Por Juan Manuel Narreondo (*)
Las úlceras venosas, a menudo pasadas por alto, representan un desafío significativo en la salud pública. Estas heridas abiertas en la piel, principalmente en las piernas, son síntomas de una mala circulación sanguínea, una condición que afecta al 1% de la población mundial, cifra que se triplica en personas mayores de 65 años, según la Conferencia Nacional de Consenso sobre las Úlceras de la Extremidad Inferior de 2018.
Además, esta patología afecta a personas de escasos recursos o zonas rurales.
Para el tratamiento y prevención de esta dolencia, las medias de compresión son una herramienta crucial. Confeccionadas con un tejido elástico especial, estas medias aplican una presión gradual desde el tobillo hacia arriba. Esto ayuda a mejorar la circulación sanguínea, prevenir la formación de coágulos, reducir la hinchazón y aliviar el dolor causado por varices u otros problemas circulatorios.
Sin embargo, hay que tener presente que los signos de las úlceras pueden ser sutiles: enrojecimiento, hinchazón, picazón y la aparición de venas varicosas. En etapas avanzadas, estas afecciones progresan hacia heridas abiertas que, además del dolor y la picazón, emiten un olor desagradable.
Esta característica a menudo lleva a quienes las padecen a aislarse, debido a la vergüenza y la incomodidad asociada. Se trata, también, de un problema social, porque involucra no solo a quien la padece, sino también a su familia o al entorno que lo rodea haciéndolo más propenso a sufrir una enfermedad mental.
Para ello, los expertos coinciden en que las medias de compresión son una de las herramientas más adecuadas para el tratamiento y su prevención, pero apenas el 50% de los pacientes recibe esta terapia a pesar de su importancia avalada por diferentes estudios.
Para garantizar resultados óptimos, es fundamental que el enfoque terapéutico se implemente de manera integral, abordando aspectos como la evaluación y diagnóstico etiológico y vascular, la preparación del lecho de la herida y de la piel, todo esto acompañado siempre de un especialista.
Por la misma razón, es importante mejorar la capacitación del personal médico para asegurar que estén familiarizados con las terapias y soluciones disponibles, que permiten curar las heridas en un plazo de 12 semanas. Este avance en la formación profesional no solo beneficiaría a los pacientes, sino que también contribuiría a optimizar los recursos de atención médica y mejorar los resultados en el manejo de estas afecciones y sobre todo de la salud de las personas.
(*) Business Manager de Essity para el Cono Sur