Por Lic. Alexis Chaves (*)
Es de suma importancia comprender cómo los gobiernos piensan políticas a largo plazo, con la imperiosa necesidad de repensar al Estado como generador de profesionales formados en sectores estratégicos para lograr avanzar, por ejemplo, en la industria turística.
Entonces devienen temas centrales para analizar, que son cuestiones muchas veces sensibles, tales como el rol de los presupuestos, las posibilidades económicas de generar exenciones tributarias y apoyos para el crecimiento y la generación de oportunidades de inversiones en el sector turismo.
Porque durante muchas décadas no se consideró a estos temas como partes centrales del desarrollo de las “arcas” de los Estados y menos aún como multiplicadores de ingresos genuinos como lo son hoy, ya que simplemente ingresaban recursos a las grandes capitales visitadas por los turistas, por impuestos generales del sector hotelero y de los restaurantes.
Pero analizando la situación actual, una vez consolidada la toma política de la decisión, y si se pretende desarrollar legislación acorde, se tiene que apuntar a una promoción responsable del turismo, que sea sostenible y sobre todo “accesible”, pensándolo como generador de riqueza en las comunidades, pueblos y pequeñas localidades, en territorios que no sean solo los centros o capitales turísticas (hoy llamado Turismo Emergente).
Es notable pensarlo desde el punto de vista de un sector que se puede considerar como el más humano de todos, ya que genera empleos en distintos estratos sociales y, sobre todo, la inclusión de los jóvenes que estudian turismo o que, sin haberse recibido de una carrera universitaria, hacen sus primeros trabajos en este sector, que a priori ya vemos que es de los más dinámicos de las sociedades.
En general, muchos jóvenes adquieren conocimientos e intentan profesionalizarse para ser emprendedores. Hoy en día se los ve en las redes sociales con cuestiones relacionadas al turismo, ya sea porque promocionan destinos emergentes o porque diversifican sus emprendimientos y comercializan todo tipo de elementos que tienen que ver con las actividades que rodean a la temática. Pero el dato que sobresale es que lo hacen ya no tan “pegados” con la actividad hotelera, las agencias de viajes o el transporte, por ejemplo, que siempre fueron los clásicos receptores de trabajos y, por ende, de estudios.
Las nuevas generaciones van comprendiendo que el sector turismo es en sí económico y por ende tiene su objetivo central en el desarrollo virtuoso de la economía de los países.
Incluso en varios países de Europa, el desarrollo del contenido accesible para los educandos ya no es únicamente hotelería y “hostelería”. Corremos con el inexorable avance de la tecnología desde que surgió Internet y puso en el mapa la geolocalización y, hoy más que nunca, la inteligencia artificial aplicada al sector, siguiendo siempre de cerca lo inherente al marketing turístico y a la comunicación estratégica como anclajes de gestión.
Es cierto que con políticas de Estado concretas, podemos avizorar y concentrar los esfuerzos para apuntar a una educación que por fin sea accesible y de calidad, sabiendo que los actores deberán asumir la responsabilidad de estar a la altura de los desafíos turísticos que ya son la base en los postulados de la ONU para el sector y que fueron incluidos en la Agenda 2030 (como contamos en el artículo anterior).
Para finalizar, podemos concluir que, en otras épocas, hablar de sustentabilidad, innovación e impacto social en cuestiones del turismo, era impensado, pero hoy es fundamental tener en agenda estos preceptos si se pretende hacer una administración de los destinos turísticos con una impronta de desarrollo y de avanzada.
(*) Politólogo y analista parlamentario