Por Silvia Giacoppo (*)
La maravillosa criatura creado por el excepcional Quino, Mafalda, acuñó esa frase ante la reiteración de ese plato en la mesa familiar. Y la sabiduría popular lo adoptó para su vocabulario cotidiano. En el caso de Milagro Sala y sus reclamos de libertad o indulto y sus quejas sobre la Justicia, viene como anillo al dedo. ¡Otra vez sopa!
La Corte Suprema confirmó su condena a 13 años de prisión. Los jueces del máximo tribunal rechazaron su recurso extraordinario y ratificaron la condena por asociación ilícita.
Como dijo el gobernador Gerardo Morales: “Todos hemos sido testigos de cómo se robaban la plata en Jujuy y en el país. La Justicia no ha juzgado ni ideología ni militancia social, ha juzgado hechos concretos de corrupción, respetando el debido proceso y las garantías constitucionales”. Así y todo, ella insiste. La líder de la Tupac Amaru ahora le pide al presidente Alberto Fernández que «use la lapicera» para indultarla; que “no sea temeroso”, dice.
Ella no dice que la Constitución se lo prohíbe al presidente, por tratarse de una sentencia dictada por tribunales provinciales. Confirmada por la Corte Suprema de la Nación -en este caso-, pero sobre una causa de jurisdicción provincial. Sí podría hacerlo el gobernador. No sucederá. Además de eso, al ser la condena por corrupción, tampoco podría hacerlo el presidente Fernández, porque esos delitos no se pueden indultar. Sala lo debe saber bien, pero no pierde la oportunidad de presionar.
Lo cierto es que todas las instancias de la Justicia concluyeron que Sala conformó y lideró una asociación ilícita entre los años 2013 y 2015 cometiendo delitos de extorsión y defraudaciones al Estado, entre otros. También se dio por probada la responsabilidad de Sala como coautora por el delito de fraude en perjuicio de la administración pública
Fueron más de 15 años en los que esta mujer fue la expresión de la corrupción, instalada en Jujuy y de manera violenta amedrentando a miles de jujeños y jujeñas, dañando a nuestra querida provincia y estafando a todo el país.
El fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación confirma lo que veníamos señalando y que la justicia provincial ya había probado: la existencia de un Estado paralelo que, mediante prácticas mafiosas, aprietes y corrupción, llevaba adelante sus acciones.
La demostración cabal de que esas prácticas existieron es la paz social que se ha logrado y que se respira hoy en Jujuy a partir de la desarticulación de ese Estado paralelo comandado por Sala.
La Justicia demostró sus actos de corrupción, su violencia, sus métodos alejados de cualquier práctica civilizada. Para quienes aún tienen dudas, el documental “Jujuy Desoído” presenta testimonios estremecedores acerca de la violencia con la que Sala llevó adelante su “militancia social” y cómo logró multiplicar sus ingresos a través del manejo de miles de planes sociales. Allí se puede tener real dimensión de los abusos de la líder de la Tupac Amaru.
Milagro Sala podrá seguir insistiendo en acusar a Morales de todos sus males -“otra vez sopa”- pero ya nadie le cree. Milagro Sala es una política presa. Juzgada y condenada. Justamente condenada. Y confirmada por Corte Suprema. Sala es culpable. Lo dice la Justicia en todas sus instancias. Lo decían sus víctimas. Lo decíamos nosotros, los jujeños que padecíamos sus métodos.
Ya no hay más relatos que convenzan a desprevenidos, a pesar de que para ellos los hechos ya no importan y van contra la Corte Suprema, contra la Justicia toda. Para ellos no importa la verdad. Para ellos sólo importa el relato, una vez más. O, como diría Mafalda, “¡otra vez sopa!”.
(*) Senadora Nacional por Jujuy (UCR)