Por Horacio Minotti (*)
Sergio Massa no solamente es el candidato a presidente del oficialismo, que disputa la primera magistratura en medio de una inflación que es casi hiper y un dólar por encima de los mil pesos, siendo el responsable absoluto del fenómeno. Es, además, el candidato cercado por la corrupción de sus aliados más cercanos, escándalos y desfalcos fabulosos, de los que siempre queda la sensación que el postulante está demasiado cerca.
El caso de Martín Insaurralde ya esta bastante remanido y explicado en los diversos medios, por lo cual vamos a centrarnos solamente en dos de sus aspectos. Uno es la relación entre Insaurralde y Massa. Inquebrantable, una ligazón que ha vinculado incluso en términos personales, a los matrimonios de cada uno de ellos, el del ex jefe de Gabinete provincial, ahora finalizado. El otro eje, es el relacionado con el juego y las apuestas.
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Mediante dos de sus aliados más cercanos, Insaurralde controló hasta hace minutos, todo el juego de la Provincia de Buenos Aires. Uno de sus aldáteres, Omar Galdurralde, a cargo del Instituto del Juego de la Provincia, y el otro, Juan Pablo Peredo, a cargo del Tribunal de Cuentas provincial y exgerente de una firma que explota casinos en el distrito: Codere.
Pero Massa tampoco es ajeno al negocio del juego. Su gestión al frente del municipio de Tigre implicó la regulación y autorización del funcionamiento del casino que hoy explota la corporación Boldt, pero que en épocas de Massa, administraba el empresario de medios Cristóbal López, lógicamente cercano a los Kirchner, como es sabido. La dupla Massa – Insaurralde, esta necesariamente ligada por el negocio del juego.
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Massa dice haber despedido a Insaurralde, aunque, en realidad, lo quitó de la escena política para protegerlo y protegerse. Balas picando cerca.
Pero ahora, explota un nuevo escándalo. El estudio norteamericano de abogados Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan, solicitó a una jueza de Nueva York que intime al Bank of New York Mellon, a que otorgue información sobre “movimientos financieros significativos de entidades oficiales y servidores públicos de la Argentina y, en particular, de la provincia de Buenos Aires”, explica Carlos Pagni en La Nación.
En el escrito en que solicita la información, menciona movimientos de dinero desde la Argentina hacia el exterior, por parte de un intermediario de José Ignacio de Mendiguren, secretario de Industria y Desarrollo Productivo, del ministro de Economía Sergio Massa, por más de un millón de dólares. ¿Despedirá Massa a De Mendiguren? Parece difícil. El “Chino Coniglio” bien podría ser socio o tal vez testaferro del propio candidato presidencial. Mas balas, y picando mas cerca.
Los vínculos de Massa con la corrupción, pueden sintetizarse en su relación con el exfiscal de San Isidro, Claudio Scapolan.
Esa relación fue destacada incluso por medios muy cercanos al oficialismo: “El blindaje de Scapolan, en efecto, seguía amparado en un amplio abanico de la política y sus influencias mediáticas, desde aquellos gloriosos tiempos donde Sergio Massa lo protegía en las huestes de Tigre”, dice el colega Juan Manuel Mannarino, en una nota del 16 de abril de este año, en El Cohete a la Luna de Horacio Verbitsky.
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Scapolan fue destituido por diversas causas en las que extorsionó a víctimas e imputados y otras en que amparaba a narcotraficantes. El “protegido” de Massa, según los medios oficialistas, fue acusado por el propio Ministerio Público que el integraba, por ser jefe de una asociación ilícita compuesta por policías y abogados que se quedaba con cargamentos de droga secuestrados a los narcos y luego la vendía. En medio: extorsiones, amenazas y tráfico de estupefacientes.
Scapolan intervino en la causa que se abrió cuando una persona misteriosa, aparentemente integrante de Fuerzas de Seguridad, ingresó en el domicilio de Massa allá por 2013 en plena campaña electoral, y si bien su vínculo era previo, el fiscal habría sido muy “amigable” con la familia del hoy candidato presidencial, fortaleciendo así un vínculo indisoluble.
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Ese contexto rodea al candidato presidencial del oficialismo. En materia de su desempeño como ministro, una casi hiper, emisión descontrolada de moneda, baja de impuesto con suba de gasto público, explosión del precio del dólar. En cuanto a su medio ambiente político: corrupción y de la más nefasta, en la dirección que uno mire.
Y así y todo, según las encuestas, mantiene posibilidades de ir a una segunda vuelta. La elección que se celebrará en 6 días, hablará más de nosotros que los candidatos. Seremos lo que el resultado diga que somos, el resultado electoral será nuestro espejo como sociedad.
(*) Periodista, escritor y abogado
