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Manuel Belgrano, ¿“Padre del Aula” de la Argentina?
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Manuel Belgrano, ¿“Padre del Aula” de la Argentina?

Por Christian Trotta (*)

Es muy típico del ideario nacional que a Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano -porque ese era su nombre completo- se lo asocie a la creación de la Bandera Nacional. No está mal. Pero también, es resumirlo simplemente a un hecho histórico que lo condiciona y limita.

Belgrano, que para su época era un adelantado en muchos aspectos, supo ser un hombre de muchas funciones e ideas. Abogado, economista, político, diplomático, militar, pero también un interesante ideólogo respecto a un incipiente concepto de educación en el actual territorio nacional. Y es aquí donde nos queremos detener.

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Mostrar un Manuel Belgrano educador. Un Belgrano que, por ejemplo, abogaba por la educación de las mujeres, una idea innovadora y adelantada para la época. Manuel Solari, en su “Historia de la Educación Argentina”, nos cuenta: “En su segunda memoria (1797), Belgrano volvió a ocuparse de la educación de la mujer y de los medios más adecuados para mejorarla”.

Belgrano propone la creación de diferentes tipos de establecimientos educativos, a saber: una escuela de comercio, una escuela náutica, una academia de geometría y dibujo, escuelas agrícolas, escuelas de hilanzas y de algodón y escuelas de primeras letras, que fueran gratuitas y obligatorias.

En la historia Argentina solemos ponerles apodos a nuestros hombres y mujeres que pasaron a la posteridad, y así poder recordarlos con alguna muletilla que nos ayuda a ubicarlos y perpetuarlos. Tenemos un “Padre de la Patria”, una “Madre de la Patria”, un “Padre del Aula”, un “Restaurador de las leyes” y muchos caudillos y generaciones. Y si nos vamos un poco más adelante en el tiempo, para el siglo XX, los apodos ya suelen ser un poco más estigmatizantes.

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Ahora, ¿podemos pensar que Manuel Belgrano fue un “Padre del Aula”? A nuestro entender sí. Apoyándonos en la famosa frase que reza “no hay hechos, hay interpretaciones”, podemos interpretar, sin andar falseando la historia, que Belgrano fue también un “Padre del Aula”, sin robarle esta distinción a Sarmiento. No hay dudas de que Sarmiento hizo mucho por la Educación Argentina, pero Belgrano lo antecedió. Y no solo eso: como ya dijimos, fue un adelantado a su época.

Allá por 1813, luego de su consagración como militar en Salta, Belgrano recibe una suma de dinero por parte de la Asamblea General Constituyente. Pero él se expresó de la siguiente manera en un oficio del 31 de marzo de 1813, en Jujuy: “He creído de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de la Patria, destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras”.

Esta suma de dinero la destina a la creación de tres escuelas en el norte de nuestro actual y querido país, y una más en el actual y hermano Estado Plurinacional de Bolivia. Estas escuelas deberían estar en los territorios de: Tarija (actual Bolivia), Santiago del Estero, Tucumán y Jujuy. Y destina la cifra de diez mil pesos (de aquella época) para cada una.

El 25 de mayo de 1813, Belgrano redacta el reglamento por el cual debían funcionar estas cuatro escuelas. Es un reglamento de 22 artículos, y en el artículo 5° afirma lo siguiente: “Se enseñará en estas Escuelas a leer, escribir y contar: la gramática castellana: los fundamentos de nuestra sagrada Religión, y la Doctrina Cristiana por el catecismo de Astete, Fleuri, y el compendio de Pouget: los primeros rudimentos sobre el origen y objeto de la sociedad, los derechos del hombre en ésta, y sus obligaciones hacia ella, y al Gobierno que la rige”.

Fuente: Archivo General de la Nación

Además de leer, escribir y contar, Belgrano propone la enseñanza religiosa. No olvidemos que Belgrano era un ferviente católico. En el artículo 7° de dicho reglamento lo rubrica diciendo: “En los Domingos de renovación, y en los días de rogaciones públicas, asistirán todos los jóvenes a la Iglesia presididos de su Maestro: oirán la Misa parroquial, tomarán asiento en la banca que se les destine y acompañarán la procesión de nuestro amo. Todos los Domingos de cuaresma concurrirán en la misma forma a oír la Misa Parroquial, y las exhortaciones o pláticas doctrinales de su Pastor”.

Es interesante también cómo en dicho reglamento, se hace una detallada declaración de cómo deberán ser seleccionados los maestros para impartir las clases en dichas escuelas, estableciendo un orden de mérito y, artículo siguiente, el detalle de que dichos maestros pueden ser cambiados cada tres años para mejorar la educación.

Otro aspecto llamativo de este reglamento en nuestros tiempos, es que Belgrano limita los castigos y las reprimendas físicas hacia los estudiantes. En los artículos 15° y 16° deja explicitados los castigos que se les podrían propinar a los estudiantes que cometan “defectos graves” o “prueben mucha malicia”. Vale recordar que en aquellos tiempos era una práctica habitual y muchas veces podía haber excesos, que Belgrano buscó evitar.

También deja explicitado que los castigos deberán ser siempre en separado de la vista de los demás jóvenes. Recordemos que en nuestra Educación Argentina recién se prohíbe el castigo físico a los estudiantes con la famosa Ley 1420, en su artículo 28°, que se dicta el 8 de julio de 1884, casi al final del siglo XIX.

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Manuel Belgrano fue un hombre de ideas adelantadas a su época. Una persona acomodada económicamente que pudo costear sus estudios y pertenecer a una élite dirigente. Es sabido que, por múltiples razones, su fortuna fue decayendo y en sus últimos días, ya casi no tenía ni para pagarle a su galeno.

La misma suerte corrieron las cuatro escuelas propuestas y pagadas con su premio. Lo cierto fue que la de Jujuy, pasados gobiernos y políticos de todo color e ideología, terminó siendo inaugurada 191 años después, en 2004. La de Santiago del Estero, abrió en 1822 y debió cerrar años después para volver a abrirse en el año 2000. Por último, la de Tarija (actual Bolivia) y la de Tucumán fueron creadas a finales del siglo XX: la primera en 1974 y la segunda en 1998.

Nadie puede discutir el valor moral, ético y la dedicación de Belgrano al escribir las páginas más importantes de nuestra Historia Argentina. Pero tampoco podemos reducirlo a simplemente ser el creador de la Bandera Nacional. Después de todos sus esfuerzos, no caben dudas de que portaría con orgullo el título de “Padre del Aula”.

(*) Profesor de Historia y autor del podcast historiográfico y educativo “Demoliendo fuentes”

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