Por Jeff Clements (*)
Mientras los estadounidenses lidiaban con la agitación que siguió a la suspensión sin precedentes de la campaña del presidente Joe Biden para un segundo mandato a menos de cuatro meses del día de las elecciones, la pregunta «¿cómo llegamos hasta aquí?» resonó en todo el país. Mientras los comentaristas y los expertos políticos discuten sobre los matices, la respuesta es en realidad simple: seguir el dinero.
La clase adinerada ha ejercido una influencia histórica en las elecciones de 2024 debido a un sistema de financiación de campañas que permite a los donantes canalizar fondos ilimitados a las campañas. Elon Musk se unió el mes pasado a la lista de multimillonarios que han comprometido su riqueza personal para apoyar a un candidato presidencial. Sin embargo, lo que distingue al gasto político de este año no son solo las cantidades récord que se están gastando para elegir a nuestro próximo presidente, sino también el grado en que los multimillonarios utilizaron su influencia para presionar a Joe Biden para que se retire de la carrera.
Mucho antes de que el debate presidencial de junio provocara intensas demandas para que el presidente Biden se retirara, dos tercios de los demócratas expresaron su deseo de un candidato diferente. Pero al amasar una ventaja sustancial en la financiación de la campaña antes de que comenzaran las elecciones primarias (recaudando más de 90 millones de dólares, en gran parte gracias a donaciones de grandes cantidades), Biden pudo superar las primarias y evitar que cualquier rival serio entrara en la carrera. Los esfuerzos de recaudación de fondos de cualquier posible oponente demócrata habrían palidecido en comparación con el enorme tesoro de guerra del titular.
Varios meses después, los mismos donantes importantes que crearon el panorama político dispar que garantizó el camino del presidente hacia la nominación fueron los que se volvieron contra él, ejerciendo su influencia financiera no solo sobre él, sino sobre todo su partido político. En las semanas posteriores al debate del presidente con Donald Trump, los principales donantes demócratas como Michael Moritz, un multimillonario capitalista de riesgo de Silicon Valley, amenazaron con retener decenas de millones de dólares a menos que Biden suspendiera su campaña.
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Algunos presionaron a los líderes del Congreso para que impulsaran la retirada de Biden, explotando sus temores de que se cortara el dinero a los candidatos de menor rango. Para sorpresa de nadie, tuvieron éxito y, tan pronto como el presidente Biden suspendió su campaña, la clase adinerada coronó a una nueva candidata de su elección: la vicepresidenta Kamala Harris. En 24 horas, los principales donantes demócratas habían comprometido 150 millones de dólares a un súper PAC para apoyar su campaña.
Esta no es forma de elegir a un presidente. Pero décadas de decisiones de la Corte Suprema han abierto las compuertas de dinero ilimitado en nuestras elecciones, dando a los ricos una influencia sin precedentes y disminuyendo la capacidad de los votantes para elegir candidatos que realmente los representen en todos los niveles de la boleta. Los estadounidenses están cada vez más desilusionados y enojados con un sistema político roto que no parece abordar sus preocupaciones cotidianas. Es por eso que una mayoría abrumadora de ambos partidos cita la reducción de la influencia del dinero como una de sus principales prioridades.
Debido al precedente establecido por casos como Buckley v. Valeo (1976) y Citizens United v. FEC (2010) —que levantaron las restricciones al gasto de campaña y dieron a multimillonarios, grupos de intereses especiales e incluso actores extranjeros rienda suelta para abusar del sistema en su beneficio a un gran costo para los votantes— los esfuerzos legislativos para limitar el gasto político a menudo son revocados. La única solución duradera es enmendar la Constitución. Es por eso que mi organización está pidiendo al Congreso que proponga la “Enmienda Por Nuestra Libertad”, que facultaría a los estados y al Congreso para establecer límites de gasto que se ajusten a sus necesidades. Supermayorías en ambos partidos apoyan la enmienda, y 22 estados han aprobado resoluciones en apoyo de la ratificación.
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Ninguna elección ha demostrado el grado en que la influencia del gran capital puede desestabilizar nuestro sistema político como lo ha hecho el ciclo electoral de 2024, y empeorará mucho si no se aborda. Los Padres Fundadores imaginaron un sistema que permitiera a los ciudadanos elegir a líderes que actuaran en su beneficio y hacerlos responsables en las urnas si no cumplían con sus obligaciones.
Cuando las élites adineradas tienen el poder de elevar y elegir candidatos que no reflejan las opiniones de los votantes, estos pierden el control sobre su gobierno. Enmendar la Constitución es el camino que los Fundadores proporcionaron para garantizar que Nosotros, el Pueblo, tengamos la última palabra a la hora de elegir a nuestros líderes.
(*) Director ejecutivo de American Promise, organización multipartidaria que busca ratificar la “Enmienda Por Nuestra Libertad” para permitir que los estados y el Congreso establezcan límites razonables al gasto político
