Por Daniel Colombo (*)
Marilyn Monroe fue una mujer de su tiempo, y también una mujer adelantada a su época. Era una persona inteligente, creativa y con una gran capacidad de conexión con el público. Más allá de ser un ícono de la sensualidad y de un éxito inusitado en el Hollywood de los años ’50 y principios de los ’60 -si bien su carrera empezó a fines de los ’40– seguramente hubiese visto a las redes sociales como una herramienta poderosa para expresarse y conectar con los demás.
“Los medios de comunicación son una fuerza poderosa. Pueden crear o destruir a una persona”, afirmó en un reportaje. Ella y su equipo de los grandes estudios sabían como hacerlo, combinando un toque de osadía, atrevimiento, picardía y el condimento preciso de situaciones que rápidamente escalaban al mundo mediático.
Sus éxitos más resonantes se dieron en su etapa en 20th Century Fox, aunque también hizo películas con Columbia Pictures, United Artist y Warner Bros.
Más allá de su fuerte presencia que perdura a través de las décadas, Marilyn muy probablemente habría valorado la capacidad de las redes sociales para dar voz a las personas. En un mundo en el que la mayoría de los medios estaban controlados por unos pocos, las redes sociales podrían haber ofrecido a Marilyn Monroe una plataforma para compartir sus pensamientos y opiniones con el mundo. Porque, como ella sostenía, “El público es lo que hace que una estrella sea una estrella”.
UN VIAJE A ESA ÉPOCA
Si las redes sociales hubiesen existido en esa época, los afiches se hubiesen transformado en páginas web interactivas y pantallas de realidad aumentada, y los contenidos hubiesen volado a la velocidad de la luz, con muchísima más potencia que las lentes de los proyectores de cine que pasaban sus películas en todas partes.
Por otro lado, Marilyn Monroe, ya en su época, se cuestionaba sobre qué significaba la fama, en un momento del mundo donde millones de personas querían tener su instante de celebridad. “La fama es una droga muy poderosa. Te puede hacer creer que eres algo que no eres”, se le escuchaba decir en las revistas de entonces.
No es de extrañar que fuese parte de quienes alertaran de los peligros de las redes sociales. La exposición constante a la crítica y el juicio público fue, según sus biógrafos, una fuente de estrés y ansiedad para ella. Además, la cultura de la imagen y el culto a la celebridad afectaba en parte su salud mental.
Amada y odiada por igual, tuvo al menos cuatro aspectos en los que Marilyn se vio desafiada en su carrera (y pensemos que no existían los medios electrónicos como hoy los conocemos):
• Estereotipos de Hollywood: A menudo fue encasillada en roles de «rubia tonta», lo que la frustraba ya que aspiraba a ser reconocida por su talento y no solo por su apariencia.
• Escándalos y relaciones personales: Su vida personal y sus relaciones con figuras de alto perfil a menudo eran objeto de escrutinio y rumores por parte de la prensa.
• Luchas internas: Marilyn luchó con varios problemas personales, incluyendo su salud mental y la dependencia de medicamentos, lo que afectaba su trabajo y su imagen pública. “Es el precio a pagar”, se justificaba.
• Desafíos en la industria: Se enfrentó a desafíos en la industria del cine, incluyendo disputas con estudios y directores, y a menudo era subestimada por sus capacidades como actriz.
Por lo tanto, si bien Marilyn Monroe fue ampliamente adorada y se convirtió en un ícono cultural, también enfrentó su cuota de críticas y desafíos, algunos de los cuales afectaron la percepción pública sobre ella. Los haters de hoy en día se harían una fiesta con un personaje así; como la hacían los periodistas de chimentos, malintencionados, que permanentemente la acosaban con cientos de paparazis.
Sin embargo, con el paso del tiempo, su legado ha crecido, y hoy en día es recordada más por su talento, su influencia en la cultura pop y su compleja historia personal.
LOS SPONSORS
Sin dudas, marcas de distinto calibre la persiguieron a sol y a sombra para conseguir que figure entre sus imágenes de campañas.
Marilyn no ocultaba sus fanatismos personales, que evidenciaba en cada ocasión pública, entrevista o sesión de fotos. Imagínate lo que podría recaudar hoy tomando en cuenta cinco de sus pasiones más íntimas:
• Perfume Chanel No. 5: Es ampliamente conocido que Marilyn Monroe amaba el Chanel No. 5. De hecho, una de sus citas más famosas sobre el perfume fue cuando dijo que era lo único que usaba para dormir.
• Joyas y diamantes: A Monroe le encantaban las joyas, especialmente los diamantes. Esto se refleja en su famosa actuación de la canción «Diamonds Are a Girl’s Best Friend» (Los diamantes son el mejor amigo de una chica) en la película «Los caballeros las prefieren rubias».
• Literatura: Marilyn tenía un amor por la lectura y poseía una impresionante biblioteca personal. Entre sus autores favoritos se encontraban James Joyce, Walt Whitman y Leo Tolstoi.
• Música clásica: Se sabe que disfrutaba de la música clásica.
• Vino y champagne: Monroe era conocida por su aprecio por el buen vino y el champagne, siendo este último una bebida que a menudo se asocia con su imagen glamorosa y sofisticada.
“LA VIDA ES PARA VIVIRLA, NO PARA ENTENDERLA”
¿Qué le hubiese gustado a Marilyn de esta época? Sin dudas, varias cosas; entre ellas la libertad de expresión en el cine; los nuevos formatos como el streaming, y la capacidad viral que instantáneamente le hubiesen permitido llegar a millones y millones de personas.
A Marilyn le gustaba el aplauso y el reconocimiento; y, en ese sentido, habría admirado la capacidad de las redes sociales para conectar a las personas de todo el mundo. Ella era una persona muy sociable y le gustaba estar rodeada de gente.
Por otro lado, en su ser interior, se relata que era bastante dubitativa acerca de sí misma; lo que hoy se conoce como parte del síndrome del impostor.
“No soy una persona que se sienta cómoda con las cosas que no puedo controlar”, relataba en las entrevistas. Casi con certeza, se daría cuenta de los peligros de la exposición constante a la crítica y el juicio público. En carne propia sufrió mucho por la crítica de los medios de comunicación y el público. Y de existir en aquella época, o ella vivir en esta, las redes sociales le habrían expuesto a una nueva forma de crítica, que podría haber sido aún más cruel y despiadada.
Detrás del enorme personaje que construyó y vivió, aún a costa de haber muerto muy joven, a los 36 años, Marilyn Monroe falleció el 5 de agosto de 1962 en su hogar en Brentwood, Los Ángeles, California. La causa oficial de su muerte fue determinada como una sobredosis de barbitúricos, clasificada como un probable suicidio.
¿Le hubiese gustado que sus fotos de los paramédicos se vean en los medios? Claro que no. Sin embargo, aún sin la tecnología y medios sociales actuales, el fotógrafo Leigh Wiener utilizó cinco rollos de los de antes dentro de la morgue donde yacía el cuerpo de Marilyn. Envió tres rollos a la revista LIFE y se guardó dos. Esas eran las redes sociales de entonces.
Defensora de la libertad de expresión, Marilyn Monroe era una persona muy independiente. Con cierta desfachatez -a veces calculada al milímetro- hizo distinto tipo de acciones para seguir vigente y aumentar, aún más, su enorme fama bajo el argumento de “No tengo nada que perder” con el que se enfrentaba a sus managers de la carrera y directivos de los estudio.
Cuando en la actualidad se observa la vida de grandes celebridades con millones de seguidores y likes (o no) en las redes sociales, sin dudas Marilyn hubiese sido una de estas personas.
Aunque no esté físicamente, sus películas se siguen viendo; sus cuadros característicos, vendiendo. Y hasta las casas de disfraces reconocen que su icónico vestido volando es de los más pedidos para rentar.
(*) Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos; mentor y comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 32 libros. LinkedIn Top Voice América Latina. Coach profesional certificado por ICF en su máximo nivel, Coach certificado, Miembro y Mentor en Maxwell Leadership, el equipo de John Maxwell.
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