Por Eduardo del Buey (*)
Desde el comienzo de la Guerra Fría el sueño del imperio ruso ha sido la destrucción de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea (UE), primero como Unión Soviética, y posteriormente, como Rusia bajo el régimen de Vladimir Putin.
Por primera vez este sueño puede hacerse realidad. Rusia tiene dos agentes principales de influencia en la OTAN: el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro húngaro Viktor Orbán. Asimismo, tiene un importante agente de influencia en la UE, el propio Orban.
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En 2021, el poderoso mandatario turco Erdogan compró a Rusia el sistema de defensa antiaérea S-400, en lo que el ex alto diplomático turco Aydin Selcen calificó como una catástrofe diplomática de magnitud histórica. Esto causó un gran revuelo en la OTAN, al igual que la decisión de Turquía de retrasar la admisión de Suecia en la organización hasta hace poco.
Las cercanas relaciones de Erdogan con Putin han favorecido a Turquía en el aplazamiento de pagos por la energía proveniente de Rusia. El líder turco también pretende que Washington pague un alto precio por la retirada de las armas rusas.
LOS MISILES DE RUSIA PRESIONAN A LA OTAN
“Turquía puede renunciar fácilmente al S-400; es una decisión política, no es una necesidad militar”, dijo Huseyin Bagci, director del Instituto de Política Exterior, una organización de investigación en Ankara. “Hasta ahora, el S-400 ha ayudado a Turquía a aumentar el nivel de las negociaciones con la OTAN y Estados Unidos”.
La compra de misiles rusos por parte de Ankara fue ampliamente vista como un triunfo diplomático para Moscú, lo que dividió a Turquía de sus aliados de la OTAN.
La OTAN tomó represalias retirando a Turquía del programa F-35 mientras que Estados Unidos le vendía estos avanzados jets a Grecia, el archirrival de Turquía en el Egeo.
Turquía ha decidido no instalar el sistema S-400 a cambio de que Estados Unidos apruebe la venta de estos aviones de alta tecnología. Además, parece que se está gestando una especie de acercamiento entre Ankara y Washington. Sin embargo, la continua opresión de Turquía sobre su minoría kurda y el bombardeo de aldeas kurdas no son bien vistos por sus vecinos europeos.
Además, el 28 de julio, Erdogan dijo en una reunión de su partido que Turquía podría intervenir en Israel, como había hecho en el pasado en Libia y en Nagorno-Karabaj, aunque no detalló a qué tipo de intervención se refería.
¿ERDOGAN ES UN TÍTERE DE LOS INTERESES DE PUTIN?
“Debemos ser muy fuertes para que Israel no pueda hacer estas ridiculeces con Palestina. Igual que entramos en Karabaj, igual que entramos en Libia, podríamos hacerles algo parecido”, aseguró Erdogan en una reunión del partido gobernante AK en su ciudad natal de Rize.
No cabe duda de que muchos perciben a Erdogan como un títere de los intereses rusos e islamistas y un elemento subversivo en la Alianza. De hecho, tiene vínculos cercanos con Hamás y Hezbolá y ha permitido que estas organizaciones busquen servicios médicos para sus combatientes en Turquía y que tengan oficinas de representación en Ankara.
Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, es el segundo obstáculo para el avance de la UE y la OTAN. La actual presidencia húngara del Consejo de la UE es preocupante. La política de Orbán de debilitar durante años la unidad de la UE en Ucrania y otros asuntos ha llevado a muchos a preguntarse si se debería haber permitido a Hungría asumir el cargo, que se ocupa por rotación.
En los primeros días de la presidencia húngara, Orbán visitó a Putin en Moscú para hablar de un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania sin el permiso del Consejo. Después, viajó directamente a Mar-a-Lago para reunirse con el expresidente Donald Trump y ponerlo al tanto, de nuevo sin autorización del Consejo de la UE y sin reunirse con miembros de la administración Biden. Ahora continúa respaldando la postura de Rusia respecto a las condiciones para posibles negociaciones de paz con Ucrania.
MUCHOS QUIEREN FUERA A HUNGRÍA
Además, su régimen autocrático ha causado molestia en varios estados miembros de la UE, que han congelado las transferencias financieras a Budapest y amenazan con más sanciones. Las libertades académicas y de prensa ya no existen, las fronteras entre la administración y el poder judicial se han difuminado hasta hacerse irreconocibles, y Orbán sigue burlándose de sus antiguos colegas de la UE con su hipocresía, intransigencia y sus tácticas intimidatorias.
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Orbán ha afirmado públicamente que Putin es un modelo a seguir y ha criticado la democracia occidental, lo que ha enfurecido a Bruselas y Washington. Su nacionalismo cristiano va en contra de la política de la UE y muchos dentro de la Unión han pedido la suspensión o expulsión de Hungría de ambas organizaciones.
Considero que tanto el líder turco como el húngaro actúan como agentes de influencia del dictador de Rusia, Vladimir Putin, y están llevando a cabo una estrategia de duplicidad a costa de la OTAN y la UE.
También creo que ha llegado el momento de intensificar la presión sobre ambos, ya que ninguno representa los valores fundamentales de ninguna de las dos organizaciones.
Si no se actúa con firmeza, Occidente podría encontrarse en una posición muy comprometida frente a Rusia, mientras Putin continúa con sus planes expansionistas en Ucrania y más allá.
(*) Diplomático canadiense retirado, autor, internacionalista, catedrático y experto en comunicaciones estratégicas
Publicado en cooperación con Newsweek