genético, ni el día de nuestra muerte, ni las múltiples contingencias de nuestro destino. Estamos ligados a nuestra tierra, a nuestros afectos, a nuestras raíces y, por ello, la libertad absoluta es una quimera y -para Freud– un nombre de la pulsión de muerte, ya que las ligaduras hacen a la vida.
Sin embargo, hoy más que nunca se reivindica una libertad sin ambages, fuera de cualquier tipo de condicionamiento, exenta de influencias, ignorante de sus límites. Se repudian así las determinaciones que exceden el campo de las elecciones yoicas: desestimación del inconsciente, negación de la extimidad del cuerpo, increencia relativa a la muerte etc.
Tales rechazos se alistan con las premisas liberales relativas a considerar al Estado como un organismo de coerción respecto a las libertades individuales. Milei usó este término como su gran caballito de batalla y lo siguió usando como su bandera, conquistando de este modo a una gran cantidad de público.
La libertad es sin duda una palabra que nos convoca. ¿Quién en definitiva no quiere ser libre? Ya nuestro himno le hace honor, y el liberalismo político la levantó como su bien más preciado. Sin embargo, marcó sus lindes y, por ello, Locke habló del contrato social como un límite necesario.
Por otro lado, Lacan afirmó que el hombre loco es el hombre libre, ya que es el hombre desatado de cualquier ligazón que le haga obstáculo. La megalomanía de nuestro presidente parece ir en esta dirección. Pero no seamos inocentes: el mercado ama la libertad que pregona Milei ya que sabe que reinará allí donde no haya límites.
Quisiera terminar con un poema de Borges:
“De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente y sin adivinarlo, sometido…”.
(“Límites”, de Jorge Luis Borges)
(*) Analista Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación de Psicoanálisis. Escritora