El encuentro que mantuve el sábado 25 de marzo en Santa Marta, con el Papa Francisco, quedará grabado para el resto de mi vida, como uno de los momentos profesionales más importantes que he logrado en mis cuarenta años de actividad periodística, y guardado en mi corazón por la calidez, la sencillez, las reflexiones y la contundencia con la que habló de distintos temas temporales, y atemporales.
El Papa ha hecho un repaso de su elección como máximo jefe de la Iglesia Católica, de como “el Espíritu Santo” obró en ese conclave que lo eligió, de las “internas” que también sufre la Iglesia, de la necesidad de que TODOS, y repite una y otra vez TODOS, estén incluidos dentro de la Iglesia y hace alusión a la parábola del Buen Samaritano para decirnos: “El único momento en que está permitido mirar al otro de arriba hacia abajo, es el momento en que te inclinas para darle la mano cuando está tendido en el suelo”.
Una y otra vez rechaza los abusos sexuales llevados adelante por integrantes de la Iglesia católica. Profundiza las penalidades para los autores de los mismos y remarca: “Hay que luchar a muerte contra los abusos…el abuso deja una marca para toda la vida”.
Más tarde cambia de rumbo para hablarle a los argentinos, para Interpelar a la dirigencia de nuestro país. “Nos encantan las internas a los argentinos…El internismo destruye la afiliación política”. Y advierte: “Sospechen de aquellos que se venden como salvadores, desconfío, le tengo miedo a salvadores sin historia”.
Y entonces pasa a recomendar el libro “Síndrome 1933”, que pertenece al Intelectual italiano (ligado al comunismo) Siegmund Ginzberg. En el libro Ginzberg relata cómo, tras la caída del imperio de Weimar en Alemania, surgen internismos desgastantes, el Nacional Socialismo y un proceso paulatino y violento que llevó a Hitler al poder. “Lo recomiendo porque cuenta el surgimiento de un político nuevo que hablaba lindo y sedujo a la gente. Se llamaba Adolfo y todo el mundo dijo: ‘probemos con este que nadie conoce’ y todos votaron a Adolfito. Así terminamos. Yo le tengo miedo a los salvadores sin historia.”
El Papa está preocupado por el avance de la ultraderecha en el mundo. Y dice: “la ultraderecha se recompone. Es curioso porque es centrípeta, no centrífuga. No crea hacia afuera posibilidades de reforma”. Y ante la pregunta de si existe un antídoto, responde: “la justicia social, no hay otro. Si querés discutir con un político, con un pensador de ultraderecha, hablá de justicia social. Hablá horizontal”.
Luego pasaría a describir el lawfare practicado en América Latina contra Correa, Evo Morales, Lula y Cristina Kirchner. “ El lawfare empieza, abre camino en los medios de comunicación. ‘Hay que impedir que este llegue a tal puesto’, piensan, y entonces le empiezan a dar. Lo descalifican y le meten la sospecha de un delito. A partir de ahí se arma un sumario grandísimo y aunque no se encuentra nada, para condenarlo basta el volumen del sumario. Así condenaron a Lula, sin pruebas…lo metieron en cana”. “El humo del delito, a veces lleva al fuego del delito. Otras veces se pierde porque es un humo que no tiene fundamentos. Estos que quieren condenar por este camino, usan el olor del fuego como realidad. Y empieza en los medios de comunicación dejando a una persona ‘offside’ y después es fácil proceder. Además, cuando aparece un juez que crea una jurisdicción totalmente opuesta con el Derecho, que es un ‘chantapufi’, como decimos nosotros, …y bueno”.
Por último, Francisco apela a Jorge Dragone y a su poema: “Se nos murió la patria», para interpelarnos sobre el sentimiento de patria en cada uno de nosotros: “La fragmentación es el triunfo del egoísmo por sobre el comunitarismo. Decimos que somos una sociedad, un país, una nación, una patria. ¿Pero tenemos conciencia de la Nación Argentina? ¿Tenemos conciencia de país? ¿Tenemos conciencia de la patria? Es distinto. Y ahí cito a Dragone y su “Se nos murió la patria”. Es bellísimo ese poema, es para llorar porque termina diciendo: ‘es triste ser huérfanos de patria’. Que no sea tarde. ¿Luchamos por la patria o no creemos en la patria? Son preguntas, cada uno se las responde».
Palabra de Francisco. Ojalá nos ayude a reflexionar.