Por Lana Montalban
El mundo mira azorado y bajo una lupa los insólitos acontecimientos que suceden en EEUU.
No sólo en los últimos días, sino desde 2016, cuando un vendedor de aceite de serpiente con un pasado muy nebuloso resultó «elegido» presidente del país más poderoso del planeta. La razón de las comillas, es que, si en este gran país del norte tuviésemos un sistema electoral realmente democrático y fuese ‘una persona/un voto’, el hoy condenado expresidente habría perdido la elección por una diferencia superior a los tres millones de sufragios.
Pero volvamos a hoy, julio de 2024.
Por suerte, a pesar de que la presidencia de Joe Biden ha sido objetivamente extraordinaria (*), «no es Mirtha Legrand» y el deterioro de su avanzada edad estaba a la vista de todos. Peor aún, se hizo más que evidente tras un desastroso debate con su contrincante, en el cual quedó tan mal parado que hasta sus más cercanos colaboradores y amigos le rogaron que se retirara.
Poco después de anunciar en la red social de Musk que cancelaba la contienda para un segundo término, dio su apoyo a Kamala Harris, la vicepresidente. Un tsunami de contribuciones y auspicios públicos surgieron en las horas siguientes, batiendo récord de recaudaciones.
Si bien pesos pesados de la política no la han apoyado aún, como Barak Obama, por ejemplo, llamando a conseguir un consenso del partido demócrata, es muy probable que termine siendo la candidata oficial.
Kamala fue senadora y fiscal general en su estado de California, donde se la conocía por su incansable lucha contra delincuentes y violadores. Y también en defensa del matrimonio igualitario, entre muchas otras causas.
En el avispero de los republicanos están muy, muy preocupados. Tras el debate, bajaron 90% del tono en contra de Biden, porque, según los analistas políticos, ‘no les convenía hacer olas’. Consideraban que ya tenían ganada la elección si el candidato era Biden. Durante meses lo atacaron diciendo que «era demasiado viejo (es solo tres años mayor que Trump), que estaba senil, que no servía para nada», además de mentiras variopintas sobre su gestión.
“Kamala Harris tiene posibilidades”: la estrategia que puede ayudarla a vencer a Donald Trump
Esta renuncia, empujada por una presión generalizada imposible de ignorar cambia todas las reglas de juego. Hace varios días que el hashtag #TrumpEstaDemasiadoViejo es trending topic.
La comunidad afroamericana, que no estaba para nada convencida de votar a Biden, principalmente las mujeres, están apoyándola masivamente. Las mujeres en general también. Los jóvenes, que en gran parte ni siquiera querían votar ante las dos tragicómicas opciones, se están movilizando. Y hasta hay republicanos que dicen públicamente (otros cobardemente no dicen nada) que votarán a Harris.
Muchos latinos, principalmente las diásporas venezolanas y cubanas, acusan a los demócratas de estar demasiado a la izquierda de sus gustos -lo que no es cierto-, y prefieren apoyar a un hombre acusado de violación y abuso sexual por casi 30 mujeres (hay muchas más que no se animaron a hacerlo), condenado por el abuso de al menos una; condenado también por fraude; y con otros casos pendientes, como el robo de documentos clasificados al dejar el Gobierno, por el momento desestimado por una jueza MAGA elegida por él.
Es un hombre que mintió para no tener que luchar en Vietnam, pero llama «perdedores» a quienes fueron a la guerra. Que cometió fraude infinita cantidad de veces con distintas empresas. Que engañó a todas sus esposas. Responsable de la muerte de más de dos millones de compatriotas por su ignorancia y sus medidas durante la pandemia. Y una larga lista de mentiras y medidas desastrosas. Asimismo, organizó una insurrección armada por no aceptar el resultado de elecciones limpias y democráticas. Lo que volverá a hacer en caso de perder. Al menos uno de sus aliados, el senador por Ohio George Lang habló de «una guerra civil» en caso de que su candidato pierda.
Ese, señoras y señores, es el candidato ideal del nuevo partido republicano.
Hay que ver qué cantidad de latinos apoyarán a Harris.
Kamala Harris busca reconciliarse con los latinos rumbo a las elecciones
Mientras Trump demoniza y promete deportar a 11 millones de indocumentados, quienes construyen nuestras casas, levantan nuestras cosechas, trabajan en todos los rincones de la economía y no compiten con los locales, porque los norteamericanos no quieren esos trabajos, es posible que un Gobierno y un Congreso demócratas regularicen la situación de millones de personas que trabajan honestamente y solo quieren una vida tranquila lejos de la violencia de la que huyeron.
La comunidad judía es otro tema. Por el momento apoya incondicionalmente a Trump en su gran mayoría.
Veremos si Kamala Harris tiene el aguante (o una armadura de acero) para hacer caso omiso a las campañas difamatorias que ya comenzaron con mucha fuerza y continuarán multiplicándose. Desde que «sus padres eran indocumentados y por eso ella no podría ser presidente» (una mentira), a que «no tuvo hijos porque sus múltiples abortos se lo impiden» (otra mentira), a que fue «a través de sexo que avanzó en su carrera». La difamación de una mujer y encima de color, no tendrá límite alguno.
Ya se lo hicieron a Hillary Clinton con todo tipo de acusaciones absurdas: redes de pedofilia, y decenas de cargos falsos que fueron investigados hasta el cansancio sin encontrar nada.
¿Estará preparado este país para poner a una mujer en la oficina oval, cuando el vicepresidente elegido por Trump dice públicamente que las esposas deben quedarse en matrimonios abusivos, o cuando Trump dice que las mujeres que se hagan un aborto (aunque sea un embarazo ectópico o una niña que fue violada) serán perseguidas y castigadas por ley?
Después del intento de magnicidio del 13 de julio, la mayoría creíamos que había sido ‘lo mejor que le podía haber pasado’ al expresidente. A sus seguidores, quienes cumplen con todos los requerimientos de seguidores de una secta, se les sumaron otros con teorías conspirativas de todo tipo y el camino parecía allanado hacia la Casa Blanca.
Qué necesita ahora Kamala Harris para ser confirmada como candidata a presidenta de los EEUU
Este golpe de timón del actual presidente dio vuelta todo. Los planes de Stephen Miller, un cercano y curioso asesor del expresidente, judío pero pro-nazi, quedaron patas para arriba. Se lo vio histérico en un programa de la cadena Fox, medio incondicional de Trump.
Ahora el «anciano que no puede gobernar» es Trump. Su slogan favorito se le volvió en contra. Hay decenas de videos circulando donde claramente Trump da muestras de un innegable deterioro cognitivo. Viví en NY durante 10 años entre los ’80 y los ’90. Ya era un personaje conocido, un «mediático». Recuerdo perfectamente sentir desprecio por lo soberbio y misógino que era. Pero al menos era capaz de hilar pensamientos sin pausas. Ya no. Tiene muchos momentos de incoherencia. Biden también, pero ya no está en la carrera.
Para Trump, acostumbrado a hacer trampa y salirse con la suya, perder frente a Biden fue una humillación. Hacerlo frente a una mujer de color, sería un golpe mortal, porque lleva toda una vida ejerciendo su racismo y misoginia.
La exembajadora de Trump ante la corrupta e inservible organización ONU, Nikki Haley, durante su breve carrera como candidata a la presidencia, dijo en enero pasado: «El primer partido que retire a su candidato octogenario de la contienda, ganará las elecciones». ¿Una visionaria?
En este presente tan insólito, sólo alguien que posea una máquina del tiempo podrá arriesgarse a decir qué es lo que pasará en las elecciones presidenciales de noviembre.
Lo cierto es que la salida de Biden ha movilizado a la base, ha inspirando una energía completamente diferente en el electorado, y si no fuese porque el sistema de delegados y electores hace posible que no gane quien tiene más votos, una victoria demócrata estaría asegurada.
(*) Agrego dos enlaces con toda la información (en inglés) para quienes quieran informarse: POLITICO
y AXIOS.