Desde la conformación del Estado Moderno, a partir de 1854, con la puesta en vigencia de la Constitución Nacional, las flamantes autoridades del Gobierno nacional debieron enfrentar el enmarañado tema referido al rol jurisdiccional de la ciudad puerto. A sabiendas de que Buenos Aires había rechazado en principio ser parte del sistema federal, no quedaba claro dónde debían residir los encargados de ejercer los poderes republicanos. Por esta razón el primer presidente constitucional, Justo José de Urquiza, designa a la ciudad de Paraná como capital y sede del Gobierno.
En 1860, Mitre es elegido como nuevo mandatario y, debido a su revalidad política con su par saliente, no estaba dispuesto a gobernar el país desde una provincia que no fuese su Reina Del Plata.
Por tal motivo, logra unificar a Buenos Aires con el resto del país, promulgando una ley por la cual, provisoriamente, la ciudad permitiría alojar al Gobierno nacional en su territorio. Sin embargo, desde el punto de vista de la gestión, el titular del poder ejecutivo no tenía facultades sobre dicho territorio.
En 1874, el conflicto se agudizó cuando el electo presidente, Nicolás Avellaneda, dispuso federalizar la ciudad e incorporarla al resto del territorio argentino.
Consecuentemente, las fuerzas porteñas lideradas por Mitre se enfrentarían a las nacionales en un cruento combate que terminaría con el traslado del Gobierno de la nación al barrio de Belgrano, que estaba fuera del ejido porteño.
La denominada «cuestión capital» respecto a su grado de autonomía entra en un prolongado interregno a partir de 1880, bajo la presidencia de Roca, tiempo en el que se pondrá en vigencia una ley que autorizaba a federalizar Buenos Aires y ponerla bajo el control directo federal. Esta situación se modificaría con la reforma constitucional de 1994.
Aunque por estas horas -y en virtud de una movida política con gran exposición mediática y una tanto premeditada-, vuelve como un remake más, al mejor estilo de las segundas parte de las series, a reinstalarse lo que parecía haber tenido un final cerrado.
¿Qué le compete y qué no al Gobierno de la antaño sometida Ciudad de Buenos Aires hoy devenida, reforma mediante, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA)?
La mayoría de los constitucionalistas (aunque basta leer la Constitución de 1994 para corroborarlo) coinciden que ese debate ni siquiera debió ser instalado. No sólo porque está más que claro el grado de autogestión -como el de cualquier provincia-, sino porque muchos lo consideran parte de la estrategia política para neutralizar o contrarrestar otras cuestiones. En este caso, referido a un tema entre la Justicia y la segunda titular en jerarquía del Poder Ejecutivo nacional.
Resulta, en definitiva, no prioritario y poco sustentable instalar el histórico tema Buenos Aires vs. Nación., máxime si existen problemas no resueltos que condicionan la rutina cotidiana de la gran mayoría de los argentinos.
Sin embargo, es urgente, aunque les cueste (como a Urquiza, Mitre y Avellaneda), comenzar a mostrar gestos de consenso entre ambas jurisdicciones, porque siempre en el medio vamos a estar vos, yo y el otro.
Además, esta película ya la vi…
(*) Gustavo Riarte es profesor de Historia y escritor, diplomado en Historia de la Ciudad de Buenos Aires de la Universidad de Buenos Aires (UBA).