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Los globos chinos de la Argentina
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Los globos chinos de la Argentina

Carlos Fara (*)

Un comentario altamente coincidente recorre el mundo de la política. Periodistas, consultores, dirigentes, cuadros políticos, empresarios coinciden en que estamos viviendo un escenario de incertidumbre, quizá como nunca desde 1983.

Hay varias provincias que no tienen fijada su fecha de elecciones locales (y algunas tampoco las reglas que enmarcarán la competencia): Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Chubut, Tierra del Fuego, Corrientes, Santa Cruz, Catamarca, CABA y Buenos Aires, nada más, ni nada menos. Si bien es cierto que en varias de ellas ya se avizoran probabilidades, en lo formal siguen en veremos. Mendoza y La Rioja lo fijaron hace pocos días. En algunos distritos no queda claro cuáles serán los frentes que competirán y mucho menos los candidatos.

¿Por qué este descalabro que dificulta a la opinión pública para interpretar qué está en juego en cada caso? Hay varios factores, a saber:

1- Estamos en una situación inédita desde el regreso a la democracia: llevamos tres mandatos presidenciales que terminan con balance negativo, con el consiguiente grado de frustración social;
2- quizá estemos viviendo la mayor falta de sintonía entre la ciudadanía y la política (fenómeno que no es solo argentino) desde 1983;
3- esa dis-sintonía desordena a la propia política y a sus conductores, a quienes les cuesta ordenar los respectivos procesos políticos internos;
4- las tendencias de largo plazo de fragmentación e individualismo conspiran contra el disciplinamiento interno de las fuerzas;
5- el mundo, pero particularmente América Latina, está experimentando un proceso de demanda de cambio, más allá de los signos políticos.

Eso hace que en las siguientes provincias no se sepa quién va a ganar, por ahora: Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Córdoba, Buenos Aires, San Luis, San Juan y Tierra del Fuego, en algunos casos porque sencillamente se desconoce la oferta electoral (y también la fecha de los comicios). Demasiada convulsión como para pedirle a los votantes alguna certeza sobre sus preferencias.

Dicha incertidumbre explica en parte las permanentes trifulcas dentro de las dos grandes coaliciones. Por el lado del oficialismo esta semana vimos la saga alrededor de la mesa política, que no se sabe si dará resultados, y se siguen yendo funcionarios. Por el lado de la oposición, “éramos pocos y se sumó Carrió…, y quizá Lousteau”. Milei le escapa a esos problemas…, porque es el único referente nacional de su espacio, lo que le da una ventaja temporal.

Tal como lo previmos en nuestra columna de la semana pasada (“La mesa no está servida”), los conflictos del oficialismo no se calmaron por el anuncio de la mesa. La incertidumbre que instaló el presidente sobre su eventual candidatura le pone más picante a la comida. Alberto astutamente planteó que recién decidirá en mayo, dentro de ¡tres meses! ¿Por qué en febrero? Quizá porque hace cuatro años, avanzado el quinto mes del año, CFK anunció la fórmula con el actual mandatario ¿Será cábala?

La especulación de Alberto –quien le saca el máximo jugo a su escaso poder- cobra un sustento. Por un lado, Capitanich reconoció que ya no se pueden bajar las PASO (lo imaginamos en estas líneas hace cinco meses). Por el otro, Ferraresi le abrió la puerta a que las candidaturas nacionales se definan en una primaria. Módico triunfo albertista, que desnuda las limitaciones del cristinismo para imponer todo el poder de la jefa. Un indicio más de la descomposición política. Si Ella no puede, ¿entonces quién?

“Superman-zur” se va sin pena, ni gloria. Llegó con una expectativa que el presidente no le dejó concretar, ya que siempre lo vio como un competidor. El tucumano nunca pudo salir de la succión negativa de la gestión de Alberto, ni tampoco supo o pudo proyectarse como algo distinto dentro de un gobierno poco feliz. El “hijo de un juez” pareciera ser más hábil para obstaculizar que para construir poder.

Si cruzamos el río y vemos a “Juntos por el conflicto”, uno se podría preguntarse: si ya existen dos candidatos más competitivos –Bullrich y Larreta-, ¿para qué se suman Lilita y quizá Lousteau? Cuesta ordenar las fichas cuando no hay conducciones legitimadas y todo depende de mesas de difícil coordinación. La hipótesis respecto al marido de Carla Peterson tiene que ver con que a Larreta se le van cerrando las posibilidades de dejar contentos a tirios y troyanos, estando ya muy presionado para que la CABA siga siendo la casa matriz del PRO.

La movida de Carrió pasa por dos cuestiones: a) trata de subirse el precio para mejorar su capacidad de negociación en las listas legislativas 2023 –un clásico-, porque no se debe olvidar que hasta acá ella promueve la candidatura de “el pelado”; y b) es un mensaje a Macri de quien se ha distanciado públicamente, dada su indefinición que afecta a todo el espacio; ella advirtió sobre la posibilidad de esta presentación hace varios meses si en la coalición no se respetaban determinadas conductas que favoreciesen la unidad. “El emir de Cumelén”, por su lado, no escucha a quienes le imploran que se defina respecto a su candidatura, le sigue prestando lugartenientes a la campaña de Patricia –esta semana fue Lombardi- y además le cubre a ella sus baches financieros. Un generoso sin límites.

Finalmente, no sabemos si el gobierno actual le deja o no una bomba a la próxima administración. Curiosamente uno de los cuatro referentes económicos de la coalición opositora dijo luego que lo de la bomba era exagerado, y el nuevo jefe de asesores del presidente –el ex CEO de una multinacional- entró en zona de combate mediático defendiendo la tarea de este mandado.

Dícese del término “globo” cuando se quiere hacer referencia a una mentira o una prueba para ver las reacciones del adversario. Varios analistas en EEUU creen que quizá esa haya sido la intención del gobierno chino con sus aerostáticos. Pero probablemente ni los americanos ni los orientales sepan qué uso se le da a la palabra globo en la Argentina. En estas tierras circulan muchos globos chinos.

(*) Analista político y titular de Carlos Fara & Asociados

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